¿Cuándo levantan el cepo?
Es la pregunta del millón en la economía y la que abre todo tipo de debates y no pocas conspiraciones. De economistas que hablan de cepo eterno o de dependencia con el Impuesto País a todo tipo de consideraciones bien y mal intencionadas.
¿Cuál es la respuesta del ministro de Economía Luis Caputo cuando se le pregunta en forma directa sobre esta cuestión urticante? La respuesta es enigmática como esas que dan los oráculos y pueden ser varias cosas a la vez: “La idea es levantarlo lo antes posible. Se acelerarían los tiempos con un desembolso de dinero fresco, pero eso difícilmente se consiga si no viene del Fondo Monetario.”
¿Cuándo es lo antes posible? Esa es la cuestión.
Hoy el Fondo Monetario anunció que se aprobó la octava revisión por el Acuerdo de Facilidades Extendidas con Argentina y el paso que sigue luego de lograr las metas es que el Directorio del organismo dé el visto bueno para el desembolso de 800 millones de dólares. De más plata fresca, por ahora nadie habla. Se dice que para levantar el cepo serían necesarios entre 5 y 15 mil millones de respaldo. ¿Podrán ayudar señales de gobernabilidad como la aprobación de la Ley Bases? En reuniones reservadas nombres prominentes del Fondo remarcan la importancia de los consensos políticos.
De todas maneras, si fuera un boletín, la nota de esta revisión sería un Sobresaliente. Dice el Fondo que “se sobre-cumplieron todos los criterios de desempeño y se consiguieron resultados mejores de lo esperado”. Pero también reclama, mejor calidad en la consolidación fiscal, afinar los marcos de la política monetaria y cambiaria y atender los cuellos de botella para el crecimiento. ¿Traduciendo? ¿Un pacto fiscal sostenible, que no se atrase el dólar y levantar el cepo? Todo está abierto a interpretaciones, pero en esos temas se arremolinan las cosas que faltan.
Siempre suele sentirse más lo que falta que lo que sobra. Es la ley de la vida. Nadie agradece lo que no ocurrió. Tiene el amargo sabor de la ingratitud el logro de evitar una catástrofe. Cuando mañana el índice de inflación sea de un dígito quizás menor al 9%, muchos elegirán no ver el vaso medio lleno sino el vaso medio vacío. Para el gobierno, sin embargo, será un hito que permite anotar un gol en el tablero grande, el de los logros con mayúsculas que se puso a sí mismo el presidente.
La ingratitud, sin embargo, no es unánime. La enorme aprobación del gobierno de Javier Milei, que desconcierta a los encuestadores y a los políticos que intentan oponérsele, quizás esté ligada a la determinación de cumplir con su palabra, aún a costa de recalcular. El dígito de inflación también representa la renovación de la confianza por haber cumplido con lo que prometió, a pesar de los agoreros. Ni hablar cuando se recuerda la inflación por las nubes en 25%.
Milei llegará a este logro en medio de la mezquindad de la clase política tradicional que no le votó ni una ley en cinco meses a su gobierno. Y con los sospechosos de siempre de la CGT haciendo dos paros en tiempo record. Aquí es bueno abrir un interrogante: si al gobierno le va bien, los que sólo pusieron palos en la rueda, verán venir como boomerang los palos y las ruedas. Claramente se anotan a ser los que queden mejor posicionados si las cosas fallan. Pero deberá dirimirse otro dilema: si acaso cuando se oponen al cambio no se oponen a la gente más que al propio Milei. Algunos analistas creen que la decisión social de un cambio va más allá del libertario. Por eso las especulaciones son arriesgadas.
Volviendo al cepo: Economía se propone continuar saneando el balance del Banco Central y advierte sobre los stocks heredados. El sobrante monetario que intenta licuar, más esa montaña de pagos atrasados que dejó el gobierno anterior y que incluyen importadores, empresas de energía y dividendos de empresas extranjeras que no pudieron ser girados. Si el cepo se desarmara antes de tiempo “y no se pondera correctamente” estos factores, dicen en Economía, “se puede tener un problema mayor”.
En este delicado equilibrio, y con el picante debate con los economistas de por medio, a los que dicen que habrá cepo eterno el gobierno les contesta que habrá motosierra eterna. La disciplina fiscal es una especie de salvavidas ante el tsunami de deudas que dejó el kirchnerismo y que siguen haciendo tic tac. ¿Será por eso que esperaban que el gobierno cayera en marzo? ¿Será que tomaron nota y por eso hasta Máximo Kirchner ofrece elecciones en el PJ Bonaerense? Cambia, todo cambia.