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Alejandra “Locomotora” Oliveras: “No existe el sexo débil, existe la mente débil. Siempre luché por la igualdad”
Viernes, 25 Abril 2025 14:29

Alejandra “Locomotora” Oliveras: “No existe el sexo débil, existe la mente débil. Siempre luché por la igualdad”

La reconocida ex boxeadora y actual motivadora social conversó en Íntimamente con Alejandra Rubio de su dura infancia, sus comienzos, su duro pasado, sus sueños, como revirtió su destino para tener un hermoso presente de ayuda y motivación al prójimo y como, desde muy niña, lucha por la igualdad de género: "Mi sueño es la igualdad. No existe el sexo débil: existe la mente débil. Eso siempre lo digo en mis charlas motivacionales. Me considero una luchadora por la igualdad. La cultura piensa que la mujer es el sexo débil, pero no es así. Yo soy de las que piensa que cualquier deporte te levanta la autoestima y te saca de cualquier oscuridad. Aprendés a cuidarte, a quererte. En mi gimnasio vienen mujeres golpeadas, les cambiamos la mente y les salvamos la vida todos los días. La satisfacción está en poder ayudarlas. Tengo casos de mujeres que han sido violadas y que tienen ese dolor tan profundo. Acá aprenden a superarse, a respetarse y a valorarse. Yo me considero un ejemplo por todo lo que sufrí, por todo lo que pasé, porque salí para adelante, luché por mi lugar, yo soy un ejemplo y por eso me siguen y me quieren en todo el país. Nadie nació para sufrir. Tenés una vida, hay que aprovecharla, disfrutar, luchar por tus sueños, y en eso no hay diferencia de sexos.” Aseguró la pentacampeona en boxeo del mundo y Récord Guinness.

Empezó a boxear para escapar de la violencia de género. Tuvo una infancia dura por la pobreza y una adolescencia marcada por la violencia de género. Aguantó que la maltraten con apenas 14 años. Su marido le gritaba, la destrataba, la humillaba y no entendía por qué, aun estando embarazada. Aguantó hasta que dijo basta. Esperaba a que se vaya de su casa para poder entrenar, para prepararse, para tomar fuerza. Sentadillas, abdominales, no paró para estar lista en ese momento. Una tarde él llegó a su casa e intentó pegarle, le pegó a su hijo siendo un bebé,  pero nunca supo lo que le esperaba. Ella se agachó, esquivó la piña de su marido y con toda su fuerza descargó su bronca contra él. Allí comenzó su lucha para dejar de sufrir. Así es como comienza la historia de la séxtuple campeona del mundo y récord Guiness Alejandra Locomotora Oliveras.

Seis títulos del mundo, todos por nocaut, ninguna boxeadora pudo con ella arriba del ring. Sin embargo, el golpe más importante vida le acertó a un hombre: "A los 14 años empecé a sufrir violencia de género, fue cuando quedé embarazada. A los 15 tuve a mi hijo. Me pegaba durante el embarazo, lo hizo también después que nació y hasta que me separé. Yo entiendo que si nacemos es para ser feliz y para disfrutar. Estamos de paso en este mundo. ¿Por qué sufrir? ¿Por qué otra persona te puede lastimar? Antes era normal que la mujer sufriera porque el marido le pegara, a nadie se le movía un pelo porque una mujer denunciaba y no le daban pelota, la mandaban a la casa y se le reían. Yo nunca acepté eso. Por eso aposté por el amor, por eso de tan niña me junté con él y tuvimos un hijo. Pero cuando empezó a pegarme no entendía el motivo. Dije: 'eso no es el amor'. Me pegaba por todo: porque no le gustaba el mate, porque no le gustaba, qué se yo, el puchero, porque venía de jugar al fútbol y le salía mal el partido me pegaba. Yo dije: ‘No quiero que me pegue, no quiero vivir este infierno, no quiero esta vida para mí’. ¿Por qué me pega? Por todo… no había motivos’. Él era más grandote que yo, tenía más fuerza. Y yo dije ‘me voy a poner fuerte y me voy a defender. Voy a demostrar que él no tiene derecho a pegarme. Tuve que aprender a defenderme para poder salir de ahí. Hacía flexiones de brazo, trabajos de fuerza, no me había subido a un ring antes de separarme de esa persona. Pero sí aprendí a defenderme porque me preguntaba: '¿Hasta cuándo me va a pegar sin motivo?’. No tenía por qué sufrir así todos los días. Para pelear en contra del miedo, justamente aprendí a defenderme."
 
