Javier Milei va dejando en evidencia. cada vez más, su carácter autoritario y por momentos profundamente antidemocrático.
El haber exigido la lista de invitados en el programa “Sólo Una Vuelta Más” que conduce en TN el periodista Diego Sehinkman, incluyó la exigencia de bajarlos, y el insulto con mayúsculas de quienes iban a asistir, a quienes llamó entre otras descalificaciones “MIERDAS”. La producción no se dejó presionar y mantuvo los invitados, aunque eso implicara no tener en la emisión a Javier Milei.
Esto no es un hecho aislado. Hay casos donde Milei logró su cometido de censurar a otros invitados o periodistas a cambio de su presencia. Pero ahí no termina su animosidad contra la prensa, que empezó mucho antes, cuando ante cualquier pregunta un poco incómoda o alguna crítica, comenzó a optar por estallar en insultos para descalificar a su interlocutor. Estos insultos que generalmente son acusar al periodista de ensobrado u operador, son repetidos por sus trolls o sus fanáticos en forma de ataque sistemático en redes para inhibir o ensuciar a sus adversarios políticos. La verdad, más kirchnerista no se consigue.
Lo ocurrido en el programa fue revelado por el periodista Diego Sehinkman en un diálogo con el cineasta Juan Campanella
Luego de esto, Sehinkman fue acusado por propaladores de La Libertad Avanza de haber intentado armar una emboscada contra Milei para cruzarlo con Campanella. Eso fue desmentido anoche por el periodista cuando además refirió que el programa al que Milei se negó a asistir fue el del domingo cuando estaban invitados Santiago Kovadloff, Andres Malamud y Luis Petri. A ellos fue que insultó en los mensajes enviados a la producción.
Esto llevó a Sehinkman a hacer una fuerte editorial donde conecta la revisión de listas con lo peor de la historia argentina y hace una defensa de la libertad expresión frente a los atropellos.
En los últimos días, trascendió cómo tuiteros que simpatizan con Juntos por el Cambio habían sido “doxxeados”, por parte de la militancia en redes de Javier Milei. Esto significa que publicaron sus datos para perjudicarlos.
Mal síntoma es la intolerancia y como ya se ha dicho en este programa, no tiene nada que ver con el liberalismo ni mucho menos con la democracia. Sí se emparenta con las experiencias populistas de descalificación al adversario y al crítico, y la más reciente de ellas, que es el kirchnerismo, ha dejado funestos episodios de persecución, hostigamiento, intentos de censura y mordazas.
Cuando se cumplen 40 años de democracia, es fundamental defender la libertad de expresión que no es un privilegio de los periodistas, sino una garantía constitucional y el derecho de los ciudadanos. Lo es a tal punto que su valor se tutela con prioridad hasta por sobre el honor cuando se trata de informar sobre personas públicas.
Ni las arquitectas egipcias ni los aspirantes a emperadores están por encima de eso.