Viernes, 10 Febrero 2023 15:32

"El Plan Llegar hace agua por todos lados"

Escuchá el comentario editorial de Cristina Pérez.

Desde que llegó al Ministerio de Economía, Sergio Massa fue hábil en el manejo de un elemento de la economía que es tan etéreo como el aire y tan liviano como el humo pero que sin embargo está detrás de la palanca de muchísimas decisiones: las expectativas. Y así las expectativas de que podía domar la inflación, las expectativas de que iba a ordenar la economía, las expectativas de que pondría en caja al dólar etc etc etc con reformas incluso más profundas que las que jamás Martin Guzman hubiera osado producir, le concedieron al entonces superministro otro valor de la economía, crucial e imprescindible sobre todo para un país al que nadie le cree nada: tiempo. Así, se convirtió por varios meses en el hijo dilecto del FMI, del establishment y hasta de Cristina y Máximo que con él prácticamente le tomaron el gobierno a Alberto. 

Pero el tiempo y las expectativas si no hay resultados se agotan, y en Argentina se agotan antes. Como decía un profesor que tuve, “la realidad siempre te alcanza”. Uno de sus artilugios para comprar tiempo es muy conocido por cualquier ciudadano de a pie: gastar a cuenta. Recurrir a la tarjeta o pedir un adelanto de sueldo. El problema, es que volves de vacaciones y además de no tener la plata para el mes no te alcanza para pagar lo que debes de las vacaciones. El dólar soja fue el modo de obtener dinero cuando no había un mango y seguir dándole a la toma de deuda en pesos, elogiada porque el pagadios es en pesos y el que se jode está acá. 
 
Sin entrar en tecnicismos, lo que empezó a mostrar una titilante luz roja es el monedero: no hay reservas, la financiación en pesos es una bola de nieve y como se termina el mandato los bancos la renuevan cortita, y entre la sequía y lo que ya se tomó de la cosecha con el dólar soja, la liquidación de granos tampoco alcanza. Al Plan Llegar, le entra agua por todos lados.  
 
Como si todo esto fuera poco, el dólar no se tranquiliza, y la promesa de una inflación de 3% en marzo fue linda mientras duró. El índice de enero se conocerá el próximo 14 de febrero, Día de los enamorados. Más bien, será el día de los corazones rotos si se toma como referencia el 7,3% que arrojó en la ciudad, o las mediciones de las consultoras privadas. La cosa no viene nada bien. Por dar un ejemplo, el índice de la Consultora Ecolatina para el Gran Buenos Aires arrojó un 6,4%. La mayoría de la gente, en su angustia cotidiana, no necesita de ningún número para saber que no le alcanza y que está harta. 
 
Como si fuera poco, el kirchnerismo duro, con Máximo Kirchner y La Cámpora a la cabeza quiere plata para la campaña. Expertos en derroche, no les importa nada. Y la misma presión que le hicieron a Guzmán se la están empezando a hacer sentir a Massa. Por ahora Cristina hace como que contiene el asedio, pero ya sabemos que el hijo no hace nada sin el consentimiento de la madre. 
 
El mejor termómetro de esta ansiedad porque en la olla ya no hay dónde rascar, está detrás de la llamada pelea por la herencia. Juntos por el Cambio advirtió en un comunicado que el gobierno actual está dejando una situación peor que la del 2015 y una bomba armada para el pueblo argentino. Si las cosas estuvieran bajo control en Economía, uno piensa que no les preocuparía un comunicado político que es descremado si se compara con cualquier pronóstico de Milei. Pero la viveza que buscó el ministerio que conduce Massa, es intentar culpar a los opositores de los males de hoy por generar esa advertencia sobre el futuro. Lo que dejó en el aire, en cambio, es la sensación de que todo está peor de lo que dicen. 
 
Por otro lado, hay una paradoja: se conocieron diversas encuestas donde en teoría el gobierno y la oposición están tan parejos que la próxima elección estaría para cualquiera. Se ve que no las creen ni ellos mismos, que le asignan tanta importancia a economistas de un gobierno ilusorio. Y todo, como si la gente después de todo lo que no mejoró, creyera que son gemas los nuevos y brillantes espejitos de colores.