José Luis Gioia nació el 10 de julio de 1953 en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires y así cuenta su propia historia: “Soy el menor de mis hermanos y fui el más mimado. El mayor se llama Carlos Domingo, Domingo por mi abuelo, y mi hermano del medio se llama Jorge Ismael, Ismael por mi padre. Yo no tengo muy en claro porque me pusieron José Luis, creo que fue también por mi abuelo. El hermano que me sigue a mi tiene 4 años más que yo y mi hermano mayor me lleva 10. Cuando nací era muy chiquitito, no fui prematuro, pero pesé un kilo y medio. Nací casi negro y a los 8 días empecé a cambiar de color. Admiro a la raza negra. A mi mamá cuando estaba embarazada de mí, le habían regalado una muñeca negra, y ella decía: ‘Mirá, así va a ser nuestra nena’. Y el día que nací yo era negro y con el pelito ondulado. Mi padre no lo podía creer. De ahí creo que viene mi gusto por la percusión. El mejor piropo que me dijeron alguna vez fue cuando estaba en el lugar que me inicie en Mar de Plata. Ahí estaba Pot Zenda (que era Perico Gómez, quien salió de la comedia musical Heard, como Valeria Linch) y como yo tocaba percusión para él y bailaba mucho en esa época, me dijo el mejor piropo que me podrían haber dicho: ‘Vos sos un blanco con sangre de negro’. Fue el mejor piropo y sobretodo que me lo haya dicho una persona de raza negra. Fue un gran orgullo para mí que me haya dicho eso. Le agradecí y guardé ese piropo para toda mi vida.”
Domingo, 02 Febrero 2025 23:00
José Luis Gioia: “Mi alegría es llevar 50 años en esto y nunca estar sin trabajo”
El reconocido actor, humorista y comediante habló en Íntimamente con Alejandra Rubio sobre su carrera artística, su infancia, sus comienzos y cómo se siente un privilegiado por tener 50 años de carrera artística sin baches: “Hoy estoy jubilado pero sigo actuando. La actuación siempre fue mi vida. Empecé muy joven y jamás paré. Soy un privilegiado. Cuando el teléfono no sonaba, yo siempre tenía un unipersonal que me auto gestionaba y así recorría el país. Mi alegría es llevar 50 años en esto y nunca estar sin trabajo. Soy un agradecido al público que siempre me acompañó.”
Siguiendo con su infancia, Gioia amplió: “Era muy travieso. Ya a los dos años mi mamá me andaba buscando por el barrio. Se desesperaban y, por ahí, estaba en la casa de algún vecino. Era bravo, me escapaba sin que nadie me viera y con dos años. En ese tiempo en Mar del Plata, donde estaba el negocio de mi mamá, casi no pasaban autos y yo hasta cruzaba la calle solo. Un día me comí una gran paliza, porque eran las 9 de la noche y yo no aparecía, tenía cinco años y estaba en la casa de una amiga. Cuando volví a mi casa mi mamá me quería matar. Había preocupado a toda la familia. Es que en la casa de los vecinos me gustaba más merendar, había cosas ricas y yo me escapaba. Locuras de niño. Nosotros éramos de familia muy trabajadora y humilde. En la casa de los vecinos había cosas más ricas para comer que en casa. Mi madre hacía camisas a medida, fue la primera camisera a medida que tuvo Mar del Plata, con su propio taller. Fue una gran camisera sin molde, tomaba las medidas, las marcaba con la tiza en la tela a ojo y cortaba. Ella hacía camisas a medida y todo el mundo se hacía camisas con ella. Vivía pidiéndole que me haga camisas. Me mandaba a la vuelta de casa, a la tienda Los Gallegos, compraba la tela y en un rato la tenía hecha. Conmigo fue el record, hizo una en veinte minutos. Un día yo me voy a poner una camisa que le había pedido y cuando la fui a buscar todavía no estaba. Mi mamá me dijo: ‘¿Todavía no te bañaste? Anda bañarte y cuando salgas ya la tenés hecha. Me fui a bañar y cuando Salí ya le estaba haciendo los ojales. Esa fue la camisa más perfecta que tuve en mi vida y eso que ni me tomaba las medidas. Mi mamá dejó de trabajar y la gente la seguía buscando, le pedían por favor que les siguiera haciendo las camisas.”
