
Intimamente
Sábados 22 a 23
Alejandra Rubio
Cacho Buenaventura: "El humor es sanador"
El reconocido humorista cordobés Cacho Buenaventura, habló con Alejandra Rubio en Íntimamente, sobre su historia, su carrera artística, el amor de toda su vida, la importancia de la familia y de cómo luego de pasar por cuatro pancreatitis, un infarto y siete stents en su arteria derecha, utilizó el humor para ayudar a los demás: “Desde que me recuperé y luego de estar tanto tiempo en terapia intensiva, siempre me piden en mi espectáculo una anécdota sobre el tema, me vienen a escuchar para superar operaciones y distintas enfermedades. A mí me dieron hasta la extremaunción. Estoy acá solo porque Dios lo quiso y gracias a los médicos y el amor de mi familia. El humor es sanador y el público me lo hace saber en cada espectáculo. La idea en mis shows es que nos juntemos a reírnos de lo que nos pasa, pasar lo feo de la mejor manera y celebrar que estamos vivos.” Aseguró Cacho Buenaventura que ya pasó los 50 años con el humor y actualmente lleva su espectáculo por todo el país.
Alfredo Silva: "El humor me ayudó a superar el bullying"
El reconocido cómico argentino, nació con Síndrome de Crouzon, una malformación de cráneo que alteró la ubicación natural de sus ojos y transitó su niñez y adolescencia con la cruz de las burlas. A los 18 años lo operaron y su destino cambio. En Íntimamente con Alejandra Rubio, repasó su vida: su infancia, el bullying en su adolescencia, sus comienzos, el cariño del público y como superó sus complejos riéndosele de sí mismo: “Nací con el ojo izquierdo muy afuera además de desviado. Era muy impresionante para la gente verme, me miraban por la calle y me señalaban como un fenómeno. Mis padres me llevaron a infinidad de médicos en mi infancia, hasta llegaron a ofrecerle sacarme el ojo y ponerme uno de vidrio solo por estética. Aprendí a vivir con eso y pese a todo fui un niño feliz. Mis padres hicieron un gran trabajo para eso. El humor y aprender a reírme de mí mismo fue fundamental. El cariño del público fue sanador. Sentirme tan querido me curó todas mis heridas.” Aseguró el humorista que logró el cariño de grandes y chicos, con su humor para toda la familia.
Silva comenzó ganándose un nombre en el circuito de bares y pubs de Buenos Aires hasta llegar a presentar sus propios shows y ser uno de los cómicos más requerido en la actualidad. Conquistó al público en “Peligro Sin Codificar” y lo sigue haciendo en varios programas, incluido el legendario “Polémica en el Bar”. Rápidamente se convirtió en un fenómeno del humor en redes sociales y grupos de whatsaap, ganándose el cariño de grandes y chicos. Hoy es el humorista que más shows hace, trabajando para toda la familia, haciendo shows multitudinarios y hasta llevando su humor a fiestas familiares, realizando “Humor a Domicilio”: “Amo lo que hago, incluso voy yo con mi propio auto manejando. Recorro todo el país. Hasta mil kilómetros voy con mi auto. Me ha tocado de ir hasta Carmen de Patagones con el auto y hacer el show en una casa de familia, para solo 6 personas, terminé el show y me volví. Después he trabajado para más de 20.000 y te puedo asegurar que la emoción es igual. Contar chistes para una persona, para 10 o para 10.000 es igual, es como estar rindiendo un examen y no sabes si te va a ir bien o mal. Por eso yo voy probando en el escenario y hasta que no saco la risa generalizada. No paro.”
Alfredo Silva nació en Don Torcuato, partido de Tigre, el 6 abril de 1970 y así cuenta su propia historia: “Soy el mayor de tres hermanos. Tengo un hermano y una hermana menor. Con mi hermano nos llevamos solo 11 meses de diferencia. Mi hermana es dos años menor. Mi papá y mamá aún viven. Mi papá siempre se dedicó a la venta de autos y mi mamá es agrimensora, aunque ya son jubilados los dos, pero mi papá sigue vendiendo autos. Somos una familia muy unida y con mucho amor. Cuando nací, nací con el ojo izquierdo muy afuera además de desviado. Era muy impresionante como lo tenía para afuera, me miraban por la calle y me señalaban como un fenómeno. Mis padres me llevaron a infinidad de médicos en mi infancia, hasta llegaron a ofrecerle sacarme el ojo izquierdo y ponerme uno de vidrio para que me quedara la cara más estética. Lo que tenía se llama Síndrome de Crouzon y es una malformación en el cráneo. Aprendí a vivir con eso y pese a todo fui un niño feliz. Mis padres hicieron un gran trabajo para eso. Yo nunca necesite un psicólogo, mis padres y mis amigos del barrio fueron una gran contención. El humor y aprender a reírme de mí mismo fue fundamental. Uno aprende a crear sus propias herramientas. Yo era el gracioso en casa, en las fiestas familiares, en el colegio. Cuando la maestra faltaba yo pasaba al frente y me ponía a contar chistes para divertir a todos mis compañeros. La peor época fue en la adolescencia, ninguna chica me dio la oportunidad de conocerme como algo más que amigo. Yo intentaba tener una vida normal, salir, ir a bailar, lo que hace cualquier adolescente, pero era casi una utopía para mí. Iba a las discos con mi grupo de amigos y a mí nunca me dejaban pasar, siempre era una excusa diferente: ‘Con esos zapatos no podes entrar’ me decían. Me iba a mi casa, me cambiaba y me volvían a decir lo mismo. Me refugiaba en los recitales, ahí no había problemas de admisión, no hay discriminación, pasa cualquiera, igual que en las canchas de fútbol. Cuando me hice conocido y comencé a trabajar en boliches, más de una vez me encontré sacándome fotos en el Vip, de los lugares donde no me habían dejado entrar. Fue muy loco para mí, estar ahí como una celebridad, en ese lugar por el que tanto había sufrido por no poder entrar.”
El humorista Yayo Guridi lo bautizó ‘la ametralladora del humor’ por su forma de contar mil chistes en pocos minutos. El desdramatizar las burlas y reírse de sí mismo, lo convirtieron en un gran ejemplo de resiliencia. En el programa de Johnny Allon en Canal 26 hacía una parodia de Chirolita: “Le puse Virolita, por el tema de los ojos, ¿no? Me gusta mucho jugar con mi aspecto físico, por no ser muy atractivo. En mi humor prefierp reirme de mi mismo, nunca de los demás. No me gustan las cargadas al otro, no se a quien le puede caer mal. Prefiero hacerlo conmigo, ese es mi estilo y a la gente le gusta. Sé lo que es la agresión y lo que duele. Sé cuándo la cargada es con ironía y cuando es con agresividad o hiriente. Me operaron a los 18 años. Siempre les voy a estar agradecidos a mis padres porque pagaron por la operación. Me mandaron el ojo para atrás, para que quede parejo con el otro me acomodaron bastante todo. Aunque el estrabismo me quedó. Después de todo eso empecé a jugar con mi aspecto en mis monólogos y hago una biografía de mi vida desde que nací hasta el día de hoy. Y me cargo mucho con la vista. La cara es el fuerte mío, reírme de mí mismo, fue mi gran acierto y algo reparador.”
