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Martes, 08 Noviembre 2022 11:01

"Los Sindicalistas en autos de alta gama, los trabajadores sin poder subirse a un tren"

Escuchá el comentario editorial de Cristina Pérez.

La economía está en un cepo y dentro de la economía estamos todos encepados. Un gobierno que no puede administrar sin bloquearnos a todos difícilmente pueda evitar otros bloqueos. La sociedad está bloqueada por donde se mire. Piquetes, delitos, e increíblemente, medidas sindicales extorsivas que reflejan el poder y el estilo de otro tiempo pero que ante todo, nadie frena. Porque en el fondo la imposición, es el estilo general del poder en Argentina. Aunque afecte, y permítaseme la palabra, aunque “joda” precisamente a los trabajadores. 
 
Anoche cuando la conciliación obligatoria parecía haber puesto un límite a un paro total de transporte, los miles de pasajeros que toman el tren se enteraron al filo de la medianoche que no iba a haber servicio. Los ferroviarios piden un bono de 50 mil pesos para los jubilados y afirman que haber anunciado la medida hace 20 días los libera de cumplir la conciliación. Desafiaron a las autoridades incluso a denunciarlos y pusieron condiciones para levantar la medida a lo largo del día. Es absolutamente cruel la situación por la que atraviesan los jubilados y son las principales víctimas del ajuste de este gobierno, pero bloquear a los trabajadores con paros no cambiará su situación. ¿Por qué no protestan en economía en vez de parar los trenes donde viajan los laburantes? 
 
Venimos contando la situación extroardinaria que se vive en Argentina al paso de la inflación que el gobierno no contiene con los salarios cada vez más rezagados con respecto a los precios. A un creciente porcentaje de personas no les alcanza con trabajar para no ser pobres. En este contexto, ¿pueden los sindicatos seguir defendiendo medidas que afectan especialmente a esos trabajadores? Los funcionarios viajan en sus autos oficiales o en helicóptero. Los sindicalistas se pasean en sus vehículos alta gama. A ellos no les obstruye el paso el paro de los trenes. Son cientos de miles de personas, casi un millón, que intentan hacer su vida normal, ir a trabajar o a estudiar, las que verán otro día convertido en caos, el presentismo perdido, o sus trámites imposibilitados por la obstrucción. Es obsoleto, injusto y extorsivo tomar de rehenes a los trabajadores con un paro en nombre de defenderlos. El conflicto de los neumáticos que casi termina parando el país inauguró la temporada de conflictividad sindical dura. Estuvo espoleado por lo bajo por Camioneros que lo usaron para advertir sobre su poder de parar el país y desabastecer. En ese momento, como ahora, el gobierno se mostró impotente para poner un freno a una medida que daña la economía y afecta la vida de las personas. La perdida de autoridad de este gobierno sumada a la complicidad con medidas sindicales extorsivas lo hace incapaz de aplicar herramientas con las que cuenta la ley para evitar que la sociedad sea rehén de los conflictos. Los más de 50 bloqueos a empresas por parte de gremios duros y la impunidad para actuar con violencia en esas medidas que nadie condena son una constante y cuentan con el silencio oficial como aliado de la patota. 
 
En los últimos días, como al pasar, los argentinos escucharon a un líder sindical amenazar con bloqueos si gana la oposición. Es lo que hizo Pablo Moyano llevando el plano extorsivo y violento a la mismísima democracia. Sólo en un contexto institucional de desapego a las normas esta frase puede pasar desapercibida. A casi 40 años del regreso a la democracia, es intolerable que un sindicato ponga bajo amenaza el voto de los argentinos. Quieren ser intocables ante la ley. Ese es el único modelo sindical de los Moyano. El que desparraman a su paso en las condiciones impuestas para la logística, aunque eso encarezca innecesariamente los costos producir en el país. 
 
Con el crecimiento de la conflictividad social se espera que el año termine con más de 10 mil piquetes, y con los reclamos sindicales en ascenso. Curiosamente a pesar de la caída del salario, la CGT no le hizo ni un solo paro a esta administración, pero medidas como la de la Fraternidad muestran una desconexión enorme con la realidad de los trabajadores porque son ellos y no los funcionarios cuyas decisiones quieren forzar, a quienes afectan. 

Los argentinos vivimos bajo cepos, bloqueos, piquetes y extorsiones que se convirtieron en lo habitual. Los sindicatos este año fueron noticia por querer despegarse de las coberturas a discapacitados, por bloquear empresas, por hacerse los giles ante una realidad devastadora de trabajadores empobrecidos, y cuando dicen hacer algo por ellos terminan castigándolos. Frenan el progreso y la adecuación de medidas que modernicen las relaciones laborales no por los trabajadores sino para seguir eternizándose en el poder. No tienen democracia interna y bajo ese autoritarismo apañado o tolerado por la política condicionan al sistema de innumerables maneras. Son parte del atraso y cuando provocan situaciones injustas como hoy pierden la poca legitimidad que les queda. Ellos no viajan en tren, lo hacen miles de argentinos a los que les arruinan la vida y les faltan el respeto como si nada. Sindicalistas ricos y eternos de trabajadores pobres y cada vez más pobres. Algo no está bien. Mucho no está bien.