Con apenas un año la Locomotora se fue de su pueblo natal El Carmen (Jujuy) a vivir a Alejandro Roca (Córdoba). Su padre, camionero, dejó la provincia jujeña para buscar una vida más digna para sus hijos. Es la cuarta de los siete hermanos que tienen una particularidad: se definen como "los siete mares" por el comienzo de sus nombres. Marcelo, Martín, Mariano, Marcos, María Dolores, María Sol y, ella, Marina Alejandra. Su infancia fue atravesada por la pobreza pero en la escuela fue una excelente alumna, era la mejor de la primaria. De piba cosechó en el campo, manejó tractores y le cambiaba la rueda cuando se rompía.: “Mi infancia fue dura pero muy linda. Podés decir ¿pero cómo? Si te cagaste de hambre, si vivías con alpargatas y no sabías lo que era un par de zapatillas, comías polenta. Pero hubo mucho amor. Y el amor es todo. Es el motor que te moviliza a darle para adelante, a no sentir dolor, a perdonar, a luchar, a quererte, a cuidarte, a cuidar a los demás, es el arma, es la fuerza. El amor es la fuerza invencible. Tuve que aprender a trabajar a los siete años manejando un tractor en el campo. Con mi papá y mis hermanos sufríamos por tener un solo plato de comida al día, una vivienda con techo de chapa y un montón de agujeros. No teníamos cama, dormíamos en un colchón en el piso. Hacíamos fuego a veces para comer y nuestra taza era la lata de arvejas abierta que después de comerlas la usábamos para tomar el mate cocido. Lo que no me olvido nunca era lo rico que era ese mate cocido. Tan rico. Mi infancia soy yo. La misma Locomotora que está ahora sentada hablando con vos es esa niña que a pesar del dolor y de los golpes de la vida siempre venció, siempre ganó. ¿Por qué? Porque luché, porque soñé, porque sabía que la vida es maravillosa y que todo lo que te pasa son desafíos para darle para adelante.”

Uno de los tantos recuerdos duros y que marcaron su infancia, fue en la escuela primaria: “Estudié siempre mucho en la primaria, fui muy buena alumna. Siempre lo cuento porque es algo tremendo lo que me pasó, muy injusto: yo me merecía la bandera porque me encantaba estudiar y porque era la mejor, lejos. Pero por ser pobre no me dieron la bandera. La maestra me hizo pasar al frente de todos los alumnos y dijo: ‘¿A ustedes les parece que esto puede ser una abanderada?’ Yo estaba con las alpargatas de siempre, con el guardapolvo que usaba desde hacía años y me faltaban botones, despeinada por supuesto porque llegaba del campo llena de tierra y me iba a la escuela. Pero la pobreza no tiene nada que ver con la inteligencia. La gente que tiene mucho dinero no significa que sea inteligente. Hay muchos talentos en los barrios, hay muchos talentos en las villas. El tema es que nadie les dice: ‘Cree en vos’. Nadie alimenta esa autoestima. En la escuela te enseñan aritmética, Lengua, Geografía, ciencias, pero no te enseñan a quererte, a cuidarte, a saber que vos podés. Yo terminé la primaria y empecé el secundario, pero dejé cuando quedé embarazada.”