Su vocación por el humor surge a muy temprana edad: “Mi vocación del humor surge desde chico, soy humorista desde la cuna. Hacer reír es lo más lindo que hay. Era el que contaba chistes en reuniones familiares, en el colegio, en rondas de amigos. Siempre fue mi forma de ganarme el cariño y la simpatía de los demás. En la época de los cassettes me compraba uno de música, me gustaba el rock, pero también me traía uno de Luis Landriscina, del “Negro” Álvarez o de “Cacho” Buenaventura. Ya a los 10 ó 12 años me compraba libros de chistes. El humor y el contar chistes era un vicio desde pequeño. Empecé (profesionalmente) en una radio de Gral. Pacheco, partido de Tigre, producía mi propio programa sin auspiciantes. El dinero lo obtenía de mi trabajo. Yo trabajaba en un astillero y, como vivía con mis padres, lo que ganaba lo usaba para sustentar mi espacio en la radio. Así con mucho esfuerzo, pero convencido que era lo que amaba, comencé. Sabía que tenía que invertir para ganar y no me equivoque. Hoy miro hacia atrás y entiendo lo necesario que fue para mis comienzos.”
Refiriéndose a sus inicios en televisión, Alfredo detallo: “Yo creo mucho en Dios. El destino y la suerte también tienen que ver mucho en mi vida. A mí me gustaba jugar mucho al fútbol, un día estaba jugando con mis amigos y me esguince el tobillo, sin poder continuar. Me fui a buscar mis cosas atrás del arco y estaba sonando el teléfono – en ese tiempo no existía ni whatsapp – y era un productor de parte de Anabela Ascar, ella me había escuchado en mi programa de radio que hacía en Tigre y quería invitarme a su programa. Si yo no me hubiese lesionado, nunca hubiese atendido el teléfono y me habría perdido la oportunidad. Esto fue un sábado y el lunes ya estaba debutando en Crónica. Fue un éxito, lo único que me dijeron, tanto Anabela como su productor: ‘Vos tenés pinta de loco, no te tenés que vestir serio. Buscate un estilo que llame la atención. Trajes de colores o ropa que no te convine’. Empecé a comprarme trajes de colores y a cortar el pelo de forma desmechada para que parezca que soy un muñeco o que tengo una peluca y funcionó. Su consejo me abrió las puertas del mundo del espectáculo. Les hice caso y acá estoy. Yo para ese día le había pedido el traje de casamiento a mi hermano y me había peinado con gomina. Después surgió este personaje. Luego comenzaron a llamarme seguido y eso hacía que me salieran muchos shows. Yo era operario de un astillero en Tigre. Cuando empecé a ir a Crónica, me tenía ir temprano del trabajo. Me pegaba una ducha y me iba al canal. Al otro día, recuperaba las horas. Con Anabela arranqué en el 2009. Estoy muy agradecido con ella.”
“Y así fui armando mi personaje – continuo Silva-. Gesticulo mucho. Con la cara, con la mirada, me río de mí mismo. Me cargo que soy feo, ese es el estilo mío (risas). Lo mío lo defino como un “humor paranoico”, porque represento a un personaje que está totalmente loco. De hecho en los eventos (muchas veces), me bajo del escenario, me subo a un parlante, trato de no pestañear. Parece que no estoy en mi sano juicio. Ese es mi personaje, entrar despeinado, ojos desorbitados, con la corbata torcida. Jugar con esa estética es mi fuerte. Ese es el personaje que fui creando y mi estilo. Cada humorista tiene un estilo propio y que yo respeto. Me río de mí mismo pareciendo alguien no muy cuerdo. Muchos piensan que tomo, que mi estética es porque estoy borracho, pero yo no tomo, ni fumo. Es solo un personaje.”
Siguiendo con su relato cronológico, el humorista detalló: “Seguí en el astillero hasta que me empezaron a llamar de Sin Codificar, se me complicó. Y llegué a un punto en el que tuve que elegir. Entonces hablé con mi jefe, con el que tenía una muy buena relación. Le expliqué la situación y me dijo: ‘Vos probá. Y si te va mal con el humor, acá tenés las puertas abiertas para volver’. Siempre le voy a agradecer. Fue una decisión muy difícil porque siempre fui muy responsable con el trabajo y no sabía que iba a pasar con el humor. Renuncié a mi antigüedad y me podría haber salido mal, pero me la jugué, era mi vocación. El aplauso del público y su cariño, me sacó de cualquier tristeza. Me la jugué y no paré más, aunque fui creciendo de a poco. La televisión me sirvió para que me conozcan y eso me trajo mucho trabajo. El humorista vive más que nada de los eventos que hace y, gracias a Dios, la televisión me sirvió mucho para que la gente me conozca. Hasta el día de hoy no puedo creer que me conozcan en todo el país y me quieran tanto. Me lo demuestran en l calle, me escriben a mis redes y hasta mi wpp a veces solo para decirme que soy un fenómeno, que los hago reír y eso para mí es impagable. Me siento tan querido que cualquier herida que pude tener el pasado por el bullyng que sufrí, quedó en el pasado. Hoy tengo un hermoso presente, estoy casado con Sabrina, que es un amor de persona y tengo mucho trabajo de lo que me hace feliz, más no puedo pedir.”
Y “el pibe de los astilleros” paso de una radio comunitaria, solventada por el mismo, hasta una presentación triunfal en la Cadena Caracol de Colombia: “Fue casi un sueño, estuve en Colombia, en la Cadena Caracol contando chistes, representando a la Argentina en un festival de humoristas. Fue un gran orgullo para mí estar y el recibimiento del público. Era otro país, otras costumbres, no sabía si se iban a reír de mis chistes, de mi humor. Cuando el público se empezó a reír y aplaudirme fue hermoso. Después me anime a ir a otros países: Uruguay, Paraguay, Chile. Estudio un poco su humor y después le pongo mi impronta. Todo surgió gracias al programa de Johnny Allon que se veía en todo Latinoamérica. A Johnny lo conocí porque había ido de invitado a Peligro Sin Codificar, donde a mí me invitaban muy seguido, me vió ahí, le gustó lo que hacía y me comenzó a invitar a su programa. Gracias al humor y a Peligro Sin Codificar también conocí a mi esposa, ella hace Stand Up e iba siempre a la tribuna del programa, ahí nos conocimos, nos enamorados y hoy llevamos casi 4 años de casados. Ella me acompaña mucho en mi trabajo y tiene dos programas de radio en los que trabaja.”
El futbol y el humor están unidos en el corazón de Silva. Cumplió el objetivo de hacer reír a Juan Román Riquelme y muchos clubes, no solamente disfrutan de su show, sino que lo han usado mucho como cábala. Y así lo cuenta el humorista: “Dicen que doy suerte jajaja y, no sé si es por la buena onda, pero algo se genera y las cosas mejoran siempre. Por ejemplo, fui a contarles chistes a los jugadores de Defensa y Justicia y a partir de ahí hicieron un campañón. Ferro venía perdiendo mucho y me llamaron el día en que le ganaron a Alvarado, cuando yo había ido a la concentración. Lo mismo en Dálmine, en San Lorenzo, también en Racing… Y da la casualidad de que como muchas veces que yo voy los equipos ganan, me siguen llamando. Pero en especial recuerdo una vez que me llamaron de Boca y fui el único que lo hizo reír a Riquelme. Ese fue uno de mis mayores logros. Yo toda mi vida fui hincha de Ferro, pero resulta que mi amigo Carna es de Boca y me contactó con la gente del club. En ese momento, Bianchi era el técnico y me llamaron para hacerles una sorpresa a los jugadores de Boca en Casa Amarilla. No me olvido más que Marcelo London, el dirigente, me dice: ‘Vos salí y contales chistes a los jugadores y no te preocupes si Riquelme no se ríe porque él es especial’. Dicho y hecho. Habían terminado de comer, yo entro al lugar y me empiezan a aplaudir todos menos él. Me miró de reojo. Hasta que empecé a contar chistes y, creeme lo que te digo, Riquelme fue el que más se rió. Le pegaba piñas a la pared… Riquelme quedó sorprendido y me preguntó cómo hacía para acordarme de tantos chistes. Nos quedamos charlando un rato, aunque de lo que menos hablamos fue de fútbol. Después de eso quedó muy buena onda y he ido a eventos particulares para amigos suyos, y lo mismo con otros jugadores.”
