Viernes, 26 Abril 2024 13:34

"Un camino sin balas de plata en una sociedad con poco resto"

Volvé a escuchar el comentario editorial de Cristina Pérez en Cristina Sin Vueltas.

“En este momento compro lo que necesito para el día. No me alcanza para nada más”.

“Me quedan seis meses para aguantar a este ritmo”.

“Los que estamos en la clase media que está al borde de caerse tuvimos que resignar un montón de cosas”.

“Me tiene que ayudar mi familia”.

Estas son respuestas de ciudadanos de clase media baja que es posiblemente la que más sintió el efecto del ajuste junto con los jubilados ya que no tiene red de contención alguna.

Al mismo tiempo, si uno repasa los últimos signos que arroja la economía y aparecen como esperanzadores en medio de la fuerte recesión, encuentra, la baja de la inflación que ya registran sin variación a lo largo del mes algunas consultoras, el regreso de los créditos hipotecarios, la segunda baja de tasas en el mes, con la consiguiente reaparición de las cuotas, y la expectativa de que se apruebe la Ley Bases con una reforma laboral incluida.

“El gobierno lo describió con grandilocuencia: Nos estamos encaminando seriamente hacia la estabilidad definitiva”

Es una Argentina de dos velocidades. Lo que el gobierno está logrando en tiempos que asombran al propio Fondo Monetario representa tiempos agónicos para gran parte de la sociedad que venía ya castigada por crisis sucesivas con un país que no crece en los últimos 12 años.

Eso también explica el aguante y el salto hacia una salida de shock. La rana se cansó de hervir lentamente y al borde de cocinarse saltó de la cacerola.

Un informe regional que se conoció en estas horas combina estas dos percepciones paradójicas: los argentinos son los que tienen menor capacidad de ahorro, pero el 75% espera que su situación mejore en 2024. Esa esperanza explica la paciencia y el límite de la paciencia. Casualmente coincide con los seis meses de resto que describía uno de nuestros consultados.

En Argentina, apenas el 24% de las personas afirma tener capacidad de ahorro frente al 29% que la tenía el año pasado. El que está ahorrando ahora es el país con una billetera que a fuerza de gasto público había quemado el valor de su dinero. Lo más perverso de la inflación es que no se da por generación espontánea, pero quienes la producen con desaguisados fiscales siempre son hábiles en culpar a otro. La realidad es que es el más ladino de los impuestos.

Otra de las respuestas que explica el aguante es que, justamente, la mayor preocupación sigue siendo la inflación. Inflación y seguridad son los principales problemas del país para 4 de cada 10 argentinos en este estudio conjunto de las agencias Quiddity y Agora. En el tercer lugar de las preocupaciones aparecen Corrupción, Salarios y Pobreza.

En estos tres puntos vale abrir comentarios. El ítem Corrupción tiene claroscuros en el presente. Por un lado, el gobierno da señales de austeridad y de búsqueda de transparencia. Pero por otro aparece la sombra de la designación de un juez como Ariel Lijo para la Corte Suprema, guardián de la Constitución. Por otro lado, sería esencial en esta Argentina que se avance con las causas de corrupción de manera más expeditiva y bajando el vergonzoso promedio de 14 años para ser resueltas. El día que haya condenas por corrupción los impunes de siempre lo pensarán dos veces. Mañana saldrá a dar discursos una condenada por corrupción en primera instancia sin ponerse colorada.

El segundo comentario lo reservo para la preocupación por los salarios en la que incluyo la creciente alarma por el empleo que es el ítem con más miradas negativas. Es clave que se apruebe la reforma laboral. Lamentablemente todo indica que será con versión acotada sin terminar con la cuota sindical obligatoria. Pero hay algo más preocupante: quitaron el artículo que castigaba los bloqueos de pymes con penas de prisión para los bloqueadores. Se podrá decir que ya hay figuras que puedan penar esa acción delictiva, pero queda en el aire el tufillo rancio de la protección de las patotas sindicales. Tal vez el silencio de los gremios ante el dictamen tiene que ver con que hasta ellos mismos reconocen la necesidad de cambios en un país que necesita con urgencia generar trabajo registrado cuando el mercado laboral en negro ya cuenta más del 40 % del del total de los empleados.

Dicho esto, me reservo el final para quienes más traccionan la esperanza que sigue volando muy alto a pesar de los enormes sacrificios. Son los jóvenes quienes depositan un 69% de confianza en que el gobierno mejorará la situación. Ellos también fueron protagonistas esta semana con la marcha educativa que incluyó a muchos que seguramente no votaron por esta administración.

La oportunidad que tiene hoy Argentina está sostenida por una sociedad que luego de demasiados fracasos pone de nuevo en foco una senda de progreso y esfuerzo, y no los espejitos de colores del populismo. Por interpretar esas demandas se explica el fenómeno Milei que ahora entra en una fase esencial para que el sacrificio tenga sentido. Pero sentar las bases del desarrollo implicará también abrir el cepo, consolidar la sensatez fiscal, alentar la inversión y bajar impuestos. No debe quedar afuera un serio enfoque de los desafíos educativos desde la primaria a la universidad. Cuanto más se avance en todo, más cerca estará la recuperación. Por el poco resto de la sociedad, en este camino ya no hay balas de plata.