Un día su vida cambió, a los 14 se enamoró y comenzó la peor pesadilla de su vida: " Fui mamá a los 15 años. A los 14 iba al secundario, me enamoré, quedé embarazada, me fui con él, me junté y dejé la escuela. Me enamoré y nos mudamos a una casita muy humilde, era la última miseria que te podés imaginar. Era una pieza sin luz, sin baño, sin agua. Comíamos la primera o segunda semana del mes y después tenía que ir a la casa de mis padres porque no teníamos para comer. Cuando me junté con él descubrí que ese príncipe azul desapareció. Se transformó en un monstruo. Era una basura. Comenzó el maltrato y me pegaba por nada, porque tenía ganas nomás. Cuando volvía de trabajar o cuando estaba conmigo. Me destrataba todo tiempo. Siempre fue violento. Lo que hice fue aprender a defenderme sola porque en el pueblo no había boxeo. Así que cuando él no estaba hacía sentadillas, abdominales en el piso, entrenaba con mi sombra. Hasta embarazada me pegaba. Cuando nació nuestro hijo, tenía 10 días y lloraba como cualquier niño, él no aguantó y le pegó. Y cuando le pegó le dejó toda la mano marcada en la espaldita y en la cola del bebé. Le grité asesino y me cagó a palos otra vez. Ahí dije: ‘Esta es la última’. Prefiero estar muerta pero no seguir así. Y también dije para mí: ‘Te la voy a devolver, yo también puedo pegarte, yo sé que puedo, yo sé que tengo fuerza’. Quería que él sintiera lo que yo sentía. Ese miedo, ese terror, ese dolor, esa angustia. Un día vino a pegarme como lo hacía siempre. Entonces lo esperé, cerré el puño y le di con toda la fuerza que tenía. Cayó sorprendidísimo al suelo. Agarré mi bebé, una bolsa de nylon, y me fui. No volví nunca más.”

Un nuevo comienzo empezó en la vida de Alejandra: “Al comienzo changueaba. Iba casa por casa vendiendo empanadas, alfajores o si observaba el pasto alto en los domicilios se ofrecía para cortarlo. Hasta que en uno de sus tantos recorridos pasó por una radio, entró y pidió trabajo para hacer lo que sea. Ser buena alumna en la primaria le dio la posibilidad de aprender a leer como pocos. Entonces la emplearon para leer el diario en un programa. Ahí comenzó a salir el sol: "Yo siempre admiré a Mike Tyson. Era mi ídolo de chiquita y quería ser un boxeador como él. Un día leo en el diario que Tyson había salido de la cárcel, y dije al aire 'cómo me gustaría ser boxeadora'. En ese momento estaba escuchando la radio un ex boxeador que estaba en el pueblo. Fue hasta el estudio y preguntó '¿quién dijo que quiere boxear?' Le dije: '¡yo quiero!' Y me contestó que me iba a 'hacer pelear'. Al mes armó un festival de boxeo con una chica del pueblo y ahí empezó mi carrera. Un día leo en el diario que Tyson había salido de la cárcel, y dije al aire 'cómo me gustaría ser boxeadora'. Al poco tiempo ya tenía mi primera pelea. Del miedo que tenía estuve a punto de decir que no. Lo llamé a mi papá y le dije 'tengo miedo, me parece que metí la pata'. Tengo que pelear y si me cagan a palo después se van a reír toda la vida en el pueblo. Era miedo y vergüenza. Pero mi padre me dijo la mejor frase de mi vida, que me ayudó  a ser lo que soy hoy, una campeona del mundo. Él me dijo: ‘Hija, si no lo hacés te vas a arrepentir toda tu vida de no haberlo intentado. Si es tu sueño, dale para delante. Pelea por tu sueño’.” Así comenzó el génesis de las seis veces campeona del mundo.
 