“Empezando tercer año del secundario dejé el colegio, pero seguí siendo el delegado del equipo de básquet del colegio que ya no iba. Dejé el colegio, pero me seguí cultivando en la vida. Yo ya sabía que algo bueno me iba a pasar en la vida. Que iba a ser actor, cantante, bailarín… algo relacionado con lo artístico. Siempre tuve la convicción que iba a vivir de esto. Es hermoso recordar esto tantos años después y ver que no me equivoque. Que pude construir la vida que quise. En una profesión tan difícil, nunca me falto trabajo. Muchas veces me llamaron, hice muchísimas obras, revistas, diferentes espectáculos… Cuando el teléfono no sonaba, supe mantener a flote mi carrera. Hacía y hago unipersonales y jamás dejo de actuar. Hoy por la edad estoy jubilado, pero no de mi profesión. Sigo trabajando, actuando y, sobretodo, amando lo que hago como el primer día. Esta profesión es así, una vez que te conquista, es un amor para toda la vida. De mi vieja heredé el humor para mi profesión y de mi padre todo lo relacionado con lo artístico. Saqué lo tano y lo cabrón de ella, pero también el humor. Mi papá era de descendencia francesa, vasco francesa, mucho más tranquilo que mi madre y yo.” Aseguró el actor.
Sin artistas en la familia, Gioia dijo que su padre era un “artista familiar”: “Mi papá falleció muy joven a los 64 años, muchísimo antes que mamá. Era un personaje increíble, tenía mucho carisma, mucha picardía. Tocaba la guitarra, el bandoneón y le gustaba bolichear. Un ser hermoso. Mi padre era un hombre de campo, se casó con mi madre con solo 21 años. Él tenía 21 y mamá tenía 24. Creo que heredé de él su histrionismo y su amor por lo artístico. Mi papá era muy musical y yo aprendí de él a amar la música. Dentro de su poca cultura por ser un hombre de campo, que se crío en el campo y que trabajaba en el campo, se instruía mucho y eso me lo enseñó. Cuando se casó a los 21 años se fueros a Las Armas a trabajar en la cárcel de allí. Mamá trabajaba en la cocina y papá no sé de qué. Después se fueron a Mar del Plata y ahí nacimos los tres hermanos. Nos criamos ahí, yo me fui a los 21 años, y mis hermanos siguen viviendo allí. Mi papá trabajó de todo. Fue bufetero y un gran jugador de bochas. Era tan bueno jugando a las bochas, que iba por los pueblos jugando por plata. Con el tiempo, como eran tan buenos él y el hermano, no les quería jugar nadie. Después se vino solo a trabajar a Buenos Aires como chofer privado de la familia Picardo, de Nobleza Picardo, la tabacalera. Iba todos los fines de semana a Mar del Plata y todo el verano, nos visitaba permanentemente a nosotros. Después de juntar plata y ahorrar volvió a Mar del Plata y se compró medio colectivo, ósea un colectivo en sociedad con otro dueño. Después compró el colectivo entero y todos trabajamos en ese colectivo. Lo último que hice antes de dedicarme por completo a mi carrera, fue colectivero.”
