Hugo Varela: “Mi sello? Mi locura"
Lunes, 13 Julio 2020 16:50

Hugo Varela: “Mi sello? Mi locura"

Actor, artista internacional, músico, cantautor. Uno de los mejores y más completos humoristas de nuestro país; sorprendió relatando su extensa e inusual carrera, su alma de buscavidas y cómo pasó de estudiar arquitectura y hacer humor en bares, a jugársela entero por el humor, llegar a conquistarlos escenarios más “bravos” del mundo, ganar los máximos galardones por sus actuaciones y, lo más difícil, vivir de su profesión.

Hugo Varela nació en la ciudad de Córdoba, cuna de cómicos y cantores. Supo de niño cultivar su desenfrenada pasión por la guitarra y la poesía (herencia paterna), el dibujo y artesanía (herencia materna). A los 8 años se muda a San Francisco (Córdoba). Participa cantando y actuando en fiestas escolares tratando de que sean menos “aburridas”. Hizo obras de títeres, estuvo en coros, integró conjuntos folklóricos (Los Horizontes). A los 16 años integró un grupo de rock (Los Teen Dover´s) y grabó sus primeros discos como autor intérprete.
“Mi madre, siempre tuvo un humor sorprendente, era profesora superior de bellas artes. Y mi padre, un enólogo sanjuanino que cantaba y tocaba la guitarra. Así que crecí entre bastidores y escuchando música, mayormente folklórica. No había problema con mis deseos y mis gustos, pero también querían que hiciera una carrera universitaria. Y me metí a estudiar arquitectura. Al mismo tiempo estudiaba música teatro y mimo. En todo lo que hacía aparecía el humor, que siempre fue el lenguaje con el que me sentí más cómodo. Las coplas que me cantaba mi viejo y la influencia de cierta picaresca española fueron muy importantes para mí. El tango y el bolero también. Y después viví en Córdoba, donde el absurdo es moneda corriente. Eso también fue una gran influencia”, aseguró Varela.

Se recibió de Maestro Normal Nacional. Luego, comenzó la carrera universitaria de Arquitectura en Córdoba, estudios que continuó en Buenos Aires, donde se estableció definitivamente. Paralelamente, realizó estudios de teatro, mimo, pantomima y expresión corporal. Retomó el teatro y abrió, junto con otros artistas amigos, un café concert llamado "El Grillo Afónico", en Villa Gesell. Allí comenzó a componer sketch y canciones humorísticas. Estrenó junto a “El Grillo” un espectáculo humorístico con excelentes críticas y ,pese al éxito, el grupo se desarma. Nace su hijo Lucas y, cuando muchos pensaban que tenía que abandonar su carrera artística para darle seguridad a su familia, abandonó arquitectura, se la jugó y... se dedicó de lleno al humor como solista.

Repasando su carrera, el humorista recuerda: “Mi familia quería que fuese arquitecto, que esto fuera solo un hobby, pero cuando decidimos separarnos del grupo y mi hijo Lucas ya estaba en camino, decidí que esto era lo que me hacía feliz y me jugué por entero. Me podría haber ido muy mal, pero hubiese tenido la certeza que lo había intentado. Gracias al público y su aceptación, hice una carrera que disfruto hasta hoy".

"Con ‘Los Grillos’ – continua Hugo Varela - en los inicios de los años 70, cuando tenía 24 o 25 años, estaba todo dado para que los artistas hicieran lo que se les dé la gana. Eso me dio la pauta de lo bueno que es trabajar con libertad. Era una época en la que había una revolución creativa. Empecé haciendo música y sumándole un lenguaje humorístico medio disimulado. En esos años estaban muy de moda la psicología alternativa, las terapias experimentales. Y yo hacía unos monólogos inspirados en textos de Freud que me permitían jugar con el público más intelectual, que sabía de lo que estaba hablando, y también con el que no tenía ni idea sobre el psicoanálisis y los escuchaba como un palabrerío ridículo. Mi objetivo fue siempre evitar hacer humor para un ghetto. Busqué siempre un humor popular que convocara a toda la familia”.
Caracterizándose por su creatividad y fabricación de originales instrumentos musicales hechos por el mismo, cuenta cómo surgió su pasión: “De chico ya pensaba en el hombre orquesta porque esa escena la vi en el circo y siempre lo circense me pareció un rubro excéntrico y me fascino. En estos shows vi tocar diferentes instrumentos muy desarrollados como en la época de la Edad Media, porque todo era muy artesanal. De la misma manera los músicos ‘negros jazzistas’ sin guita creaban o imaginaban sus instrumentos para tocar: al peine lo hacían sonar como un instrumento o armaban el bajo con un palo y unas cuerdas. Con la llegada de los españoles trajeron las mandolinas y los indios inventaron el charango, por ejemplo. Esto me quedó en la memoria y sabía que en algún momento iba a despertar en mi arte”, explicó.
A la pregunta de 'Cómo surgió la invención de esos instrumentos extraños', el cómico aseguró: “Se fue dando, porque al cantar y tocar diferentes instrumentos desde chico y este amor por investigar la historia musical me fue despertando otras curiosidades. Luego de grande llegó mi convicción actoral, me pareció que tenía que generar otras ideas. Yo no quería imitar a nadie. Me propuse para esto crear mi repertorio, con otras creaciones que tuviera más que ver con mi locura y con la manera de continuar con la música. En cuanto a los inventos que son propios de un artesano artista, y me ayudo mucho estudiar hasta cuarto año de arquitectura. Quizás por eso es que me doy el gusto de armar y desarmar todo lo que se me ocurre. También trabajé de proyectista para varios estudios de arquitectura, esto me permitió una capacidad de generar varios proyectos de diseños”.
Y más adelante llegó Badía y compañía...: “Tengo los mejores recuerdos de Juan Alberto, el fue muy importante para mi auto exigencia y ganar popularidad. Todos los sábados me desafiaba a construir un instrumento distinto, a partir de una manguera, una madera o lo que fuera, que debía llevar terminado la semana siguiente. Gracias a él, el público esperaba cada sábado mi participación".

Rememorando sus tiempos más duros, recordó: “La falta de dinero, es algo común para los artistas en ascenso. Pero, para mí, los años de la última dictadura, esos años fueron de los más duros. Yo cantaba y hacía reír a la gente, pero cada dos por tres caía la Policía y se llevaba a alguien y había que seguir... Quedaba instalado un clima de gran temor. No sabíamos mucho sobre lo que estaba pasando, pero sí que toda reunión era considerada peligrosa en esos años. Después había que retomar el espectáculo, y por lo general yo lo hacía cantando 'Zamba de mi esperanza', una manera un poco satírica de tratar de cambiar el humor que había quedado flotando en el aire".
Hugo Varela actuó en toda Latinoamérica, Estados Unidos y Australia. A lo largo de su carrera ha ganado innumerables premios nacionales e internacionales… Incluso lleva “El Galardón" el haber conquistado a EL MONSTRUO (el público más difícil del mundo) el de el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, donde obtuvo los premios Antorcha de Plata y Antorcha de Oro, los máximos galardones de el festival internacional chileno.
Su vida y su historia completa, escuchala aquí en Intimamente con Alejandra Rubio.