Jueves, 07 Marzo 2024 13:40

Alberto y Cristina, los brokers y Vialidad

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas

Alberto Fernández salió de la escena de su presidencia como un personaje menor, casi intrascendente, extinguido por el golpe de palacio perpetrado por Sergio Massa bajo la orquestación demoledora de la jefa Cristina Kirchner. El día en que salió por última vez de la Casa Rosada fueron testigos de su grisura, dos presurosas cronistas. Una de ellas notó su lapidaria herencia: las piedras que representaban a las víctimas del COVID, que su gobierno arrumbó en un patio para que no los denunciaran en la plaza.

Nada parecía poder superar la fiesta clandestina en Olivos, pero sólo tres meses después del fin de su presidencia, emerge un rostro que hace parecer a la intrascendencia una virtud.

Los brokers de Alberto podría ser el nombre de una banda de rock, pero empiezan a aparecer como la cara visible del intento de un crimen perfecto con el escándalo de los seguros. La abulia, la inoperancia, hasta la anemia de poder que caracterizaron la presidencia de Fernández, a la luz de estos hallazgos parecen más la simulación de un cínico o la impostura de un vivo, mientras millones en comisiones salían caudalosas a los bolsillos de los intermediarios. Pensar que Alberto decía en uno de sus últimos discursos que en ética, había dejado la vara alta.

¿Qué hace Alberto Fernández hoy? Pide licencia de lo que nunca detentó más que formalidades, la presidencia del PJ.

¿Qué hace Sergio Massa hoy? Quien realmente vistió las ropas del Ejecutivo, se desempeña en un fondo buitre que ganó millones con el default argentino de 2002. Entretanto desde las trastiendas del conurbano juega en las sombras con su incansable voracidad que no conoce límites ni lealtades.

¿Qué hace la jefa hoy? La jefa, la jefa sigue en lo mismo de siempre, buscando salir impune de sus causas judiciales, motivo esencial que guió el gobierno fallido donde se alió con sus dos acérrimos enemigos. Al final, se consumieron entre los tres en las hogueras de la ambición, aunque nada la frene de seguir conspirando para bloquear cualquier futuro del país que no sea el de sus designios.

Sin los extremos a los que llevó Cristina a la Argentina y a los argentinos quizás sería imposible que hoy existiera un Javier Milei. Pero la pobreza como plan, la anulación de las libertades económicas, la corrupción del estado y el laboratorio autoritario de la pandemia, fueron demasiado incluso para este pueblo manso.

En estas horas la señora se aboca a intentar zafar de la causa Vialidad. Esta vez para pedir que se revoque su sentencia, acudió a un dictamen de experto que le pidió a Rodolfo Barra, el hábil jurista que hoy ocupa la Procuración del Tesoro en el gobierno de Milei, que fue juez de la Corte menemista, y que también supo defender a Gildo Insfrán antes de volver al poder. En el texto, Barra refiere que “no hay responsabilidad penal objetiva del Presidente por la firma de un decreto ni por posibles delitos relacionados con contratos u obras”. Más allá del protagonismo actual de Barra, de la ironía de compartir un jurista con el gobierno de Milei y de la persistencia de la señora cuando el fiscal Mario Villar pide que le dupliquen la condena a 12 años, el tiempo de las pruebas pasó y los dictámenes son los de los jueces, no los de los expertos elegidos a dedo y pagados por el acusado. Además, lo llamativo de este caso no es el decreto sino el sujeto de enriquecimiento, el empresario patagónico Lázaro Báez, socio de los Kirchner y que sumó tantas tierras como 20 ciudades de Buenos Aires gracias a los 51 contratos que constituyen la causa Vialidad. El mismo que construyó el mausoleo de Néstor y guardaba las llaves, pero que según Cristina no era su amigo. Es curioso, porque ella pasó de autodeclararse perseguida política a decir que la firma del decreto no la incrimina. ¿No era que ya la había absuelto la historia?

Sorprendidas, fuentes de una de las fiscalías que siguieron el caso manifiestan que este dictamen es un desaguisado de lo que son los hechos y las pruebas. Que el tiempo de las pruebas ya terminó. Y de paso se preguntan por qué no le dieron a Barra para analizar también las licitaciones, el nacimiento de Baez de gerente a empresario, cómo fue colaborando con él el estado, la gente de Santa Cruz que ocupó lugares para acelerarle licitaciones, pagarle como a nadie en tiempo y forma y finalmente cómo Cristina organizó su salida con el Plan Limpiar Todo. Rutas, rutas que no llevan a ningún lado, se dibujan por la Patagonia.

“¿Por qué hacen esto?, entonces”, pregunto. “Porque están desesperados”, responde la fuente judicial.

La única chance de Cristina, en el fondo, es que Milei fracase. Ella sabe que la justicia no olvida, ni en su memoria de aburridos expedientes, ni por los vestigios de la guerra a la que ella sometió a un poder de la república.

Este repaso coyuntural de la vida del triunvirato que ocupó disfuncionalmente el poder los últimos cuatro años, ofrece una luz diferente para mirar las ruinas que dejaron sobre las que se desarrolla hoy la contienda política. Un Presidente intentando suplir su debilidad política con carisma y voluntad, un ajuste sin antecedentes cuyo costo político afronta por ahora con respaldo, un desfiladero económico para bajar la inflación que entra en sus dos meses más complejos, y un embrionario diálogo con los gobernadores en busca de reformas más duraderas.

Si uno vuelve a tomar los garabatos del Presidente Milei sobre su discurso de apertura de sesiones, estamos entrando en el primer globito, el de la propuesta a los gobernadores. Siguen dos líneas, una que lleva al Sí y otra que lleva al No. La del Si deriva en la Ley de Bases, la del No en una cadena de globitos que dicen Conflicto, Conflicto, Conflicto.

Hoy la Argentina no tiene dos opciones. El modelo del pasado se agotó en el fracaso, el que eligió la mayoría depende de un mínimo consenso para consolidarse en el futuro. El riesgo de que no avancen en un acuerdo, no es el pasado, es un pantano, que se coma hasta las últimas esperanzas. Son todos, los que tienen que buscar la manera, de darle alguna forma al presente.