Miércoles, 13 Marzo 2024 13:13

"Es la inflación, estúpido"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

Así como el kirchnerismo se empeñó por demostrar que la política podía dominar la economía podríamos afirmar que Javier Milei busca probar todo lo contrario: que la economía puede “domar” a la política.

Ya no se trata solamente de las leyes de la economía aplicadas a la economía sino de la economía convertida en ordenadora de lo político y en caballito de la batalla cultural.

Pero todo eso depende esencialmente de un indicador: la inflación. En algún momento la inflación va a caer como un piano, había dicho Milei.

 

En estas horas apareció más claramente lo que podríamos llamar el “Plan Piano” del Presidente. En el gobierno aseguran que, si uno quita los precios que aún deben reacomodarse y aumentar por única vez, como tarifas o prepagas, la inflación está cada vez más cerca de un dígito. Se mira con especial interés sobre todo el valor de la canasta de alimentos que midió por debajo de la inflación general un 11,9%.

El interés depositado en este rubro también está marcado por la reciente agenda de reuniones del ministro de economía Luis Caputo que en sus encuentros con empresas alimenticias y supermercados buscó persuadirlos de dos cosas: primero, de que no habrá una nueva devaluación y segundo, de sincerar los precios a lo que realmente venden y no de disfrazarlos de promociones 2 x 1, para que esos valores se trasladen como baja real a la encuesta que hace el Indec. Muchos, no dudaron, con sorna en compararlo con Guillermo Moreno por estas reuniones donde parecía sugerir precios, algo que es un sacrilegio para el ideario liberal. Hasta ayer, cuando sorprendió a todos, la decisión de abrir las importaciones de alimentos.

Lejos del garrote del estado, apareció el garrote del mercado, o mejor dicho, la competencia. Así lo explicaba el ministro Guillermo Francos en este programa.

 

La palabra competencia eriza la piel de un sistema acostumbrado a los controles y a los mercados cautivos. En el nombre de la protección a la producción nacional los argentinos pagan por algunos productos, precios mucho más caros que en el resto del mundo incluso en dólares.

La consultora Javier Miglino y Asociados hizo un promedio del valor de la ropa por ejemplo y concluyó en que una camisa sport de calidad media sale más cara en Argentina que una camisa Polo Ralph Laurent de primera marca en los Estados Unidos.

Cuando la calidad de la camisa es similar la relación es aún más amplia: 130 mil pesos o 152 dólares en Argentina versus 82 dólares en EEUU, 90 dólares en España, 66 dólares en Brasil y 44 dólares en México. O sea que nuestro país duplica o triplica a países de la región.

Un pantalón de jean cuesta en Argentina un promedio de 90 mil pesos que equivalen a 105 dólares cotización oficial y en Estados Unidos sale 70 dólares, 90 en Francia, 72 en Brasil y 40 en México. Lo mismo pasa con una campera, una bermuda o una camisa de traje. Argentina tiene la ropa más cara del mundo.

Con la inflación de Marzo en 13,2% y la expectativa de mercado arrojando un poco más de 14 para Marzo, todo indica que el gobierno busca no perder la senda de baja y evitar que un rebote en los precios, traccionado por los aumentos pendientes en marzo, genere dudas sobre el descenso de la inflación. Suena paradójico pero la inflación de febrero, mejor de lo esperado por la baja, les deja la vara alta para marzo.

Luis Caputo confirmó en estas horas que su objetivo es bajar la inflación a nivel de shock, no con un escenario gradual como en Perú, a tres años, porque aseguró que la gente no tendrá tolerancia y que en ese sentido busca avanzar hacia un sistema de competencia de monedas que apunta a hacer colapsar la inflación. El presidente diría, que caiga como un piano.

 

Con la decisión de abrir importaciones el gobierno mandó un mensaje a todo el mercado: no le temblará la mano en acelerar los tiempos de la competencia. Pero eso no sólo importa en términos económicos y de libertades.

Como solía decir un asesor de Bill Clinton: “Es la economía, estúpido”. El presidente busca fortalecer su gobernabilidad con la baja de la inflación. Cuanto más rápido llegue menos espacio tendrán sus opositores para retacearle apoyo. ¿Quién puede decirle que no a un presidente que baja la inflación?

 

También se dirime en este tema una de las batallas culturales personales del presidente. Con el kirchnerismo, en Argentina, todo mercado era un mercado regulado y los precios se controlaban a tal punto que en algunos sectores existía lo que ciertos juristas llaman expropiación regulatoria: el estado se metía de tal manera en la estructura de costos que controles y subsidios mediante, la empresa dejaba de ser de sus propios dueños que no pensaban en ganar más o en competir, sino en mantener su negocio.

Para Milei el mercado es en cambio un círculo virtuoso donde se produce un proceso de cooperación social que deriva en bienes de mayor calidad a mejor precio. Sólo basta observar de nuevo las listas de precios de la ropa o de los celulares para observar cómo la Argentina perdió toda noción de competencia en ese sentido. ¿Podrá Milei con la inercia de un proteccionismo crónico y el consiguiente aislamiento del mundo?

Esa transición es mucho más ambiciosa que la baja de los precios y depende de estructuras de impuestos, leyes laborales y cargas burocráticas. Pero lo primero es lo primero. Antes debe caer el piano de la inflación y ahí las reformas tendrán un camino mucho más despejado que el de ahora.

Quizás por eso, el Pacto de Mayo es en Mayo y no en Abril. Porque el gobierno espera que la baja en la inflación tenga la persuasión y sutileza que no tiene a veces la verba afilada del presidente. Y que eso también recomponga un poco al menos los ingresos. ¿Cuántos alcanzaron este mes los 690 mil pesos de la canasta básica total que necesita una familia tipo para no ser pobre?