Entre sus logros más preciados se encuentra el haber revertido un abucheo de miles de personas en aplausos: “Hace tres o cuatros años, Boca jugó un amistoso contra el Villareal de España en la Bombonera. Me dieron un micrófono inalámbrico y me hicieron entrar en el entretiempo a contar chistes. Solo ante 40 mil personas. Había insultos, silbidos... No me daban pelota. Imagínate que el sonido en una cancha es una cagada y yo escuchaba que desde todas las tribunas me insultaban, me silbaban… ¿Y sabés cómo lo solucioné? Se me ocurrió empezar a cantar: “Y ya lo ve, el que no salta, se fue a la B’. Después del cantito empecé a contar chistes en contra de River y la gente ahí me empezó a aplaudir, empezó a escucharme. Parecía un barra brava. Sabía que no podía irme abucheado y logré la ovación. Gracias a River, me los puse a todos en el bolsillo. Y me fui aplaudido. Después de eso, no le tuve miedo a nada más.”
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“Lo importante en el humor es renovarse todo el tiempo, un cantante por ejemplo tiene una buena canción y se la van a pedir 200 mil veces, el chiste sirve una vez nomás. Se acabó la paciencia de escuchar. Salvo el que hace stand up. Es otra cosa, es humor americano. Muy bueno pero para cierto público, selectivo. En cambio, el chiste es universal, no pasa de moda. No tiene derecho de autor, va de boca en boca. Inventé chistes que andan por todos lados y no quedan registrados, como una canción que tiene un autor. Yo tengo la suerte que no se me olvida ningún chiste. Vos me lo contás una vez y listo. De hecho, eso me da la capacidad de no repetir ningún espectáculo y de adaptarme a todos los públicos. Es una cosa increíble porque a veces no me acuerdo donde dejé las llaves pero me cuentan un chiste una vez y no me lo olvido más. Para mí el secreto del humorista es saber seleccionarlos. No cuento los que me gustan a mí sino los que quiere el público. Voy a hacer un show y según el público o la cara que ponen cuando empezó a contar os chistes, los voy cambiando. Ningún shows es igual a otro, trato de darle al público lo que viene a buscar y todos son muy agradecidos. Yo también soy muy agradecido al público por sus demostraciones de afecto y a gente como Gustavo Pavan, que fue mi gran consejero, a Esteban Mirol, Pichu, Pachu, Yayo (Que me puso la ametralladora del humor), Carna, Pablo Muney, Diego Korol, Alacrán, Mariano Iúdica, Gustavo Sofovich, Anabela… Todos me ayudaron mucho a crecer y ganarme humildemente mi lugar.” Detalló el humorista.
Refiriéndose a su futuro y confesando su sueño más íntimo como artista, Alfredo Silva aseguró: “Mi sueño es seguir creciendo, la carrera del humorista no tiene fin, como la de un futbolista que se retira y puede hacer su carrera como técnico. El humorista mientras esté bien de salud, se puede subir a un escenario y si tiene bien las neuronas para desarrollarse y renovarse, puede contar chistes todo el tiempo. Lo lindo de la carrera del humorista es la longevidad del oficio. Mi sueño es estar siempre en la TV. (la pantalla ayuda mucho), las redes sociales y los videos también. También me gustaría hacer ficción. Tuve una participación en la miniserie que se realizó sobre la vida de Carlos Menem, donde lo interpretó Leo Sbaraglia, y me encantó. Me encantó hacer ficción, aunque mi fuerte son os chistes y no quiero dejar de contarlos jamás. Nunca soñé vivir de esto sinceramente, fue un regalo de Dios que agradezco infinitamente. ” Concluyó el humorista que no se quedó en el lamento, se reinventó a sí mismo, y ganó la popularidad y el cariño de la gente.
Locomotora Castro: “Fui un pibito desnutrido y agradezco hoy poder ayudar a que muchos no pasen hambre”
El reconocido ex campeón mundial de boxeo, Jorge “Locomotora” Castro, habló con Alejandra Rubio en Íntimamente sobre su dura infancia, su inspiradora historia de vida y de cómo convirtió su gimnasio en un comedor comunitario para asistir a los más necesitados y administra, sin ayuda del gobierno nacional, varios comedores en Temperley y diferentes puntos del conurbano bonaerense: “Yo fui un pibito desnutrido, por eso me importa ayudar a los que más pueda para que no pasen hambre. No quiero que pasen hambre como pasé yo. La pasé fea en mi infancia. Hoy tengo la bendición de poder ayudar y lo hago. Apenas iba a inaugurar, tuve dieciocho meses cerrado el gimnasio por la pandemia y se me ocurrió hacer una olla popular para ayudar a treinta personas, vinieron sesenta, y empezamos repartiendo el alimento. Hoy tenemos catorce comedores y 9 merenderos que abastecemos con ayuda de la gente y distintos empresarios.” Aseguró Jorge “Locomotora” Castro, quien realizó 146 peleas, 3 empatadas, solo 11 perdidas, 130 ganadas y 90 por nocaut.
Jorge “Locomotora” Castro, conocido cariñosamente como “El Roña”, decidió convertir su gimnasio en un comedor comunitario para asistir a sus vecinos más necesitados en plena pandemia, inspirado por su propia experiencia de hambre y desnutrición durante su infancia: “El comedor comenzó a funcionar en 2020, cuando la pandemia de coronavirus me obligó a cerrar. Abrí en marzo y en abril tuve que cerrar por la pandemia. Ahí hice una olla popular, después dos, después seis ollas… la gente primero venía con un tupper, después con una olla y se llevaban para comer toda la semana. Yo fui un pibito desnutrido, por eso me importa ayudar a los que más pueda para que no pasen hambre. La demanda cada vez es mayor y nosotros, por suerte, vamos creciendo. Hay mucha necesidad, pero también mucha gente buena que ayuda. El ser conocido me facilitó mucho las cosas. Empecé yendo a pedir al mercado central y fue increíble como todos me llamaban desde los puestos para ayudarme. Fui muy pobre, pero gané mucha plata y supe administrarla. Peleaba y compraba casas. Le di un techo a cada uno de mis 15 hijos, a mi mamá, a todos mis hermanos. Tuve la posibilidad de ganar mucho dinero y de repartirlo con los que quería también. Yo no necesito nada, pero hay mucha gente que sí y, el poder darles un plato de comida, me llena de satisfacción. Arranqué intentando dar de comer a 30 personas y después empezó a venir más gente. Llegamos a tener 628 personas. Me levanto a las cinco de la mañana para ir al Mercado Central, ahí me dan choclo, morrón, zanahoria, papa, cebolla, limón, calabaza, tomate, verduras… Yo mismo lo reparto, tengo veintiuna personas trabajando conmigo. También reparto: pan (más de 500 kilos) leche, azúcar, té, yerba, puré de tomate, harina, fideos, arroz, lenteja, polenta y hasta hamburguesas, patitas, medallones. No es que vienen con una bolsita, traen un carro o una bolsa grande y se los lleno. Repartimos guardapolvos y útiles para los pibes del barrio porque hay muchos que no tienen los elementos para ir al colegio y nosotros se los damos. Tengo un montón de cosas para repartir, gracias a la ayuda de muchos, donaciones de fábricas, mayoristas y el apoyo de la provincia y la Municipalidad de Lomas también.”
