Miércoles, 21 Diciembre 2022 10:39

"Los Salieris de Messi y un presidente meme"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina sin vueltas. 


Se la pasaron pidiéndole que fuera como Maradona, pero es Messi. Atravesó cinco mundiales con esa sombra genial y a veces asfixiante del ídolo a quien, por lograr la magia, la épica y la copa, se le había perdonado todo. Cuando por fin cumplió la proeza, que se hizo desear hasta la agonía, cuando tenía que recibir las cosechas amorosas de la gloria, y el amor de la hinchada, quién iba a decir, le tocó de nuevo dar su prueba de carácter. Y la dio. Se la pasaron pidiéndole que fuera como Maradona, pero es Messi y también lo mostró en la firmeza de resistir la presión política descomunal del gobierno que buscaba como sea la foto con los campeones del mundo. Messi no transó e hizo respetar una decisión tomada por mayoría en el equipo.  

En medio de la mayor movilización de almas que recuerde la historia argentina, se produjo un hecho insólito. La selección, que ya había gambeteado a Países Bajos, Croacia y Francia, ahora tenía que gambetear a un gobierno figuretti decidido a trampearlos para arrearlos como fuera a la Casa Rosada. Desde la mañana estuvo clarísima la trampa. Sólo a ojo, era obvio que resultaba inviable que el micro descapotable con los campeones pasara por el Obelisco. Si hubieran querido asegurar su paso, tenían que haber armado corredores para que la multitud dejara espacio y no lo hicieron. Menos mal que apareció el video de la llegada de la selección de Marruecos para mostrarles que sí se podía. No lo previeron. Hubiera sido imposible que la caravana de la gloria con los muchachos y la copa pasara abriéndose paso entre la gente. Y aquí la pregunta es inquietante. Si la selección había manifestado su intención de ir al Obelisco, ¿por qué no se lo garantizaron? ¿Por qué no planificaron un operativo acorde? ¿Por qué no lo organizaron? Lo que vimos desde primera hora en la Plaza de la República es que las autoridades porteñas no pudieron ni proteger el Obelisco que fue vandalizado todo el día, la tarde y la noche. No podés cuidar el Obelisco qué queda para el resto. Por la noche el robo en vivo de un cajero automático a pesar de estar la policía a metros selló la jornada. Sólo por milagro y porque el espíritu de la mayoría de la gente era el de la fiesta, las cosas no terminaron mal, muy mal.
 
O sea, por un lado, no armaron un operativo en el Obelisco para que pasara el micro como querían los jugadores, y al mismo tiempo sí armaron escenario, ocho pantallas, el balcón embanderado y hasta el catering en la Casa Rosada. También tenían a mano los helicópteros y antes de que se decidiera usarlos para evacuar a los futbolistas eso ya había trascendido. Fue el propio Chiqui Tapia, titular de la AFA, el que denunció públicamente que no los dejaban llegar a la gente que estaba en el Obelisco y que eran los mismos organismos de seguridad que los escoltaban los que no les permitían avanzar. Una pena, puso al final de su tuit para luego elogiar a Sergio Berni, cuya cápsula sí había funcionado. Sí, una pena todo. Y se nota mucho. Siempre se notó que buscaron inducir a los jugadores hacia Plaza de Mayo y quedó claro que sin un operativo que garantizara que pudieran pasar por el Obelisco y con todas las garantías casualmente en Casa Rosada, eso era otra forma de apriete. Lo pueden negar hasta el cansancio. Pero lo hicieron. Y privaron a los que esperaron horas en el Obelisco, y a los propios jugadores de ese romance que, aunque se explique no se puede entender, tiene un pueblo futbolero con un equipo que gana un Mundial y le da una alegría. También privaron a la historia de esa imagen gloriosa. El Mundial trasciende el fútbol. Es el brebaje mítico de la identidad y la épica. Y deja un montón de preguntas en la Era Messi que acaban de comenzar con esta Copa.
 
Recapitulemos. No había operativo en el Obelisco y estaba todo dispuesto en la Rosada. Ni así, pudieron quebrar la decisión del equipo, sea por los motivos que sea, de no quedar pegados al gobierno, a la política o al presidente. El anticipo lo habían visto las cámaras cuando Messi le dio la espalda con indisimulable incomodidad a Wado de Pedro luego de tocar suelo argentino. Pero no iba a ser la única pseudo emboscada por una Foto Opportunity. Lo que pasó después con el operativo pudo ser un desastre. 
 
Pero hay que detenerse por un momento en el contraste apabullante de lo que estaba pasando. Esta selección de futbol le ganó a todas las movilizaciones de la historia argentina. Ya no es una movilización política la que más ha conmovido a las masas. Ni de Perón, ni de Evita, ni de Alfonsin. Es un equipo de fútbol con la copa del Mundo, es un ídolo sin estridencias. 26 chicos, de los cuáles 19 nunca habían jugado un mundial y la pelearon como guerreros olímpicos, y un Director Técnico al que había defenestrado el propio Maradona pero que se probó como un Señor y que encima demostró maestría, temple y humildad hasta en el momento de alcanzar la gloria. La selección no dejó dudas de que juega hasta el último aliento para la gente. Y en un contexto absolutamente riesgoso ayer lo dieron todo para acercarse a esa gente en persona, aunque los reventara el sol, aunque estuvieran cansados, aunque el operativo de seguridad fuera tan berreta que no pudieran seguir. Horas después se vio a Messi regalando fotos en una hilera ordenada en su ciudad natal. Sí, hasta en Rosario pudieron hacerlo. Orden, es lo que falta hace demasiado tiempo. 
 
Todo el día, con el corazón en la boca, vimos cómo la selección se ofrendaba a la gente en medio de la desorganización. Los dos hinchas que se arrojaron al micro, fueron el preludio de lo que pudo ser una tragedia. La mezcla incompatible de fiesta total y peligro total, empañaba el disfrute, pero no podía con él. Y fue conmovedor registrar la alegría, el fervor y el agradecimiento mutuo entre tantos y ellos, que se mezclaron dispuestos y entregados. Nadie va a olvidar que ese amor fue verdad. Y las mezquindades de la política no lo van a opacar. 
 
Fue un día tan histórico como curioso. En las calles felices, sin estrellato, pero con estrella, andaba un chico que ya es leyenda mezclándoze con el pueblo, mientras en el poder, jugaba el chiquitaje, mediocre y voraz, de los salieris de Messi y un presidente meme.