Continuando con su historia, Gioia reveló: “Mi amor por el teatro fue de toda la vida. Mi primer escenario fue la calle. Para mí todo era un escenario. El boliche con mis amigos, las reuniones en las fiestas, las reuniones familiares… siempre era el centro de atención. Tengo una foto de cuando tenía dos años con delantalcito tableado, en esa época parecían vestidos los delantalcitos, yo estoy en el medio bailando y toda mi familia, primos y tíos aplaudiendo alrededor. Desde esa épo siempre decían: ‘Este va a ser artista’. Y así fue toda mi vida. A los 11 años ya me le escapaba a mi mamá y me iba por las peñas a cantar. Se hacían unas guitarreadas maravillosas y yo tenía una voz increíble con tonos altísimos, que fui perdiendo con los años ya que la disfonía que tengo es heredada de padre y madre. Me fui dañando la voz de cantar a capela y tratar de ir siempre arriba sin importarme nada. Pura pasión. Hoy sigo teniendo una voz muy potente, pero no la voz maravillosa que tenía a los 11 años. Como le pasa a todo el mundo. Creo que la única persona que conozco que canta mejor ahora que cuando era joven, es Néstor Fabián. Canta mejor ahora con ochenta y pico de años, que cuando era joven, aunque siempre cantó bien. A los 17 años me hice muy amigo de Cacho Tirao y Cacho en ese momento era el guitarrista de Astor Piazzolla y por ende me hice muy amigo de Astor, de Amelita Baltar y de Antonio Agri. Fue una época hermosa del mundo del espectáculo y yo la viví. Yo le serví el té a Pichuco. Arriba del Teatro ReFaSi estaba el Café Concert, que era de los mismos dueños que Michelangelo. Ahí tenían el quinteto de Astor Piazzolla, el quinteto de Pichuco, cantaba Alberto Marino, García Grau, Héctor Gagliardi y Beba Verón. Un elenco maravilloso, todos estaban juntos, una maravilla. Lo más grande de toda Argentina estaban metidos ahí, en un Café Concert chiquito, pero precioso lugar, Y ahí canté yo 3 días con Astor. Amelita se enfermó de la garganta por tres días y eso hizo que yo tuviera el placer enorme de poder reemplazarla y cantar con Astor Piazzolla. Fue a mediados del año 70, Astor había estrenado Balada para un Loco y la gente iba a ver a Amelita cantarla. Amelita se enferma y Astor me dice: ‘¡Dale José!, ¿No querés salir vos? Yo tenía solo 17 años, era caradura y no me daba vergüenza nada, pero eso sí. Yo veía la seriedad de Astor y quien era, yo era caradura, pero no un loco. Me insistió y me dijo que iban a decir que no estaba Amelita por problemas de salud, pero que había un amigo en la sala que lo podía hacer y así me convenció. Eso me dio el orgullo de poder decir que soy el primer hombre que cantó Balada para un Loco, antes de mí no la había cantado ningún varón. Canté los tres días, las dos funciones y Astor me llama en el lugar donde jugábamos al pool y me dio la plata del porcentaje de Amalita de esos tres días. Era una fortuna para mí. Yo tenía solo 17 años y vivía callejeando sin plata. No podía creerlo, era mucho. Después ya me fui conectando con más gente, trabajando en lugar, en otro, y no paré más hasta hoy.”
El actor que hizo del “Inspector Báez” en “El Secreto de sus Ojos” contó su sensación de ser parte de esa brillante obra del cine nacional y como se siente de haber sido lo revelación de una película que fue ganadora de un Oscar: “Yo no tengo un Oscar, fui parte de una película que ganó un Oscar, pero más importante que eso es haber sido dirigido por un genio que es Juan José Campanella, es un placer la forma simple que te explica las cosas. Más allá de los premios que gané por mi actuación, el haber sido dirigido por él para mí fue maravilloso. Las veces que le preguntaron sobre mí, él dijo: ‘José ha sido una revelación’. Yo creo que a él también le sorprendió mi actuación. Lo que pasa es que yo soy actor por naturaleza, pero en este país te encasillan: ‘Ah, Gioia, el contador de chistes, qué bueno’, y nunca a nadie en televisión se le ocurrió hablarme de otra cosa, llamarme para hacer otra cosa, debía haber cierta pereza jajaja. Acá te encasillan, te dicen el que cuenta chiste y los productores no te ven como actor. A partir de ‘El Secreto de sus Ojos’ empecé a hacer más películas. Me llamaron mucho más para hacer cine. Me redescubrieron. Se dieron cuenta que podía hacer mucho más.”
Con medio siglo de trayectoria en el escenario y una carrera que lo ha consolidado como uno de los humoristas más queridos de Argentina, Gioia se siente orgulloso del camino recorrido. Trabajó con todos los número uno en teatro, cine y televisión y, lo más importante, nunca se defraudó.
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