"Locomotora" Castro comenzó a pelear de muy chico y se convirtió en uno de los boxeadores más emblemáticos de Argentina. Pero detrás de los guantes y los reflectores, se esconde un hombre con una historia de vida digna de una película. Nació en Caleta Olivia, Provincia de Santa Cruz, el 18 de agosto de 1967, y fue a vivir a Catamarca tras la separación de sus padres. “El Roña” sufrió hambre y violencia durante su niñez: “A mí nadie me la va a contar. Yo sé lo que es pasar el hambre, pasar el frío.... Mis padres se separaron cuando yo era chico. Nosotros éramos seis hermanos varones, yo soy el segundo, y a veces no había para comer. Mi mamá fue siempre portera del colegio N 6. A mis 9 años mi vieja me mandó a mí y mi hermano Emanuel (los dos mayores) con mi papá a Catamarca y estaba contento porque nos íbamos a Catamarca, pero no la pasé bien, la pasé muy mal. Mi viejo era alcohólico y me re cagaba a palos. Mi viejo chupaba, el alcohol lo perdía y me molía a trompadas, no sabés las necesidades que pasé, no comía, estaba como raquítico, algo así como le pasó a Carlos Monzón cuando era chico. Me acuerdo que mi vieja, cuando ya tenía 13 años, vino a visitarnos, se asustó cuando nos vio tan flacos, nos cargó en el colectivo y nos llevó nuevamente a Caleta Olivia con ella. Gracias a ella estoy vivo y soy quien soy. La pasé muy mal. Desde ahí no puedo ver en la calle gente que pase hambre, especialmente a los chicos. Yo estoy muy agradecido a mi mamá por haberme llevado y no fui rencoroso con mi papá. Incluso lo llevé a que vaya a ver mis peleas."
"En casa había que ayudar. Yo lustraba botas y vendía diarios, estuve ocho meses en el campo trabajando, era ovillador. Y cuando volví al pueblo, a Caleta Olivia, a los 14 años me puse a pelear. Yo me peleaba en la calle, por eso me decían: ‘busca roña’. Con solo dos días o de entrenamiento, me dijeron: ́Roña, ¿Querés pelear?’ y les dije que sí. Era un corajudo bárbaro. No le tenía miedo a nada. Mi mamá tenía que firmar el permiso, pero en ese momento ella quería que estudie. Yo le pedí a una señora que vivía atrás de nuestra casa, mintiéndole que era un permiso para ir al gimnasio y como mi mamá no estaba no lo podía firmar, y Dora me firmó el permiso para pelear. Mi vieja no sabía nada. Después de hacer esa primera pelea me pagaron como si hubiera limpiado botas por un mes y quería pelear todos los días. Ahí comenzó mi historia con el boxeo. A los casi 15 años, y con 55 kilos, hice mi primera pelea como amateur. Fue contra el “Trompa” Arce, que tenía 21 años, y así empezó mi carrera. Esa pelea la empaté. Con lo que me pagaban estaba feliz y quería pelear todos los días. Como uno mismo no podía pelear todos los días, yo me cambiaba el nombre y me ponía el nombre de todos mis hermanos, pero era todos yo. Mi mamá sufría mucho cada vez que subía yo al ring, no quería que me pegaran. Como amateur, sólo perdí dos peleas. Una en Chile y otra acá en la Argentina con Machado. Hice 128 peleas en cuatro años. Perico Duarte fue el primer técnico que tuve. Él me enseñó las nociones básicas. Siempre dije que fui tocado por la varita mágica porque cuando yo entré al gimnasio no sabía pegarle ni a la pera, no sabía saltar la soga, pero algunas cosas ya las tenía incorporadas. Los primeros cuatro meses, los boxeadores de Caleta me cagaban a piñas, pero después los superé a todos. Al Lana Park llegué recién en el 89, por que el Luna estuvo 17 años cerrado, sin boxeo. Peleé con el Puma Arroyo y ese fue el boom, porque éramos dos argentinos que veníamos muy bien. Le gané por nocaut en el noveno round con el Luna Park lleno y después empecé a recorrer el mundo.”
Refiriéndose a su presente Ex campeón mundial de boxeo, asegura: “Ahora va a salir una serie mía de siete capítulos, sobre toda la historia de mi vida. Va a estar muy buena. Hay otro actor que hace del Roña. La mía es como la historia de Rocky, que terminó todo cortado, nada más que lo mío fue verdadero. A mí me cortaron todo y pude ganar la pelea contra John David Jackson. Lo que muchos dicen que fue la mano de Dios del boxeo y lo recuerdan como un hecho histórico… Gané la pelea a puro huevo, pero cuando me vi en el espejo me puse a llorar. Estaba totalmente destruido, los ojos casi completamente cerrados de los golpes y me dolía absolutamente todo. Hoy vuelvo a ver esa pelea y hasta yo me emociono de ver mi guapeza. Gané muchas peleas por nocaut, en el primero, segundo, tercero y cuarto round. Yo le decía al fotógrafo: ‘Ponete acá, que ahí te lo voy a noquear’ Para que sacara la foto. El boxeo fue mi vida, desgraciadamente tuve que dejar porque mi cuerpo, después de un accidente muy grande que tuve (El 18 de junio de 2005 sufrió un accidente automovilístico en Buenos Aires, con un colapso de pulmón y varias costillas), no dio más… Pero peleé en todo el mundo, viví afuera, aprendí idiomas… Yo de chico no tenía nada. Trabajé en el campo durante meses y aprendí mucho. También lustré botas, fui chapista, vendía diarios… Mis hijos se cagan de risa cuando les muestro cómo gritaba cuando vendía diarios. Lo que pasa es que ellos no vivieron lo que me tocó a mí. Con el boxeo les pude comprar la casa a cada uno, motos... Les pude dar todo. Ellos no sufrieron. Muchos deportistas que también ganaron dinero no lo supieron cuidar. La fama te marea, el dinero también y hay que saberlo invertir. Gané mucha. Compré varias casas en Caleta Olivia. Compré casa acá. Vivo bien. No me falta un mango. Tengo plata ahorrada y puedo vivir con lo que generé. Yo no tuve los amigos del campeón. Mis amigos son mis hijos y mi pareja Gianinna. Esos son mis amigos. Son los que conozco y me conocen de verdad, los que siempre van a estar al lado mío. Conocidos del campeón hay todos los días, pero yo me doy cuenta enseguida. Muchas veces me ofrecieron droga, pero nunca acepté. Supe tener conducta en eso. A los 28 años vi que mi técnico no me enseñaba nada y lo llevé a mi hermano para que me asistiera. Para que el técnico me llevara agua, lo prefería a mi hermano. En vez que el técnico se llevara la plata, prefería que se la llevara mi hermano. Así me acompañó por 28 países y siempre estuve bien acompañado. Peleé en el Madison Square Garden y gané por nocáut en el cuarto round, en Las Vegas, Montecarlo, Francia, Alemania, Italia, África, Sudáfrica, China, Japón, Tailandia, toda Latinoamérica y EEUU… Estuve viviendo en Los Ángeles, Filadelfia, Montecarlo, Francia, Génova, en Japón… Aprendí varios idiomas para hacerme entender. Hablaba medio atravesado, pero los hablaba. Viajaba con mi mujer, de la que enviudé cuando tenía yo 32 años o con mis hermanos. Hoy mi vida es sencilla y feliz. Tengo salud a pesar de los golpes que recibí. Muchos dicen que las consecuencias no se ven a los 20, sino después de los 50. Que empiezan con problemas neuronales, que se les traba la lengua… Gracias a Dios a mí todavía no me pasó nada de eso. Me siento muy bien de salud y pudiendo ayudar. Que la gente confié en mí para hacerlo, no tiene precio. En el alias locomotora.castro22 y por Mercado Pago Jorge Fernando Castro, nos ayudan mucho y, aunque muchas veces la donación sea mínima, ayuda. Tenemos a varios chicos con patologías neurológicas degenerativas que necesitan de tratamientos muy costosos y que desde lo más profundo de mi corazón los ayudo como puedo.” Aseguró el querido boxeador.
