Paraje de Quintuco, a 240 kilómetros de la ciudad de Neuquén en la Patagonia Argentina. Allí, cerca de Bajada del Agrio, se levanta una base espacial china controlada por el Ejército Popular chino y construida bajo cláusulas secretas en un contrato que desde 2012, durante el gobierno de Cristina Kirchner, consta de varias adendas. El lugar que es considerado territorio chino, como su embajada, representa una cesión al menos llamativa en términos estratégicos al gigante asiático. Quien llamó la atención sobre este punto en sonoras declaraciones públicas fue ni más ni menos que el embajador de los Estados Unidos Marc Stanley. “Me sorprende que Argentina permita que Fuerzas Armadas chinas operen en Neuquén”. La pregunta es por qué en Argentina algo tan delicado estuvo siempre envuelto en el secretismo y el misterio.
No es casual que sean los Estados Unidos en creciente tensión con China, los que alcen la voz sobre este tema. También se enmarca en la nueva orientación geopolítica que plantea el gobierno de Javier Milei con el retorno del país a Occidente y su alineación con el país del norte. Pero vuelve a abrir interrogantes sobre los vínculos que trabó el kirchnerismo con China y también sus contradicciones. Parece que los discursos de soberanía con que plagaron su relato no consideraron el peligro de una base militar extranjera manejada por un gobierno extranjero, o quizás la soberanía como tantas otras cuestiones, para ellos es relativa. Basta pensar en el Memorandum con Iran o el extraño avión iraní que nadie detecto dentro de nuestras fronteras. Hay países frente a los cuales no había escozores de soberanía.
El reclamo del embajador norteamericano, tuvo casi inmediata respuesta de la Casa Rosada donde ahora no descartan una inspección para controlar que las actividades que allí se realizan respetan lo acordado.
La escenografía que ofrece la fortaleza militar, teóricamente dedicada a la exploración espacial con foco en el avistaje lunar, hace acordar a la nueva serie de Netflix, El problema de los tres cuerpos donde una antena de las mismas características hace ejercicios vedados con pruebas de armas y comunicaciones alienígenas. En la ficción la presencia de la inquietante antena en zona prohibida, basta para abrir sospechas. Aquí por demasiado tiempo, nadie se preguntó nada.
No es llamativo que a Cristina Kirchner la haya hecho sentir cómoda la presencia vernácula de los chinos. Los swaps de divisas para fortalecer las reservas del Banco central que sirvieron de salvataje a Massa, las represas Néstor Kirchner en Santa Cruz financiadas por China, y la admiración de la señora al estado todopoderoso del Partido Comunista explican por sí solos un alineamiento ideológico y financiero totalmente opuesto al de los Estados Unidos y el Fondo Monetario.
Pero nada de eso hace inocua una presencia militar como la que implica la sola existencia de esa base que parece contar con reaseguros de todo tipo para su permanencia en Argentina. El ejército popular chino opera en nuestro país con anuencia de las propias autoridades argentinas. En cualquier lugar esto sería un escándalo.
En 2022 por motivos similares, y luego de un 2 de abril, Cristina Kirchner se quejaba de la base de la Otan en el Atlántico Sur.
¿No escandaliza de la misma forma la base china que funciona como territorio chino en el corazón de la Patagonia? ¿O se la propició por una alineación directa con China y como dice la propia Cristina Kirchner, todo tiene que ver con todo?
La base, que funciona con una exención impositiva de 50 años, y también la construcción de un proyecto portuario de aguas profundas en Ushuaia de desarrollos chinos obsesiona a la jefa del Comando Sur de los EEUU Laura Richardson que acaba de arribar al país.
No es novedad que recrudece la carrera entre las dos potencias mundiales por la influencia en la región. La advertencia norteamericana apunta sin disimulos a la estabilidad regional por el avance chino que incluye intereses en objetivos estratégicos en puntos como el triángulo del litio y también la Hidrovía.
¿Qué ofreció a cambio de la extensión del swap con China a 10 mil millones el ministro Sergio Massa en su promocionado viaje a ese país? Al volver el país ratificó el avance de las represas hidroeléctricas en Santa Cruz. Y recordemos que antes de finalizar el gobierno de Alberto Fernández se había acordado el ingreso de nuestro país a los Brics que incluyen a China y Rusia.
"En la base, a mi entender no rige la ley argentina, de hecho, es un lugar que prácticamente es territorio chino" se inquietaba cuando recién comenzaba la construcción de la base el entonces intendente de Neuquén Horacio Quiroga.
La base ocupa 200 hectáreas. Sobre las sospechas de un eventual uso militar, el analista Rosendo Fraga ya advertía que "para China, lo satelital es una división del ejército no importa el uso que se le de al satélite. Y el uso de la información de los satélites, si existe, es incontrolable." ¿Para qué se usa la información que recaba la base? Una antena con capacidad de interceptar satélites y eventualmente enviar información vinculada con data sensible no es algo menor.
En su momento el Presidente Macri había dicho que se darían a conocer las cláusulas secretas de los acuerdos con China. ¿Qué dicen esos contratos? ¿Hasta dónde llegan los compromisos adquiridos con China por parte del kirchnerismo? ¿O el colonialismo y la influencia extranjera deja de importarles si se trata de una potencia comunista?
Fuentes del gobierno aseguran que se está evaluando el convenio con China y también las adendas del contrato de las que la última conocida se realizó en la administración de Macri. Y también analizan una inspección para chequear que las actividades en la base cumplan con lo acordado. Aunque eso serviría de poco en términos de cómo se usan los satélites. Es sin duda imprescindible que el gobierno de Milei no sólo audite sino que también establezca e informe hasta dónde el kirchnerismo comprometió al país con China en términos militares y económicos.