“Mi sueño era ser boxeadora profesional. Representar a la mujer. Y saber hasta dónde podía llegar. Quién era la Locomotora en realidad. Por eso, cuando se presentó la oportunidad del título mundial apenas tenía siete peleas solamente en los barrios, no me conocía nadie, nunca había peleado por televisión, pero dije ‘Sí, voy a ganar’. Me pasó lo mismo con el segundo cinturón, con el tercero y el cuarto, que tuve que subir ocho kilos y enfrentarme con una bestia: ‘La Roca’. Una colombiana, que es militar además de boxeadora. Noqueadora encima. Al tener más peso, ser más alta, más grandota, y yo tan chiquitita, me podía matar de un golpe. Pero dije ‘le voy a ganar’. Quería saber quién era yo. Y gané seis títulos mundiales. Cinco títulos mundiales en diferentes pesos. Mayweather tiene cinco cinturones mundiales, es pentacampeón en diferentes categorías. Yo mis títulos los gané por knock out. Mayweather los ganó por puntos. Y no es lo mismo goleada, que penales. Soy la mejor del mundo porque me reconoció el Récord Guinness. En 2013 gané mi primer Récord Guinness con cuatro cinturones mundiales. Y en 2017 batí mi propio récord y gané el quinto cinturón.  Me siento orgullosa. Orgullosa de ser mujer, orgullosa de representar mi género, orgullosa de decir: ‘la mujer puede hacer lo que sienta’. Y por ser boxeadora no dejas de ser mujer. Porque soy mujer, soy mamá. Igual que un hombre: si se pone a lavar un plato, no va a dejar de ser hombre. No tiene nada que ver lo que uno elija o cómo uno se perciba. Por eso lucho por la igualdad, porque es muy injusto ser mujer en el mundo del boxeo. Nos discriminan, nos usan como perros de pelea, somos las prostitutas del ring, no somos las campeonas. Te ponen el mismo cinturón, pero te dan dos pesos. No te podés comprar ni siquiera un auto usado. Yo del boxeo no me compré ni un cachivache viejo. Y hay ex campeonas del mundo que están en la calle, en la ruina, que sus casas son de lona, que viven en una villa hasta con un terreno que no es propio. Y a mí me duele porque han representado al país, porque no han sido premiadas ni por la Federación Argentina de Boxeo, ni por el gobierno de sus provincias, ni por la Nación, ni por el intendente.”


Por todo lo que pasó en su vida, Oliveras sostiene que lucha por la igualdad de género: "Mi sueño es la igualdad, que la mujer diga: ‘nosotras ganamos igual, somos iguales’. No existe el sexo débil: existe la mente débil. Eso siempre lo digo en mis charlas motivacionales. Yo me considero una luchadora por la igualdad, no sé si ponerle que soy feminista. Yo valoro y respeto al hombre pero hay que enseñarle que nosotras somos iguales. La cultura piensa que la mujer es el sexo débil pero si vos a una niña la mandás a un gimnasio de boxeo a entrenar ya sabe que puede defenderse, tiene fuerza, sabe cuándo viene una piña para esquivar. No digo que se transformen en boxeadoras profesionales pero que aprendan a defenderse. Yo soy de las que piensa que cualquier deporte te levanta la autoestima. Aprendés a cuidarte, a quererte. En mi gimnasio vienen mujeres golpeadas, les cambiamos la mente y les salvamos la vida todos los días. Nunca te confiesan que comienzan a entrenar porque sufren violencia de género pero con el tiempo lo terminan aceptando. Me dicen: 'sufro violencia, por eso vengo'. Tienen tanto miedo que por eso no me cuentan de entrada. La satisfacción está en poder ayudarlas. Tengo casos de mujeres que han sido violadas y que tienen ese dolor tan profundo. Acá aprenden a superarse, a respetarse y a valorarse. Vienen defenderse, dejan platos en la casa, la mugre que limpian y dicen: 'Ahora pienso en mí, quiero verme linda, fuerte, hago algo por mí'. Yo me considero un ejemplo por todo lo que sufrí, por todo lo que pasé, porque salí para adelante, luché por mi lugar, yo soy un ejemplo y por eso me siguen y me quieren. Donde voy me aplauden, por eso tengo tanto cariño en todo el país. Nadie nació para sufrir. Tenés una vida, hay que aprovecharla, disfrutar, luchar por tus sueños. Sea lo que sea luchá por salir adelante. Yo voy a seguir luchando por todas las mujeres del mundo para que algún día seamos iguales. Siento que tengo esta gran misión en este mundo.”
 
Alejandra Marina Oliveras  nació en El Carmen, provincia de Jujuy, el 20 de marzo de 1978. Cuarta de siete hermanos —cuatro varones y tres mujeres—, transitó su niñez en el campo, donde manejaba tractores, recolectaba maníes y cargaba bolsas de arpillera de 30 o 40 kilos. Como profesional del boxeo obtuvo seis coronas mundiales que incluyen las de peso supergallo de la WBC, de peso pluma de la WBA y de peso ligero de la WBC. A lo largo de su carrera acumuló 33 victorias, tres derrotas y dos empates. Además de su destreza en el cuadrilátero, estableció dos récords Guinness y consolidó su legado como una de las figuras más icónicas del boxeo femenino.