Locomotora, en el gimnasio que lleva su nombre, en la Avenida Eva Perón 4730 en Temperley, además de ayudar, también enseña boxeo: “Doy clases de boxeo, pero no me gusta dirigir al boxeador. Acá es todo recreativo, no es competitivo. Acá viene el gordo, el flaco, el viejo, la vieja, el nene. Yo les enseñó a todos, pero no me gusta ser técnico, no me gusta vivir del esfuerzo de otro. De mí han vivido un montón y yo no quiero vivir de los pibes. También trabajó mucho en las cárceles, dando clínicas deportivas. Y les aconsejo a los pibes que cuando salgan, hagan deporte, agarren un trabajo. No es lo mismo la época mía que ésta que nos toca vivir. Hoy te pinchan los guantes o te pegan un tiro. Por eso les digo que hagan un deporte, para que el día de mañana puedan ser lo que fui yo”.
Jorge “El Roña” Castro, realizó 146 peleas, 3 empatadas, solo 11 perdidas, 130 ganadas y 90 por nocaut. Recibió el Premio Konex - Diploma al Mérito en el año 2000, otorgado por la Fundación Konex, como uno de los 5 mejores boxeadores de la década en la Argentina.
Fue campeón mundial en 1994, ganándole al campeón Reggie Johnson en Buenos Aires. Después retuvo el título ante Alex Ramos por nocaut, y viaja a Monterrey, para defender el título contra el campeón mundial de la WBO y de la WBA John David Jackson de Filadelfia. Hubo dos peleas posteriores en el programa Pago por visión en inglés pay per view (PPV): Félix Trinidad versus Oba Carr y Julio César Chávez versus Tony López… Pero quedará definitivamente en la historia por sus guapes ante Jackson. Cuando Castro comenzó bien en el primer asalto e hizo tambalear al retador con una buena combinación, pero Jackson se recuperó rápidamente en el segundo asalto y fue tomando el control de la pelea, mostrando superioridad técnica a medida que avanzaba el combate. En el tercer asalto dominado por Jackson, Castro sobre el final del asalto lanzó un potente derechazo y otras combinaciones que removieron a Jackson pero la campana salvo al retador de la furia de "Locomotora". Castro peleó de igual a igual hasta el cuarto y quinto asalto, demostrando que cuando llegaba podía hacer daño, llegó el sexto asalto donde fue vapuleado, ya en el séptimo y octavo asalto, estaba recibiendo una dura paliza, pero seguía de pie, luchando como podía, además de estar abajo en la tarjetas claramente, pero Jackson se confió de su poder y entró al "in fighting" para terminar la pelea, esto le costó caro, Castro en defensiva le lanzó un zurdazo a la sien y Jackson cae al piso... Este logró erguirse, pero sufrió dos caídas más y KO: Así fue la pelea más heroica de retención de un título, por un boxeador "demolido" que noqueó en el noveno asalto.
Patricia Sosa: “Cantar y ayudar es mi misión”
La reconocida cantautora, habló en profundidad en Íntimamente con Alejandra Rubio sobre su carrera, su infancia, sus comienzos, sus proyectos… su presente lanzando un nuevo disco con el cantante mexicano Mijares y como está colaborando con la Fundación Casa de la Música para ayudar a adultos mayores: “Estoy muy entusiasmada con este proyecto. Ya tenemos la casa en Avellaneda y estamos juntando fondos para remodelarla. La idea es que sea como la Casa del Teatro para los actores. Un espacio habitacional comunitario destinado a albergar personas de avanzada edad que se dedicaron a la música y que por distintas causas económicas o de soledad hayan quedado en situación de vulnerabilidad. No va a ser un depósito de ancianos. Ellos pueden ser útiles, dar clases, brindar sus conocimientos, ayudar a la formación de nuevos músicos. Nosotros queremos que esa casa funcione, que no sea un asilo. Que todo el mundo que vaya ahí pueda hacer algo para la comunidad. Cantar y ayudar a que el mundo sea un poquito mejor para alguien, es mi misión.”
Explayándose en el proyecto, Patricia continuo: “Hicimos una hermosa movida en Canal 9 junto con varios músicos para la Fundación Casa de la Música. Hace mucho tiempo que venimos con esta idea. Como existe la Casa del Teatro, que asiste a actores que no tienen lugar donde vivir o que están solos, queremos hacer la Casa de la Música. Insistimos hasta que se logró. La casa está en Avellaneda, la propiedad fue donada por el intendente y es hermosa. El logro de esto es que vamos a tener un lugar donde músicos mayores, que no tengan donde vivir o estén en situaciones difíciles puedan, no solo hospedarse, sino también dar clases si pueden. Por ahí no tienen ni trabajo, ni donde vivir, ni nada, o están enfermos e imposibilitados de otras cosas. Pueden dar clases, contar su vida, brindar su experiencia músicos en formación… Se pueden dar show. Nosotros queremos que esa casa funcione, que no sea un asilo. Que todo el mundo que vaya ahí pueda hacer algo para la comunidad. La idea es hermosa, pero ahora estamos tratando de refaccionar todo para que funcione. Hay lugares con humedad, también hay que construir un poquito más y para todo esto hicimos esta colecta preciosa, donde colaboraron muchísimos artistas y recibimos ayuda y donaciones. Como se hace Un Sol para los Chicos en Canal 13, hicimos una cosa más chiquita en Canal 9 para los músicos grandes, que dio mucho resultado. Pueden escribir a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. o en las redes sociales de Casa de la Música @casadelamusicafundacion y ahí directamente se recibe todo lo que sea ayuda y también los músicos que no estén bien para averiguar.”
Recuperándose de una fractura en su pierna, a la cantante nada la detiene: “Ya me falta poco, solo unos días. Ya hace 40 días que estoy así y ya está, ya está soldando. En el último show que hice me ayudaron todos mis músicos, me llevaron en un carrito, después me subieron al escenario y ahí sentada hice el show. Hace como 10 años me quebré el pie y estaba enyesada. Me quebré justo dos días antes de empezar una gira de 12 conciertos, me dijeron de levantarlos y yo les contesté que ni loca. Contraté dos bailarines forzudos que me levantaban como si yo fuera Moria, yo saludaba al público como una vedette y me ponían en una banqueta preciosa y así hice los 12 conciertos. Amo lo que hago. Amo el encuentro con el público. Estos inconvenientes no me paran, me dan más fuerza para seguir, para subir al escenario y continuar haciendo cosas. Mientras no me falle la voz, nada me detiene.”
