Luis es jubilado. En enero de 2022 sobrevivió a la masacre de ciclistas atropellados en Palermo por un conductor drogado que perdió el control y mató a una joven que iba en bicicleta. Veinte años antes había sobrevivido a dos paros cardíacos y lo que amenaza su frágil salud ahora, es que no puede costear la prepaga Medical. En diciembre, había pagado 165 mil pesos y en Abril, 535 mil. Es decir, más de un 200% de aumento. Pero su prepaga, de la que es cautivo por su edad y patologías, no está en las listas de las denunciadas por el gobierno.
Este es sólo un caso que muestra por un lado la urgencia y por otro las dudas que se abren luego de la decisión del gobierno de accionar desde Defensa de la Competencia por un lado contra 7 empresas de medicina prepaga y con una medida cautelar por otro contra una lista de 18 firmas, que también incluye a las 7 anteriores. Luis no sabe cómo hacer para que su situación también sea visibilizada y se siente discriminado ya que los aumentos que sufrió exceden incluso los que aplicaron las empresas denunciadas cuando la inflación desde enero seria, estipulando alrededor de 10% para este mes, no mayor a 66%.
Aquí, conviene hacer una pausa, para tener en cuenta dos números muy importantes. La periodista Silvia Stang cita un informe elaborado por Hugo Magonza, titular de la Asociación Civil de Entidades Médicas Integradas (Acami), que permite estimar que entre diciembre de 2018 y febrero de este año los precios de los medicamentos se incrementaron un 5258%, mientras que el Índice de Precios avanzó un 2894% y las cuotas de las prepagas, reguladas por el gobierno, un 2191%. Es decir, las prepagas aumentaron durante el gobierno anterior casi un tercio por debajo de la inflación, mientras que los remedios aumentaron casi el doble. Ese atraso ya se sentía el año pasado en el reclamo de los médicos por los valores exiguos que recibían por las consultas, en la exigencia de copagos, o la reducción de coberturas. Como en tantos otros rubros había precios pisados que resentían el servicio. El punto es que las compañías buscaron recuperar esos atrasos y para muchos se convirtieron en impagables. Hoy, uno de los argumentos que dan las prepagas tienen que ver con los aumentos a profesionales y prestadores que ya hicieron y ahora deberían retrotraer en función de la rebaja que les piden. El gobierno a su vez, se escuda en dos cosas: la denuncia de la Coalición Cívica a Defensa de la competencia por cartelización y una solicitud de medida cautelar a la justicia por parte de la Superintendencia de Salud para que una lista de 18 empresas en total, devuelvan lo que cobraron por sobre la inflación y que la medida se extienda por seis meses. En los hechos, el gobierno está usando los recursos que le da la ley ante lo que supone es una supuesta colusión para subir precios que iría en contra de la competencia de mercado. O sea, no intervienen en el mercado sino que buscan asegurar la competencia ante un mercado donde los clientes quedan cautivos.
¿Por qué los laboratorios pudieron aumentar casi el doble que la inflación y las prepagas debieron retrasar sus ajustes? Habría que preguntárselo al gobierno anterior. Pero también ponerlo en el debate, ya que este es un costo que afecta la canasta de medicina toda. Por otro lado, si en los hechos el gobierno está buscando que el ajuste de las prepagas sea más gradual, sería bueno que encuentren una manera de lograr una norma general para que casos como el de Luis no queden entre los exceptuados.
La otra cuestión tiene que ver con la manera en la que se produciría la devolución de lo cobrado hasta ahora. Si se imputaría a próximos pagos o si se podría hacer efectiva, lo que, según algunos expertos, el gobierno no tiene capacidad de exigir.
La intervención en el tema prepagas escaló desde que el ministro de economía Luis Caputo hizo un posteo señalando que las empresas de medicina prepaga le estaban declarando la guerra a la clase media. Claudio Belocopitt, comparó esas declaraciones con tirarle un balde de mierda, luego de renunciar a presidir la Unión Argentina de la Salud que nuclea a estas empresas.
Sostener la prepaga y el colegio de los chicos son los dos últimos pilares de la clase media, es cierto. Este conflicto, en el que hay razones para atender en cada una de las partes, muestra no sólo el empobrecimiento de los sectores medios a los que se les complica sustentar lo que antes podían pagar, sino también las profundas distorsiones que arrastraba la economía en rubros vitales con fuerte componente de importación. Están las razones y está la realidad. Sin una estructura de costos saneada también corre riesgo la propia existencia de la medicina prepaga. Encontrar el equilibrio, entre el reajuste de precios atrasados y lo que los afiliados puedan pagar, hace a la propia sustentabilidad de un sistema, al que el kirchnerismo también tenía apuntado con su voracidad estatista, tan ducha, por cierto, en ahogar a los privados para quedarse con ellos.