Viernes, 12 Agosto 2022 10:34

"Superministro no sabemos, lo que sí hay, es super-inflación"

Escuchá el comentario editorial de Cristina Pérez.

Aún estamos esperando ver si hay superministro, por lo pronto hay super-inflación. No es Venezuela ya, en Wall Street, sino Argentina el ejemplo de lo que no hay que hacer en materia de inflación. El 7,4% que escala la interanual a 71% y hace temer tres dígitos a fin de año, trajo un flashback del horrible 2002. Dio tantos escalofríos, que el Banco Central ahora sí subió la tasa a casi 70% en un máximo para los últimos tres años intentando bajar la fiebre. Menos mal que el presidente había declarado la guerra a la inflación.

A la guerra la perdió él, en más de un sentido, y la vamos perdiendo todos. Realmente, las declaraciones del Presidente, en esta materia son una evidencia perfecta de excusas y justificaciones para la ineptitud. ¿Se acuerdan cuando la inflación local se explicaba por lo que pasaba en Europa?

El Presidente argentino se atrevía a dar cátedra sobre inflación ante sus pares del Mercosur hace menos de tres semanas. Fíjense este mes el índice de inflación en la región: sólo Chile y Perú superan el 1%. Brasil tuvo deflación. Y hasta la inefable Venezuela tiene menos inflación que nosotros. En EEUU el índice de precios al consumidor quedó en cero y la Reserva Federal está decidida a mantener una política ajustada para no darle cabida. Ni el difícil contexto europeo muestra porcentajes bestiales como el de Argentina donde además hay registro de aumentos de dos dígitos en un solo mes.

El recalentamiento de los precios es síntoma de una gestión política que ha intentado evitar las soluciones más que dar con ellas, por cuestiones ideológicas y por peleas descarnadas de poder en las que parece no importarles absolutamente nada.

La salida de Martin Guzmán porque Cristina no quería que haga el ajuste derivó en un mes de Julio catastrófico tras el cual sólo queda hacer el ajuste, pero desde una situación mucho peor, con más pobres, con el dólar por los aires, pero eso sí, con Sergio Massa en el poder.

Qué suerte que para el gobierno hay sensación de estabilización.

Para el resto de los argentinos sólo hay angustia y todo indica que Agosto será igual o peor porque siguen picando los alimentos, se esperan subas en salud y en las expensas y aún no contamos la repercusión de las subas en tarifas. El mercado todavía espera las medidas contundentes del ministro de economía que nos salvarán del desastre y el país observa cómo se llevaron puesta la calesita, con todos nosotros adentro. En la calle sólo basta hacer unas preguntas básicas y la realidad de la vida cotidiana explica los padecimientos.

Negocios que deben fraccionar hasta el papel higiénico porque la gente no puede comprarlo, bajas hasta en la compra de alimentos, y reducir todo al máximo porque simplemente la plata no alcanza.

Para llegar a un registro de inflación tan espantoso hay que volver a abril de 2002. Ese mes había renunciado Jorge Remes Lenicov, y Duhalde había asumido en enero elegido por la Asamblea Legislativa levantando de inmediato el corralito y acordando con las provincias para poder lograr la ayuda del Fondo Monetario. Entonces, asumiría Roberto Lavagna, tras una marca de 10,4% en el índice de precios producto de una devaluación que el gobierno había dado por descontada pidiendo patriotismo para evitar más aumentos.

En Argentina, vivimos un permanente deja vu. Cómo explicar que teniendo la mejor coyuntura global entre entonces hasta ahora y un crecimiento histórico por los precios de la soja, el país no sólo siga postrado sino que atraviese una crisis que al juicio de expertos es peor que la de entonces. El kirchnerismo gobernó 16 de estos 20 años más 4 de la oposición con la presidencia de Mauricio Macri. El “Que se vayan todos”, de entonces sigue resonando en el aire, pero se le suman registros nunca vistos de corrupción y una pobreza estructural que asusta.

Alberto Fernandez asumió prometiendo asado en la heladera, usar las lelics para pagar las jubilaciones y con un dólar a 65 pesos. El asado no está, los jubilados siguen cobrando una miseria, las lelics se sextuplicaron y el dólar libre cuesta 300 pesos. Del Presidente sólo se conoce anécdotas descabelladas y declaraciones inconexas. De quien lo eligió, la señora, que continúa buscando impunidad. La bala de plata llamada Sergio Massa, sigue prometiendo que dará en el blanco. Como dijo Gustavo Beliz antes de dar el portazo, amigos, Que Dios nos guarde.