Patricia Elena Sosa Gaitán nació un 23 de enero de 1956, en Buenos Aires, y así cuenta su propia historia: “Nací en la Clínica Luna, una clínica que después cerraron porque robaban a los bebes. Era en capital y nosotros vivíamos en Barracas. Mi mamá y mi papá habían alquilado un departamento en Luzuriaga 1304, eran muy jovencitos, tenían 24 y 25 años. Hace poco pase cerca y me fui hasta la puerta, me senté en la puerta de calle, en ese escaloncito que a mí de niña me parecía enorme. Enfrente había una plaza donde viví mi infancia. Nosotras éramos 9 nenas en la cuadra, nos juntábamos todas e íbamos a la plaza, hacíamos collares con los frutos de los árboles. Fue una hermosísima infancia, yo viví ahí hasta los 11 años. Era una casa de departamento que tenía dos pisos por escalera y ahí había un zaguán que era el ambiente preferido de mi infancia. Yo me sentaba ahí y cantaba y tocaba la guitarra como una loca. Tendría 4 o 5 años y a los vecinos no le molestaba, tenía un eco maravilloso. Ahí mi voz sonaba como en un estudio. Mi tío Ricardo me regaló una guitarra chiquitita, era el hermano mayor de mi mamá y era guitarrista. Mi abuela había tenido muchos hijos y al mayor lo había mandado al Liceo Naval y ahí había aprendido a tocar la guitarra. Cuando mi abuela murió, salio del Liceo y tocaba en las cantinas de La Boca para ganarse el mango. Yo iba a verlo fascinada, para mí era como ir al Teatro Colón. El me enseñó a tocar la guitarra a los 4 años y mis temas favoritos eran Yo vendo unos ojos negros y Sapo cancionero... Los vecinos estaban podridos. A veces le decían a mi vieja: ‘Olga, ¿por qué no guarda a la nena? Aunque sea a la hora de la siesta, así podemos dormir un ratito’. Imaginate el vozarrón que tenía, que cuando integraba el coro de la Basílica del Sagrado Corazón, me echaban porque tapaba a los otros chicos. Una vez el cura me dijo: ‘Patricia, mejor anda a repartir estampitas’. Vivía frente a esa iglesia de Barracas en la que me casé con Oscar.”
La historia de amor entre Patricia Sosa y Oscar Mediavilla comenzó cuando ella tenía 16 y él 17 años: “Estábamos juntos desde el 74, nos separamos a principios del 96, nos divorciamos y volvimos a fines del 99. Aprendimos que somos seres individuales, que no tenemos que estar pegoteados todo el tiempo. Cada uno tiene su espacio y es bárbaro. Estamos juntos desde los 16 y sólo cortamos durante tres años. Ser mamá para mí fue como volver a nacer. No sabía que eso iba a ser así. No nací diciendo que quería ser madre… No. Simplemente un día lo decidimos con Oscar. Llevábamos juntos muchos años y supe que quería tener un bebé. Quedé embarazada enseguida y cuando nació Marta, mi corazón no fue para esa niña, sino que me brotó otro corazón exclusivo para ella. El mío siguió con mis padres, con la gente y con mi arte… Además, me convertí en una persona más tonta, más asustadiza y más vulnerable. Cuando Marta era bebé nos quedábamos horas mirándonos. Tenemos un romance maravilloso. Y sigue siendo así.”
Refiriéndose a sus comienzos la cantante recordó: “En el año 1975, mientras estudiaba arquitectura, comencé mi carrera musical en la banda Nomady Soul, con la que cantaba en inglés en restaurantes y pubs, y en la que conocí a Oscar (Mediavilla). Después de seis años, dejé la formación y en 1981 comencé con La Torre. Fui la primera mujer en liderar una banda de rock nacional y eso me costó mucho. Si no me ponía dura, era la minita de los músicos. Eran todos hombres, no tenía ni lugar para cambiarme. Lo habitual era llegar que en los escenarios no hubiera camarines de mujer. Tenía que ponerme una careta de cara de culo para que no me pasaran por encima. Mis músicos tenían que estirar un toallón para que pudiera cambiarme. Aprendí a llegar cambiada a los shows. Tenía una polenta que nada me paraba. Me subía a cantar con total impunidad, no entendía lo que era el machismo. Yo estaba muy contenta de estar ahí. No sabía que iba a pasar, pero me subí igual. Las discográficas no querían producir discos de La Torre porque había una mujer. Fue abrir un gran camino.”
Hasta 1989 el éxito fue rotundo: grabaron ocho discos y realizaron giras internacionales por Latinoamérica, España y por la entonces denominada Unión Soviética. En 1990 se lanzó como cantante solista, con su marido como productor, con el álbum Patricia Sosa, el cual alcanzó el disco de platino en tan sólo una semana. A lo largo de su trayectoria, lanzó varios discos, incluyendo Luz de mi vida (1992) y Suave y profundo (1994), este último reconocido con el Premio ACE como mejor álbum femenino en el rubro balada-pop. Además, ha participado en proyectos internacionales, como el homenaje a Carlos Gardel en 1995 y el proyecto Voces Unidas, donde colaboró con artistas de renombre mundial.
Sosa practica desde hace años meditación y recorre un gran camino espiritual: “Medito desde 1996. Lo hago todos los días, a veces dos veces. Cuando tenés mucha práctica, podés estar en el medio del caos y entrar en estado de meditación. Por ahí, un minuto y sin cerrar los ojos. Hay una aplicación que así se llama y es fabulosa. Meditar es controlar el tráfico de tus pensamientos. Porque el pensamiento va, viene y no para nunca. Respirás durante un minuto tomando conciencia de tu respiración, del aquí y del ahora. Eso te sitúa; te pone en eje. Entonces, yo puedo elegir una meditación que dura una hora, irme a mi cuarto o al meditador y seguir una meditación guiada. O, si estoy con gente y veo que lo necesito, digo “ahora vengo” y me voy al baño o a dónde sea, y medito durante un minuto. Nada más”
Explayándose sobre que le dejaron los diez años que tuvo su Fundación Pequeños Gestos, Grandes Logros, mediante la cual ayudó a mejorar la calidad de vida de las comunidades Tobas del impenetrable chaqueño, aseguró: “Ordené mis prioridades. Me di cuenta de qué era lo importante y que había una parte de nuestra patria anulada totalmente. Gente con lesmaniasis, desnutrición, embarazos de niñas, gente que se conformaba con un abrazo, una sonrisa, que pedía a gritos ayuda, que no comía durante días. Ahí también llegué de casualidad, por obra de Dios, y me metí con todo. Les pusimos agua a tres mil personas, hicimos viviendas, consultorios móviles, llevamos a gente de la OMS. Una obra maravillosa. No continúe porque por la angustia y todo esto tuve estrés crónico y problemas en las glándulas suprarrenales. Tuve que aplacar esta actividad y la fundación pasó a manos de Médicos Marplatenses a cargo del Dr. Eduardo Gáspari. Ellos continúan con la parte médica. En la última época decidimos no hacer más asistencialismo porque traía mucha violencia. A nosotros nos tuvieron secuestrados ahí adentro, nos robaron un camión, nos asaltaron dos veces. Cuando una comunidad era asistida al otro día la otra comunidad los asaltaba. Por el hambre.”
Luego de su éxito en diversos géneros musicales y lograr abrir caminos en la música para las próximas generaciones de artistas femeninas, Patricia abordo un nuevo desafío grabando su último disco. Un disco de baladas románticas con el cantante mexicano Manuel Mijares: "Nunca había incursionado en baladas tan románticas, de temas que no son míos, son todos covers de los años 90. Canciones que fueron éxitos en Latinoamérica durante los años 90 y 2000. Abordamos autores como Luis Fonzi, José Luis Guerra, Sin Banderas, Alejandro Fernández… Canciones requeté conocidas. Es un disco hecho completamente a dúo y quedó impresionante y está por salir ahora en abril.” Concluyó la cantante, refiriéndose a su presente.
