No hay antecedentes para analizar la presentación del presupuesto nacional que hizo el presidente en el Congreso, porque no lo hizo ningún presidente antes. Pero tampoco hubo un presidente que tuviera una debilidad parlamentaria tan delicada y mucho menos que decidiera contra viento y marea atacar el problema del déficit fiscal con todo el costo político que implica.
Algunos analizaron que por tener poco rating en la televisión la idea resultó un fracaso. Otros la tildaron de show o de circo y reclamaron que no haya dicho nada de los números concretos del presupuesto que se conocieron después y que incluyen un 18 por ciento de inflación, un dólar a 1207 pesos y un aumento del PBI del 5%.
Pero a quién le habló Milei, por qué lo hizo en el Congreso y qué importancia tiene lo que dijo, y cómo lo dijo para la economía y cómo impacta en la política.
El economista Juan Carlos de Pablo, un amigo del presidente con quien suele compartir tertulias de ópera y economía, afirmó horas antes de la presentación, que como el presidente carece de apoyos legislativos la política económica se sintetiza en la frase “no hay plata” y que por tanto el verdadero texto del presupuesto nacional es el siguiente: “Artículo primero: el déficit fiscal será cero. Artículo segundo: ya veremos cómo lo logramos”. Y con la ironía lo que buscaba expresar es la importancia de la determinación presidencial a mantener el rumbo como el verdadero sostén de su programa en medio de las dudas sobre la gobernabilidad, los dólares para pagar la deuda o la salida del cepo.
Tomando estos conceptos de De Pablo y que aún no sabemos si el gobierno logrará la aprobación del presupuesto en un Congreso donde sacar su primera ley le llevó seis meses, lo primero que podemos decir es que independientemente del proyecto de presupuesto, y salga o no aprobado, lo que hizo Milei fue decir lo que hará él. Su presencia en persona en el Congreso es la otra cara de su mínima presencia en las bancas del Congreso. El mensaje es la determinación a mantener el rumbo y también es dirigido a los mercados. Usó una palabra muy fuerte que es la palabra cepo. Pero para hablar de ponerle un cepo al estado en el uso del dinero de los pagadores de impuestos. El presidente no los llama contribuyentes. Será porque ninguna contribución es coercitiva.
Hay una cuestión que por ser reiterativa en el discurso de Milei pasa de largo. Pero nunca un gobierno había decidido encarar el problema del déficit fiscal como una cuestión de principios y no como un tema impopular que piden los organismos internacionales. Esa es la mirada radical de Milei que pone en crisis la idea misma del rol del estado como un benefactor con el dinero de otros que si no hay plata la imprime o se endeuda para conseguirla. El politólogo Luis Tonelli suele decir que Argentina tiene dos clases de populismo, el populismo de deuda y el populismo de inflación. Las crisis económicas sucesivas y la escasez del dólar como consecuencia directa de los desmanejos fiscales eran un tema que raramente la política lograba instalar. Para Milei fue el mensaje que lo hizo popular hasta convertirse en presidente y, más que su histrionismo, sus modos disruptivos, la motosierra o los insultos, su idea de eliminar el déficit es lo verdaderamente revolucionario del gobierno libertario porque obtener popularidad con lo que fue históricamente impopular es un fenómeno que aún está bajo análisis y es posible solamente en un país que tocó fondo con lo anterior.
También queda claro con el discurso de ayer que el concepto de libertad verdadera para el presidente está ligado más que nada a las libertades económicas. En otras cuestiones a veces cuesta considerarlo un liberal, como pasa con los choques con la prensa.
El presidente dedicó gran parte del discurso a defenderse de quienes lo critican por no tener gestión. Sin duda, un tiro por elevación para Mauricio Macri con quien empezará una negociación de cara a las elecciones. Pero indudablemente eligió de nuevo al kirchnerismo como enemigo al cruzarse varias veces con el jefe de la Bancada de Unión por la Patria German Martínez
Milei suele hablar poco de los casos de corrupción. Y la propuesta del juez Ariel Lijo para la Corte Suprema abre aún más dudas por el pacto de impunidad que sería necesario para que lo votara el kirchnerismo en el Senado. Pero ayer sin embargo Milei relacionó el déficit con la corrupción.
Y dejó una puerta abierta para las situaciones en que el gobierno estará dispuesto a discutir aumentos de presupuesto.
Hay que ver si esto implica una ventana para tratar temas que proponga la oposición sobre todo teniendo en cuenta que el actual ejercicio se llevó adelante sin presupuesto y por lo tanto lo que se discute son ampliaciones por los recortes producidos por la administración con la motosierra.
Evitar la hiperinflación, desactivar la bomba de la deuda, recortar el gasto, mantener la ayuda a los sectores vulnerables, echar ñoquis, eliminar intermediarios que lucran con la pobreza, eliminar los piquetes, bajar el crimen en Rosario y aprobar la boleta única fueron los logros de gestión que defendió.
El discurso del presidente fue un relanzamiento de su gobierno en un momento en que sus dificultades en el congreso parecían poner en peligro su plan económico y angostar sus márgenes peligrosamente. Eso no terminó por el mensaje de ayer y se vienen días tensos si hay otros vetos.
Milei busca extender el crédito de la sociedad a su plan cuando nuevas encuestas muestran algunos números declinantes, y si bien el presidente anticipa que seguirá el déficit cero también augura un horizonte de crecimiento para el año que viene que será un año electoral.
Los efectos que haya tenido su discurso también se verán en lo que pase en el Congreso y en la disposición del gobierno a mejorar su gestión política que recién apareció cuando se vieron con el agua al cuello por las riesgosas mayorías de dos tercios. Por lo pronto el martes hay un asado en Olivos con los diputados de Pro y los radicales que impidieron que se cayera el último veto presidencial.