Otra vez, el gobierno de Milei, se ve capturado por un torbellino que lo eleva y lo derrumba una y otra vez en sólo horas. Cuando no terminaba de disfrutar el alivio de frenar una mayoría de dos tercios en la Cámara de Diputados, el Senado le propinó una derrota que tiene récord histórico. Nunca en la historia se había rechazado un Decreto de Necesidad y Urgencia, desde que este instrumento surgió en la reforma del 94, con cómodos amortiguadores por los pasos que requiere para ser invalidado. Pero lo que sería cómodo para cualquier gobierno, no lo es para el gobierno de Javier Milei, por su enorme fragilidad parlamentaria.
La insoportable levedad del poder aparece como un talón de Aquiles en el Congreso. Es una verdadera pelea por supervivencia a la que está condenado por lo menos hasta las próximas elecciones.
El reconocimiento de este estado de alerta permanente por la acechanza de mayorías que alcanzarían para un juicio político debería ser suficiente para que el gobierno no se lance con iniciativas polémicas como el decreto de fondos reservados para los servicios de inteligencia. No es que esté mal proveer al país de seguridad, el problema es la opacidad del instrumento, aún cuando el monto es varias veces menor a lo que usaron otros gobiernos para los mismos fines. De Menem a Kirchner, sólo basta cotejar presupuestos.
El único dique para la amenaza constante que anida en el Congreso sigue siendo el apoyo de la ciudadanía con que cuenta el Presidente y la inexistencia de un líder que pueda hacerle frente. Por esa necesidad y urgencia, que le impone su debilidad parlamentaria, Javier Milei necesita magnificar su presencia, que es su principal fortaleza, para oponerla a un Congreso que puede ponerlo a parir cuando se le dé la gana.
La otra insoportable levedad es la de los aliados. Hoy están, mañana no están. Todo lo sólido se desvanece en el aire. El gobierno está condenado a las mayorías circunstanciales y encima su tropa propia por momentos es un corso a contramano como dice el politólogo Andres Malamud. Ahí es donde Macri puede ser el mejor amigo y el peor enemigo. El gobierno necesitas tanto al PRO que ahora cabila cómo pagará esos servicios. Estamos en la antesala de cambios de gabinete o de puestos técnicos, que más tarde o más temprano, estarán gatillados por esta lógica.
No hay que ser muy iluminado para darse cuenta que en medio del bochorno en que quedó sepultado el peronismo por el escándalo de Alberto Fernández, estaban urgidos a cambiar la agenda para que el foco se depositara en otra parte. Y por eso arremetieron con todo. Pero también es cierto que antes de arremeter, intentaron aprovechar la debilidad del presidente para conseguir impunidad para Cristina. Oh casualidad, cuando se empantanó la designación de Ariel Lijo, la ampliación de la Corte y la repartija de juzgados federales, los mismos opositores que estaban callados empezaron a hacer tronar el escarmiento. Porque estos vapuleos son la otra cara de aquellas negociaciones inconfesables con el lado oscuro que como se ve siempre traiciona. Como dice Milan Kundera en La insoportable levedad del ser: “en este mundo todo es perdonado anticipadamente y por tanto, todo puede ser cínicamente permitid0".
Ahora, de nuevo al ataque, con un tema que implica altos costos políticos como un eventual veto al presupuesto para las universidades, los opositores a Milei intentarán desafiar otra vez al presidente. Llevarlo contra las cuerdas. ¿Le convendrá a Milei enfrentarlos o le convendrá abrazar la causa y recuperar la iniciativa?
Nada es gratis para nadie. Para el gobierno este será el año en que vivirá en peligro. No debe ver las horas de que por fin lleguen las elecciones. Pero al mismo tiempo debe asegurarse de que para ese momento las cosas estén mucho pero mucho mejor. Principalmente la economía que es la musculatura de las espaldas presidenciales. También el orden en la calle. Que es otro de sus pilares.
En cuanto a la oposición, como saben que el tiempo no juega a su favor, necesitan concentrar sus ataques ahora para intentar debilitar al gobierno en su momento más delicado, que es el del tránsito hacia la recuperación que todos pronostican para el año que viene.
Por lo tanto: lo que se vivió en estas semanas de turbulencias para la gobernabilidad es la nueva normalidad de un sistema político en crisis que se ha vuelto agonal, es decir marcado por la lucha permanente y todo augura meses de sobresalto. Hay que agregar que este estado de cosas es potenciado por la naturaleza del gobierno desde su faz positiva que es la determinación por el cambio. Así como el gobierno de Macri fue moroso en la profundidad de los cambios, el gobierno de Milei elige poner todo en crisis y avanzar como sea.
Por esto mismo es que las próximas elecciones serán un verdadero plebiscito. Lo que quienes empujan al gobierno al borde del abismo no deberían olvidar, es que Milei puede salir debilitado, pero en las próximas elecciones, ellos pueden terminar jubilados. Bienvenidos a la era de los políticos desesperados.