Zulma Faiad: "Hay que aprender a no naturalizar el maltrato, a respetarnos a nosotros mismos para que nos respeten"
La reconocida actriz, bailarina y ex vedette Zulma Faiad realizó un profundo recorrido por su vida en Íntimamente con Alejandra Rubio. Habló de su carrera artística, su historia, una infancia difícil de muchísimo sacrificio, estudio y exigencia, además de su próximo proyecto para teatro “Trátame Bien": “Es un proyecto propio. Como los textos que me ofrecían no me llenaban, decidí realizar algo que pueda dejar un mensaje. El actor puede elegir que trasmitir y yo creo mucho en el valor de la palabra, de lo que decimos y como lo decimos. A mí no me gusta que me traten mal, en ningún aspecto de la vida, y los primeros que nos estamos tratando mal somos nosotros mismos en permitir que nos traten mal, en dejarlo pasar, en no hacer nada. Esos pequeños grandes maltratos cotidianos en la calle, en la propia casa… El problema más severo es mirar para otro lado. Hay que aprender a decir no al maltrato cotidiano, a no naturalizarlo, a respetarnos a nosotros mismos para que nos respeten, y de eso trata mi obra.” Amplió Zulma sobre su próximo trabajo.
El reconocido periodista y conductor habló en profundidad en Íntimamente con Alejandra Rubio sobre su vida, su infancia, sus comienzos, su carrera, la alegría inmensa de llegar a partir del 31 de marzo de lunes a viernes de 21 a 23hs a Radio Rivadavia y como se enamoró de esta profesión a los 10 años y no la abandonó jamás: “Los perros y las ovejas fueron mis primeros oyentes. Yo estaba en Cerro Negro, que era el campo familiar, y enfrente del casco hay como una pared de piedra altísima donde descubrí que esa pared tenía eco. Yo decía una palabra y me la repetía, decía una frase corta y me la repetía… luego descubrí que me devolvía frases bastante largas y completas, así yo jugaba a la radio y hacía mis propias transmisiones. La radio me atrapó, fue mi gran compañía y hoy agradezco poder ser yo la compañía de muchos.”
Oscar Gómez Castañón es sinónimo de radio en la Argentina. Nació en Puerto Deseado, Santa Cruz, el 19 de julio de 1947 y así relata su historia: “Nací en Puerto deseado, un pequeño pueblo a orillas del Atlántico que ahora ya es una ciudad pequeña. En ese momento la mayoría de la actividad del lugar era mayormente del campo. Vengo de cinco generaciones que vivieron en la Patagonia, eran criadores de ovejas. Me crie más cerca del campo que está a la misma altura de Puerto Deseado, pero más cerca de la Cordillera, donde está el Río Pinturas, la Cueva de las Manos… Llegando a Chile. Asique la estepa patagónica, las ovejas, el viento y la soledad, son la compañía de cualquier chico y para mi fueron una gran compañía. Nací a las dos de la tarde, todo bien y con el mismo médico que había atendido el parto de mi madre cuando nació, mis tíos y los tres partos de mi madre. Era el médico del pueblo y el que atendía todas las urgencias, si alguien se quebraba, se enfermaba o había que operar, era él el que hacia todo. Te operaba de un apéndice o te curaba un resfriado. Nací en su consultorio que estaba frente a la plaza, en una loma muy alta, coronado de rocas y del otro lado de las rocas está el Cóndor del gran Solar, desde donde veías la ría Deseado, donde el mar entra al territorio como un río. Yo miraba la ría desde arriba, donde en el 1.500 o 1.600 los navegantes españoles e ingleses entraban y aprovechaban su reparo para arreglar sus barcos o pasar los tiempos más duros y después seguir viaje.”
Oscar vivió junto a sus padres y hermanos en una casa hermosa y confortable que les prestaba el Banco Nación, donde su padre se desempeñó como gerente. Sus antepasados, tanto por parte de madre como de padre, vivieron en la Patagonia desde 1865, siendo Oscar y su familia la quinta generación. El pasado y sus orígenes se afincaron en él, algo que llegó a amar con todo su corazón: “Viví en muchos lugares de la Patagonia porque mi padre hizo una gran carrera entrando en el Banco Nación, llegó a gerente, y como lo trasladaban mucho viví en muchos lugares: En Tierra del Fuego, en Esquel, en Puerto Deseado… Éramos tres hermanos varones. Yo aprendí a leer muy chico, me enseño mi mamá. De chiquito era muy inquieto, muy curioso… Iba a preguntarle todo el tiempo a mi mamá que decía una cosa u otra, los números... Hasta que me regalaron un libro Upa y con ese libro y, la ayuda de mi madre, aprendí a leer. De mi padre heredé el ser mal llevado, pero a su vez el ser gracioso. Él era mucho más gracioso que yo y cuando estaba mal llevado hablaba poco y eso lo heredé. De mi madre heredé la melancolía. Tuve una infancia hermosa, muy libre. Todos los lugares donde viví fueron de patios grandes, de baldíos de una cuadra, canchas de fútbol por todos lados… y de gran libertad. Estábamos llenos de peligros, porque andábamos por ríos, por todos lados. Teníamos de la salida del colegio a casa más de una hora en bicicleta y parábamos en diferentes lugares. Así aprendí a nadar en un pozón de unos 7 u 8 metros junto con un amigo, por ahí nos hundíamos, tragábamos agua hasta que llegábamos a donde hacíamos pie. Por supuesto que mi madre nunca se enteró. Éramos como medio animalitos y teníamos reflejos como para salvar nuestras vidas. También viví en Río Grande en Tierra del Fuego y ahí una vez que llegaba el invierno y se congelaban las calles, los adultos usaban unos taquitos con clavos puestos en el calzado y los chicos andábamos mucho patinando. En inviernos las lagunas se congelan y nosotros por ahí pisábamos los primeros hielos, con riesgos a que se rompieran. Los pantalones nos quedaban duros como tablas. Nosotros disfrutábamos felices.”
Su vocación la descubrió a muy temprana edad, con sólo 10 años, y con perros y ovejas como sus primeros oyentes: “Yo estaba en Cerro Negro, que era el campo familiar, por el Río Pinturas, y enfrente del casco hay como una pared de piedra altísima donde descubrí que esa pared tenía eco. Yo decía una palabra y me la repetía, decía una frase corta y me la repetía, y luego me devolvía frases bastante largas y completas, así que yo jugaba a la radio y hacía mis propias transmisiones. La radio era nuestra compañía. Prendía la Radio Capilla a la noche, esperábamos que se calienten las lámparas para que funcionara. La radio era mucho servicio, informaba si los caminos estaban transitables, si había combustible en todos los recorridos. También había tres cadenas que eran: Belgrano, Splendid y El Mundo, que me llevaban de viaje por el mundo con los radioteatros, las orquestas en vivo, la música, el humor. Yo que estoy en Nacional, y en ese mismo estudio salía el Glostora Tango Club, programas con orquestas en vivo, Troilo o Sandrini… La radio era la comunicación con el mundo y a mí, desde muy niño, me atrapó. Yo me pasaba mucho tiempo solo con algunos de mis tíos y los peones. Ellos se iban a trabajar al campo y yo me quedaba mucho tiempo solo y la radio era mi compañía.”
