Martes, 23 Abril 2024 13:39

"El consenso por la universidad pública y las dos caras de la marcha"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

Partimos de un acuerdo: casi todos defendemos la existencia de la universidad pública. Hasta el gobierno. ¿Cuál es el desacuerdo entonces? Los rectores advirtieron que hay asfixia financiera porque no se actualizaron según la inflación los recursos que reciben y que eso podría derivar en el cierre de las universidades.

Esto puso en alerta a gran parte de la comunidad educativa que se movilizó para la marcha de hoy y a horas de que se realice el gobierno salió a desmentir que quieran cerrar la universidad.

Pero aquí viene otra cuestión que parece estar en el centro de la polémica: ¿Por qué pedir que las universidades públicas rindan cuentas de sus gastos en forma transparente sería no defenderlas? ¿No debería ser exactamente lo contrario?

Se ha argumentado con razón en estos días, que el Poder Ejecutivo no puede fiscalizar a las universidades porque estas tienen autonomía consagrada por la constitución y que sólo puede controlarlas la Auditoría General de la Nación. Ayer quien era presidente de la AGN hasta el año pasado, Jesús Rodríguez, reconoció que hay dificultades en el control interno de las universidades, y se verifican deficiencias pero que no se ha encontrado delitos.

La pregunta es obvia entonces: ¿se puede hacer una auditoría de calidad con datos deficientes? Probablemente no y ahí vuelve a generar dudas la resistencia a una mejor rendición de cuentas, considerando que las universidades funcionan con fondos públicos.

¿Pero eso justifica una reducción del presupuesto que podría llegar a ser del 70 en todo el año si no hay nuevas partidas? Ahí es donde el gobierno dejó abierto el terreno para la protesta.

Todo indica que buscó dejar en evidencia la opacidad de los gastos en las universidades porque detrás de eso se esconde el uso político.

Detrás de ese uso político aparecen desde hace tiempo los nombres de dirigentes radicales, que son los que más se oponen al gobierno, como Martin Lousteau y Emiliano Yacobitti. Los señalan por algo que sintetizó nuestro columnista Darío Loperfido, también de origen radical:

¿Son cajas políticas las universidades? Probablemente si hiciéramos esa pregunta muchos contestarían que sí. Pero si a esas mismas personas les preguntáramos si están de acuerdo con la universidad pública también contestarían que sí. ¿Entonces? Todo nos lleva de regreso al tema de cómo se gastan los presupuestos. Pero en los hechos hoy se producirá una marcha que será probablemente la más importante hasta ahora contra la administración Milei.

¿Equivocó el gobierno su estrategia de conflicto metiéndose de lleno en un tema asentado en un amplio consenso social?

Para eso habría que ver qué implica realmente la marcha de hoy. ¿Es una marcha en defensa de la educación pública o una marcha política?

En estas horas los rectores se preocuparon por destacar que la cabeza de la marcha será solo integrada por el mundo universitario. Parece un mensaje destinado a no quedar pegados con todos los que terminarán marchando hoy.

Los que hoy salgan a marchar terminarán al lado del kirchnerismo, los sindicatos y los piqueteros que lo primero que hicieron en el mandato de Alberto Fernández fue quitar la exigencia de terminar el secundario para los hijos de los beneficiarios. O el gobernador Axel Kicillof que cerró las escuelas en la pandemia y se resistía a abrirlas en su pelea con la ciudad de Buenos Aires. O Sergio Massa bajo cuya gestión en economía también bajaron las transferencias a las universidades que de hecho comenzaron a descender en 2020 durante el gobierno anterior. ¿Por qué nadie marchó entonces?

Habrá quienes marchen hoy por la educación pública en forma sincera pero también habrá muchos que marcharán hoy usando ese aglutinante para atacar al gobierno. Hasta Cristina Kirchner que no abrió la boca por el tema del dietazo de senadores porque ella embolsa el doble con sus dos pensiones salió hoy a jactarse de la creación de dieciséis universidades durante los gobiernos k.

Probablemente quien mejor lo sintetizó fue la experta en educación Guillermina Tiramonti: “La marcha nos pone un revolver en la cabeza. ¿Estás de acuerdo con los simuladores o con los atropelladores? ¿Por si o por no? ¿Por la foto con Massa o los chicos sin clases? ¿O marchas con los defensores o sos un destructor?” Y concluyó: “Si las universidades sacaran a la luz sus cuentas y los criterios con que definen sus políticas pedagógicas y administrativas podríamos buscar nuevos caminos que nos acercaran a conseguir una universidad de alta calidad y con oportunidades más equitativas.”