Argentina está pasando de un liderazgo de coerción a un liderazgo de persuasión. A Milei no le quedará otra que persuadir, persuadir y persuadir.
Pero veamos primero lo que se va: el kirchnerismo en su fase terminal agudizó sus rasgos autoritarios y su arbitrariedad usando el estado como propio.
Milei, construyó su vínculo con la sociedad siendo un outsider, mediante la divulgación económica y advirtiendo que el actual modelo podía convertir a la Argentina en una villa miseria. Lo hizo con una personalidad carismática que se percibió como auténtica. Podríamos decir que con las palabras llegó al poder. Ahora le llega el desafío de usar las palabras para gobernar. No sólo se trata de explicarle a la gente lo que hará sino también a los diputados y senadores entre los que no tendrá apoyo irrestricto.
Decía, Henry Kissinger, el célebre secretario de estado norteamericano que acaba de fallecer, que “un buen líder debe hacer las veces de un educador para comunicar sus objetivos y calmar las dudas”. En el caso de la Argentina las dudas son muchísimas y serán millones los que esperen que el mensaje de asunción de Javier Milei les calme esas dudas. Días pasados al entrevistar al Rabino Simon Jacobson, que recibió a Milei en Nueva York, el religioso decía que son tiempos de bancarrota en los liderazgos, que la gente no encuentra en los políticos ni inspiración ni guía y que esto era una oportunidad para Milei a quien veía más como un líder espiritual que como un líder político. Al presidente electo le tocará predicar en el desierto del ajuste y convencer a los argentinos de que luego de cruzar ese desierto, Argentina puede volver a ser una tierra prometida.
Por su debilidad en el Congreso y su necesidad de negociación permanente para obtener leyes, más allá del 56% de los votos con que triunfó en el ballotage, Milei necesitará renovar todo el tiempo esa esperanza. Por lo pronto, el mensaje del día de la asunción será clave, no sólo para los mercados sino para esa alianza con sus votantes, que espera le de sustento a la hora de enfrentar a los sectores más reticentes a las reformas. El famoso ajuste de shock llegó primero con un shock de palabras: riesgo de hiper, estanflación, la crisis más grande la historia. Es clave que el plan sea creíble, y ese rol también cumplen las palabras que connotan la gravedad de la situación.
En estos días se habló de un distanciamiento entre Milei y Macri y se conoció de las advertencias del ex presidente sobre su cercanía con sectores peronistas de los que él le recomendó desconfiar. Javier Milei, que le sacó votos tanto a Juntos por el Cambio como al peronismo busca lograr un terreno de gobernabilidad que incluya a los dos sectores y por eso intenta romper la lógica de la grieta. Pero eso no significa que con Macri haya pelea, aunque sí alguna tensión.
El ex presidente sabe que es el cambio o vuelve el kirchnerismo. Y el presidente electo por su parte, busca preservar su identidad y su autonomía. Con las designaciones del gabinete, por ejemplo, dejó claro que primó cerrar fuerzas con la fórmula de Juntos por el Cambio integrándolos al gabinete, y no la idea de un cogobierno con alianza legislativa. Esto último lo hizo con la premisa de que no le alcanzarán sólo los votos del Pro y que, si la presidencia de la cámara recaía en ese partido, se le iba a complicar obtener apoyo peronista. Se viene un congreso líquido, con mayorías circunstanciales que habrá que trabajar en cada caso. En La Libertad Avanza deben hacer muchos ejercicios para afinar la cintura, política.
Mientras tanto, el Club del Helicóptero seguirá agazapado esperando la mínima oportunidad para poner palos en la rueda o sacar las piedras de la mochila. La primera prueba será el paro con el que amenazan los estatales para el 11 de diciembre, a 24 horas del inicio del gobierno. Y las medidas de fuerza de organizaciones piqueteras y sindicalistas para los días 19 y 20 de diciembre. Ese será el estreno de la oposición en las calles luego de cuatro años en que a pesar de la crisis económica la CGT no hizo un solo paro y los piqueteros oficialistas se dedicaron a ser funcionarios. El nuevo gobierno buscará desactivar la terciarización de la ayuda social y por ende el poder de extorsión desde las calles que le da a los líderes piqueteros el manejo de los planes. Es todavía un misterio la lógica del nuevo presidente ante el conflicto social, aunque la promesa de hacer cumplir la ley anticipa tensión en un terreno donde hace tiempo había ganado la anarquía y las fuerzas de seguridad parecían haberse retirado, incluso en la ciudad de Buenos Aires donde gobierna el PRO.
Por lo pronto, lo notable, es que si Milei avanza con su plan de ajuste sólo estará cumpliendo con lo que prometió. La apuesta es que la rapidez en las medidas acelere la salida de la crisis, que no lleva un mes ni un año, sino más de una década en la que la Argentina dejó de crecer, hasta llegar a esta total agonía.