La música también siempre lo apasionó y ya en la adolescencia tuvo su propia banda: “De tanto escuchar la radio, ya me sabía muchísimas canciones de memoria, la radio es música y yo la escuchaba todo lo que podía. Tenía mucha música en la oreja y llegaron Los Beatles y me cambiaron la existencia. Yo escuchaba antes mucho tango, folklore, jazz. Pero cuando llegaron Los Beatles quise tener mi grupito y en Comodoro Rivadavia formamos en grupo ‘Uno’, que después siguió, se vino a Buenos Aires, grabó y todo. Mi viejo me metió a trabajar en el banco y yo con mi banda trabajaba muy bien. Era el bajista. Tocábamos en fiestas de egresados y realizábamos presentaciones por todos los pueblos, recaudando muy buen dinero, muchas veces más que aquel que ganaba mi padre en el banco. Los sábados teníamos dos presentaciones, el domingo una y sumábamos varias fiestas. También me pegó mucho el teatro. No me gustaba mucho estudiar, yo quería seguir por el lado de la música, el teatro, lo artístico. Mi padre pidió un pase en el banco y junto con mi madre se vinieron a Buenos Aires, porque mis hermanos ya estaban en la universidad y no querían que los chicos estén solos. Yo me quedé en el sur. Estaba de novio con una chica del pueblo, yo tenía 18 y ella 15 o 16 y a los dos nos gustaba la actuación y decidimos venirnos a Buenos Aires. Ella a una pensión de estudiantes y yo a la casa de mis padres. Acá empezamos más fuerte el tema del teatro, en el teatro de La Fábula, en Agüero 444, a media cuadra del shopping Abasto. Después el destino nos fue separando, pero siempre sabiendo uno del otro. Con el tiempo se convirtió en una reconocida actriz: ‘Gigí Ruá’.” Detalló el conductor.
Continuando con su relato cronológico, Oscar aseguró: “Como actor trabajé mucho haciendo bolos en Canal 9, era una época de mucho trabajo para los actores. Iba al canal y siempre tenían algún papel para mí. Llegué con una recomendación para que fuera a ver a la actriz Alba Castellano y ella me mandó a ver a su futuro yerno, que era asistente de producción de Canal 9. El Canal 9 de Romay, en esa época, era una ciudad de actores. Veías actores vestidos de militares, de curas y de indios por las calles. Había muchísimo trabajo, siempre un papelito había para mí, hasta que llegó la radio. A mí siempre me gustó y decidimos ir a Radio Del Pueblo, que era una radio chica, y le propusimos al director si llevábamos un sponsor podíamos tener un espacio. Y nos dio un espacio de tres horas musical los sábados. Pero yo tenía que buscar el sponsor. Acá ya me había hecho un par de amigos importantes y había conocido, de estar, de verlo, al Nene Caballero que era un personaje importante, el novio de Susana Giménez, y como tenía una agencia de publicidad fui a verlo y le dije que necesitaba alguien que bancara ese espacio, un único avisador. Yo vivía con mis padres, mis pretensiones no eran muchas y lo que me pedía la radio era muy poco. Me dijo que fuera a ver de su parte al dueño de las Grandes Tienda Santa Rosa, que estaban a una cuadra del congreso. Vi al dueño, Pepe Viqueira, le explique cómo era el programa, me pregunto cuanto era lo que necesitaba y, como era muy poquito, enseguida me dijo sí. La radio nos puso una locutora, un informativista y nosotros armábamos y hacíamos todo el programa. Empezamos a ir a las grabadoras y le mostrábamos a los oyentes todo el material antes que saliera a la venta.”
“Después quisimos cambiar a una radio mejor y fuimos a una productora, Cepeda Producciones, y nos dijo que tenía en Del Plata, los sábados a la tarde una hora. Arreglamos y al igual que con la otra radio, le llevábamos el pago una vez al mes. Cuando Cepeda nos vio trabajar en seguida nos ofreció trabajar con él. Nos dijo que tenía muchos programas, pero no tenía quien los realizara. Nos fuimos a trabajar ahí y empezamos a tener un programa en Radio Belgrano a la mañana con periodistas, uno a la noche de música, uno en una radio, otra en otro, éramos una máquina de trabajar. Nos empezó a ir muy bien y al tiempo lo llame a quien era mi locutor de Radio Del Plata, Lalo Mir, y lo convencí a que viniera a trabajar con nosotros. Trabajamos juntos un montón de años en producción. Yo dejé el aire y volví al aire cuando ya era gerente de Radio Continental y un horario había quedado libre y la radio no quería gastar plata para producirlo, entonces lo hice yo. Fue muy fuerte y muy importante en mi carrera el haber aceptado cuando me dijeron: ‘Anda y hacelo vos’. Fui a buscar a Jorge Jacobson y por la mesa pasaron: Luisa Delfino, Quique Wolf, Mario Mactas, el Negro Álvarez… en distintos momentos.” Aseguró el conductor, referente indiscutido de la radio en nuestro país, que llega a partir del 31 de marzo, de lunes a viernes, de 21 a 23hs, con su programa ‘Desde el Alma’ a Radio Rivadavia.
La reconocida actriz, ex modelo, conductora, artista plástica e icono de los años 80… habló en profundidad en Íntimamente con Alejandra Rubio sobre su dura infancia, sus comienzos, su carrera, el alejamiento de los medios y como encontró en su profesión y en el público el cariño que nunca recibió de sus padres: "Yo no tuve una infancia de abrazos, de besos y de caricias de parte de nadie. Jamás me arroparon o leyeron un cuento. Mis padres me cuidaron, pero nunca recibí un abrazo una muestra de afecto de ellos. El único beso que me dio mi madre, fue cuando gané el título de Miss Argentina, y tengo la foto de ese momento No fui una hija querida, mi mamá no pudo abortarme y eso se convirtió en un padecimiento para mí. Mi forma de protegerme fue crear mi mundo y, cuando crecí, mi profesión y el público, me dieron todos los abrazos que no tuve de niña. Agradezco infinitamente cada demostración de cariño en la calle, que me sigan recordando con tanto afecto y me lo demuestren. Sentirme tan querida hasta el día de hoy, no tiene precio.”
El reconocido periodista con más de 50 años de trayectoria habló, a corazón abierto, en Íntimamente con Alejandra Rubio sobre su presente, su infancia, sus comienzos, su desconocido pasado y un terrible hecho que logró superar en su vida: "Fui abusado a los 7 años por un familiar .Quien abusó de mí fue un hombre que vivió públicamente toda su vida como 'heterosexual'. Gracias a la contención de mis padres y su rápido accionar, pude superarlo. Las personas del colectivo LGBTQ+ no son 'pedófilos'. Fue un gravísimo error lo que dijo Milei en Davos, la elección sexual no tiene nada que ver con la pedofilia. Celebro la Ley Piazza, si hubiese podido habría denunciado en la justicia a mi abusador." Aseguró Mirol, quien actualmente integra el staff de TELEFE NOTICIAS, realizando “Familias Argentinas”
El prestigioso diseñador habló, a corazón abierto, en Íntimamente con Alejandra Rubio de su desconocido pasado. Como comenzó bien de abajo y de la nada construyó un imperio. Pasó hambre y comenzó a trabajar desde muy niño. Pese a su realidad, sabía que la única forma de progresar en la vida era estudiar y así forjó su destino: “Siempre digo que todo se puede, yo soy un diseñador que nació de la nada y con mucho esfuerzo pude hacerme un nombre. Comencé bien de abajo, por casualidad y con nada; con una máquina de coser prestada. Llegué a ser un diseñador reconocido, creo que más que por el talento, por mi dedicación y esfuerzo. Yo solo tenía en claro que quería salir de la pobreza y ayudar a mi familia. Trabajé mucho, pero el esfuerzo dio sus frutos y pude cosechar mi siembra.”
Piero: "El retiro no está en mis planes"
El reconocido cantante y compositor italoargentino, poseedor del “Grammy Latino” a la “Excelencia Musical”, que comenzó su carrera artística en el seminario sacerdotal, conversó en Íntimamente con Alejandra Rubio de su vida, su infancia, los comienzos de su carrera y como sigue viajando y llevando sus canciones por el mundo: “La edad es una actitud. Cumplo 80 este año. Yo con esta edad trato de tener 15, 16 años, que es cuando sos revoltoso, inconsciente y no pensas en los no. Solo proyectas las cosas que queres hacer… La música me acompaña desde que era muy niño y es algo que de una u otra manera, nunca podre dejar.”