Jueves, 01 Diciembre 2022 10:24

"¿Qué oculta el gobierno sobre las vacunas?"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina sin vueltas. 

¿Qué oculta el gobierno sobre las vacunas? ¿Por qué no quieren que los argentinos sepan qué compraron, cómo lo compraron, por cuánto lo compraron y bajo qué condiciones? Es mucho más que los 1737 millones de dólares que se gastaron en 146 millones de dosis de vacunas. Es saber si hicieron negocios con la vida y la salud en medio de la mayor emergencia sanitaria de la historia. 

El escándalo estalló oportunamente el mismo día del partido de Argentina. A la misma hora en que el país celebraba el pase a octavos luego de una primera ronda para el infarto, la mayoría kirchnerista de la Auditoría General de la Nación aprobó sigilosamente y en un trámite un documento que valida todas las operaciones realizadas para adquirir vacunas contra el Covid. 
La Auditoria es el organismo que debe controlar la gestión del gobierno y asistir al Congreso en sus decisiones mediante el cuidadoso examen de hechos y documentos. Es decir, controla, no oculta. Es decir, transparente, no guarda secretos. 
 
No sólo es conocida la vocación secretista de gobernar sin controles por parte del kirchnerismo. A este modus operandi del ocultamiento permanente se suma que la emergencia sanitaria permitió como nunca la gestión arbitraria y directa de numerosas decisiones, que no pasaron por los carriles licitatorios o de contralor habituales. Y a eso hay que agregarle preguntas que nunca tuvieron respuesta sobre la compra ni más ni menos que de las vacunas en las que se jugaba la vida o la muerte. 
 
Justo cuando vuelve a ser necesario reiniciar los cronogramas de refuerzo inmunológico, vuelven a la memoria puntos muy dudosos que se remontan incluso a la mera aprobación de las leyes que permitieron avanzar con la adquisición de vacunas cuando aún se encontraban en pleno desarrollo. 
 
Sería bueno saber, por qué entre gallos y medianoches dejaron afuera a la vacuna Pfizer cuando había sido pionera en la investigación y desarrollo local con más de 4 mil voluntarios argentinos y teniendo por eso prioridad y el casi seguro acceso a 13 millones y medio de dosis. Esa noche en el recinto, la hoy presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau estuvo detrás de un cambio que sigue siendo un misterio. El agregado a última hora de la palabra “negligencia”, una llamativa cláusula, y alocadas versiones hasta del riesgo de perder los glaciares incluyeron el complot a la vacuna norteamericana que nadie quiso explicar con transparencia pero que sobre todo demoró meses una vacuna que pudo salvar vidas y estaba considerada la más segura y eficiente del mundo. 
 
¿Se buscó favorecer a Astra Zeneca vinculada al empresario Hugo Sigman? ¿Se buscó favorecer a las vacunas de los países que el kirchnerismo considera aliados ideológicos como Rusia y China? ¿Por qué avanzaron con la vacuna rusa antes de que tuviera homologación internacional y dejando a los argentinos cautivos de una vacuna que podía convertirlos en kelpers internacionales porque no era aceptada? ¿Qué pasó con las vacunas rusas que se pagaron y luego Vladimir Putin no pudo terminar de entregar? ¿Qué pasó con el laboratorio local Richmond que iba a asegurarlas? ¿Por qué se demoraron o se incumplieron entregas de algunas partidas? ¿Por qué avanzaron con la vacuna china para niños afirmando que ya se usaba cuando no era cierto según denuncian los padres de chicos discapacitados o con comorbilidades que fueron quienes lucharon para que llegaran las vacunas de EEUU? Ellos no creen que sea la ideología sino puramente los negocios lo que impulsó las maniobras de dilación y las extrañas decisiones. 
 
Y no sólo se trata de las vacunas. La emergencia sanitaria fue un festival de compras directas que quedaron en el Triángulo de las Bermudas. A decreto puro, no sólo se tomó decisiones sobre la vida de la gente, violatorias de sus derechos y garantías constitucionales sin que la justicia las frenara o advirtiera a los funcionarios. Además, se tomó decisiones administrativas que nunca terminaremos de conocer. 
La gravedad del asunto en el caso de las vacunas excede largamente los presupuestos o sospechas de fraude o corrupción. ¿Cuántos argentinos no tuvieron a tiempo una vacuna por estas decisiones administrativas? Esa es la pregunta más inquietante detrás de la revisión y examen de la gestión pública de la pandemia. Y lo que ha dejado claro el gobierno mediante el voto secretista de la mayoría kirchnerista en la Auditoria General de la Nación, es que no quieren que se sepa. 
 
Ellos viven en el reino del revés donde dicen que lo hicieron tan bien que homenajean al ministro que echaron por el vacunatorio vip. 
Es demasiado el costo y demasiado el sufrimiento que implicó la pandemia del Covid para los argentinos y que aún sigue teniendo efecto en la vida de todos como para aceptar que encima todo quede atrás sin que den explicaciones y sin que se revise o examine cómo lo hicieron. 
 
En el tema vacunas como en tantos otros, el kirchnerismo gobierna como si no tuvieran que rendir cuentas. Los argentinos tienen derecho a saber qué hicieron y cómo lo hicieron. Millones aún lloran a sus seres queridos de los que no pudieron ni despedirse. Otros, nunca lograron recuperarse de la ruina financiera por la cuarentena eterna. Y muchos más lidian con las consecuencias psicológicas del encierro y la enfermedad. Es demasiado para que encima quieran poner bajo llaves la información. Eso mismo es sintomático no sólo del autoritarismo sino del oscurantismo como modo de gobierno. Si hicieron las cosas bien, por qué tanto misterio. Los argumentos sobre confidencialidad no alcanzan. Basta de secretos. Basta de usar el estado como si fuera una estancia que les pertenece