Alejandra "Locomotora" Oliveras debutó como profesional el 12 de agosto de 2005, en General Levalle (Córdoba) venciendo por knockout a María del Carmen Potenza. El 20 de mayo de 2006 se consagró campeona mundial peso Súper Gallo de la WBC, al vencer por nockout a Jackie Nava en Tijuana, México. El 12 de agosto de 2011 se consagró Campeona Mundial de Peso Pluma de la WBA, al vencer a Liliana Palmera, en Río Cuarto y el 5 de enero de 2012 obtuvo el título mundial de Peso Pluma de la WBO, al vencer a Jessica Villafranca en San Antonio de Areco, título que defendió exitosamente cinco veces. El 11 de octubre de 2013 obtuvo  su cuarta corona mundial, esta vez de Peso Ligero de la WBC, al vencer a Lely Luz Flórez. El 8 de abril de 2017 venció en diez asaltos por puntos a Lesly "La Explosiva" Morales en la Ciudad de Cutral Co (Neuquén) y se consagró como Campeona Mundial Súper Pluma de la WPC - Comisión Mundial de Pugilismo y obtiene su 5 título en el Gimnasio Municipal “Enrique Mosconi”. A finales del 2018 propuso "la pelea del siglo", lo cual consistía en pelear la misma cantidad de tiempo que un boxeador hombre, 12 asaltos de 3 minutos, ya que las mujeres suelen pelear 10 asaltos de 2 minutos. El 11 de mayo de 2019, Oliveras venció a Lesly Morales en el octavo asalto por nocaut técnico, llevándose así el título del mundo de la Comisión Mundial de Pugilismo.

Desde sus comienzos Alejandra Oliveras colabora solidariamente con comedores y grupos sociales. En 2020, debido a la pandemia del COVID-19, la boxeadora se radicó en la Ciudad de Santo Tomé (Provincia de Santa Fe), donde junto a sus amigas creó el Team Locomotora, un grupo de solidaridad con el que emprendió un fuerte trabajo social y mediante el cual realiza colecta de alimentos para colaborar con distintos merenderos hasta hoy en día. Cuando se retiró del boxeo se convirtió en una gran motivadora y conferencista, llevando sus vivencias y palabras a todo el país: “El tema de motivar a la gente me encanta realmente porque vos sabés que llega al corazón, y cuánta gente hace un click y dice: ‘Sí, me voy a levantar’. Sabés la cantidad de señoras que me dicen: ‘Antes llamaba por teléfono para que me trajeran las cosas, ahora me voy caminando al supermercado, muevo el ojete. Tenés razón’. Me dicen que les cambió el humor. Por supuesto, porque todo lo que te digo es para que te haga bien. Yo quiero que la gente sea feliz, porque no hay nada más lindo que ver a una persona con una verdadera sonrisa. Te inspira, te contagia. Y a pesar de que uno puede tener miles de problemas, esto es la vida. Y si podés ayudar a través de la palabra a que un niño haga deporte, le salvas la vida. A una mujer o a un hombre que fuma, que se está matando con esa mierda todos los días y decirle: ‘Dejá de ser pelotudo, te hace mal, querete un poco’. ¡Cuánta gente dejó el cigarrillo escuchando mis mensajes! ¡Cuánta gente empezó a adelgazar! Cuánta gente transformó su tristeza, su depresión en inspiración, en alegría. Eso me produce mucha felicidad. Te juro que me siento multimillonaria porque el cariño que recibo me pasa de punta a punta en todo el país, de norte a sur, de este a oeste. Y me siento orgullosa, porque esto que yo gané no se compra con dinero, sino con el corazón. Yo quiero transformar el mundo. Quiero que la gente sea feliz y saquen el campeón, la campeona que llevan dentro. Porque la vida es un milagro y si estás vivo tenés la oportunidad de luchar por tus sueños. De amar mucho, de ayudar, de valorarte, de valorar. Me encantaría que las personas vayan caminando por la calle con una sonrisa, con la frente en alto, disfrutando del sol, del aire o la lluvia o el viento, el frío o el calor. Porque la vida es maravillosa.”