Hay tres temas electrificados que están en el centro de la conflictividad de estos meses: jubilaciones, Aerolíneas y las universidades.
Son temas electrificados porque tienen un gran impacto en la opinión pública. Al ser temas que le interesan masivamente a la gente tienen el potencial de debilitar al gobierno o darle a la oposición aire en un contexto de fragmentación donde no hay un líder que pueda oponerse a la centralidad de Milei.
Repasemos tema por tema: En el primero, jubilaciones, a pesar de haber llegado al límite y con un importante costo político, el gobierno pudo evitar con lo justo la catástrofe de que por primera vez se anulara un veto presidencial con dos tercios, el mismo número que requiere un juicio político. La oposición más combativa que iba por todo, aunque no logró perforar la muralla legislativa del gobierno, gracias a los 87 diputados llamados héroes por el presidente, estuvo muy cerca y logró afectar la imagen del gobierno. El daño fiscal hubiera sido un desastre. Lo que aún genera inquietud es si lo que buscaban era algo mucho más delicado. Este sábado la hermana del presidente Karina Milei refirió que como gobiernan en minoría, “van a aprovechar cada oportunidad para sabotear este gobierno”.
El segundo tema es Aerolíneas. Ahí, el gobierno quedó mejor posicionado porque los paros salvajes de los aeronáuticos terminaron desprestigiando su defensa de la aerolínea de bandera, sobre todo porque terminó siendo la defensa de incomprensibles privilegios. Al punto tal que la propia ciudadanía que años atrás se encolumnaba defendiendo la aerolínea estatal ahora prefiere que la privaticen. Figuras como Pablo Biró, son tan impopulares que sus patoteadas se les vuelven en contra. Si bien el paso de la privatización no será sencillo en el congreso, en esta cuestión el gobierno viene saliendo airoso.
Con las universidades la cuestión es diferente. No sólo son las instituciones más valoradas por los argentinos en las encuestas sino que representan la primera bala que le entró al gobierno con la marcha educativa que sorprendió por su escala. La foto de la ministra Petovello con los rectores días después hizo preguntar por qué habían llegado tan tarde a la cuestión. Para la oposición el tema representó otro vehículo para tomar iniciativa y pulsear con el gobierno. La ley de financiamiento educativo no es ni por lejos tan onerosa como la de las jubilaciones y representa solo el 0,14% del presupuesto. La semana pasada el gobierno intentó evitar la protesta ofreciendo un aumento del 6,8% a los docentes universitarios equiparándolos con los estatales. Pero no aceptaron. Ahora encima redoblaron la apuesta. El secretario de educación Carlos Torrendel acusó a las universidades de inventar alumnos. Cuatro días antes de la marcha dijo que hay unos 600 mil estudiantes que no sabe si están inscriptos y son la friolera de un 38% de los alumnos.
Todo indica que la Casa Rosada decidió dar también la batalla cultural en las universidades a pesar de que se viene una marcha que anticipan será tan masiva como la otra.
El gobierno decidió jugar al límite en los tres temas más conflictivos aunque esto implique enormes costos. Parecen convencidos de que será algo transitorio porque como le dijo el presidente a Susana Gimenez de ahora en más sólo vienen buenas noticias
Sin embargo, deberían tener en cuenta que las universidades no son aerolíneas sino un símbolo de una Argentina aspiracional que intenta sobrevivir en medio del dolor de la pobreza. Es muy posible que del lado de la oposición haya un uso oportunista de un tema popular para recuperar algo de iniciativa, pero también es cierto que al gobierno, esta marcha lo alcanzará en un momento de desgaste por tantos conflictos y por el agotamiento de la población frente al ajuste. Quizás deberían intentar evitar la colisión aunque eso implique algo menos épico como sentarse a negociar. Quizás como deslizó el presidente de la Cámara de Diputados Martin Menem una opción es incluir una fórmula que conforme a los claustros en el presupuesto, aunque difícilmente eso frene las instancias de la protesta que será la antesala de otro veto presidencial.
El gobierno hace de cada scrum de resistencia por el equilibrio fiscal una señal de su determinación. Pero en los temas populares no puede evitar el costo político. Y por lo demás lleva al sistema al límite. El problema de jugar al límite es que un día puede salir mal. Veremos qué pasa el miércoles. Si la marcha es más modesta el oficialismo buscará capitalizar su dureza, si la manifestación vuelve a ser importante, el Congreso volverá a ser un hervidero, a todo o nada, por el número mágico de 87, que ahora no viene nada fácil.