Jueves, 11 Abril 2024 13:21

"Karina Avanza"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas. 

La comedia de enredos marchas y contramarchas en que se convirtió la fallida designación de la diputada Marcela Pagano como presidenta de la Comisión de Juicio Político dejó en evidencia al bajar las aguas, dos cuestiones fundamentales que hacen a la gobernabilidad interna de La Libertad Avanza, la nuevísima fuerza política que se estrenó logrando ni más ni menos que la Presidencia de la Nación con Javier Milei.

Esas dos cosas tienen que ver con un estilo de ejercer el poder y con dos objetivos que aparecieron en la superficie cuando bajó la espuma de la controversia.

Pasadas las 15 horas de ayer la diputada daba por hecha su designación en la estratégica comisión y alegaba que habían estado a punto de perderla en manos del kircherismo. También aseguraba que no se había peleado con Martin Menem, presidente de la Cámara, aunque negaba que éste tuviera razón en la invalidez del trámite.

Más pronto que tarde, se impuso Martín Menem, y no sólo en declarar inválida la designación realizada en una reunión que suspendió por mail a un minuto de la convocatoria, sino con el desplazamiento del presidente del Bloque de La Libertad Avanza en Diputados Oscar Zago y su reemplazo por Gabriel Bornoroni, cercano a Karina Milei, decidido por votación en una reunión realizada a última hora de ayer.

Aunque el Bloque del partido del presidente sea pequeño e insuficiente para traccionar las leyes por tener sólo 38 legisladores, es el bloque de la fuerza que detenta el Poder Ejecutivo, y ayer quedó claro qué figura crece en los mandos internos: la de la hermana del presidente.

La poderosa secretaria general de la presidencia a la que el propio Javier Milei llama El Jefe, empieza a cambiar la anarquía de un partido variopinto, con recién llegados a la política y dirigentes de variada extracción partidaria, por un mando férreo. Una cosa es aceptar que haya librepensadores en el mundo libertario, y que puedan disentir en público entre ellos; otra bien distinta, es anarquizar la conducción. La forma expuesta y sin contemplaciones con que la Presidencia de la Cámara impuso su decisión es un mensaje para dentro y para afuera.

Si apenas ocurrido el triunfo de Javier Milei algunos diputados revoltosos de su banca osaron plantarse, ahora llegó la era de la disciplina.

No parece casual que el desplazado Oscar Zago, que aceptó lo ocurrido como parte de las reglas de la política, haya manifestado que las diferencias con su persona tienen que ver con sus gestiones para lograr una alianza con PRO que, según él, no ven con buenos ojos otros diputados de su espacio.

La explicación pareció un dardo envenenado que tiene que ver con otra contienda: la que no tan subterráneamente se da entre Pro y La Libertad Avanza por los términos de un posible acuerdo y hasta por los mismos votantes. El silencio de Mauricio Macri da cuenta del suspenso en que quedaron las conversaciones aunque PRO esté alineado en la votación de las leyes que necesita el gobierno.

El desembarco de Karina Milei en la ciudad de Buenos Aires para buscar afiliaciones y fortalecer las bases del partido en la capital es otra muestra de la tensión con la atrevida incursión en el principal dominio macrista. ¿Para qué unirnos con sus términos si sus votantes ya están con nosotros? Esa es una pregunta que no pocas veces aparece en el análisis de los armadores del gobierno.

La última vez que el Presidente habló de la vinculación con el PRO, habló de “convergencia”, ya no de fusión pero tampoco de alianza.

El desafío de La Libertad Avanza es llegar a esa mesa de convergencia sin perder ventaja con una construcción más sólida como la de PRO. Y el desafío de PRO es no ser absorbidos identitariamente por socios con quienes comparten una visión muy parecida y que hoy mandan desde la Rosada. Los de Milei pueden jactarse de una determinación mayor por cambios profundos, para diferenciarse del gradualismo del gobierno de Macri, pero al mismo tiempo ejecutan un plan de reformas salido de las usinas de Juntos por el Cambio como el que desarrolló el propio Sturzzenegger para Patricia Bullrich. Lo que ambos no deben olvidar es que una división entre ellos sólo sería buena noticia para sus detractores como Martin Lousteau o Leandro Santoro en la capital.

Lo que va quedando en claro es que Karina terminará siendo clave en la negociación con Mauricio Macri. Y ya se miden fuerzas.

La cuestión interna tampoco es menor porque la debilidad parlamentaria ha sido el mayor talón de Aquiles del gobierno. Cuando avanzan en el consenso con otras fuerzas para la aprobación de la Ley Bases e incluso con la CGT para lograr consenso para una reforma laboral, no es buena noticia la fragmentación de su modesta bancada. Por lo pronto, también ahí va quedando claro quién es el jefe.