El sufrimiento que provoca la crisis a millones de argentinos por el deterioro acelerado en su calidad de vida y la falta de esperanza sobre una salida es desgarrador. A esto no lo cuantifican las encuestas, y el gobierno, que para empezar no se hace cargo, no lo quiere ver. O lo tapa. Para el presidente está todo tan bien que cree merecer su reelección. Y para la vicepresidenta el problema es que ella está proscripta, cuando eso es básicamente mentira. Sin una condena firme, puede postularse cuando quiera, a lo que quiera. Los proscriptos son otros. Son los millones de argentinos que esperan que hagan algo para que este país funcione pero que parecen invisibles en su padecimiento.
Un sufrimiento que en palabras de una de tantos ciudadanos es comparable a vivir bajo permanente agresión. Así lo expresó Romina, la mujer a la que le robaron la camioneta delante de la policía y que luego de relatar el episodio agregó: “¿Me dejan decir algo? La clase trabajadora no da más. Nos violentan por todos lados: por el bolsillo, por la inseguridad, por la jubilación, porque trabajaste toda la vida y no te alcanza lo que hiciste en 30 años.”
Romina acababa de vivir un episodio de terror, con un delincuente que irrumpió en su casa mientras escapaba de la policia y le dijo tranquilamente: “No pensaba robarte pero me voy a llevar tu camioneta”. También le pidió un pantalón porque se había roto el que vestía y la conminó a subir a la camioneta que le robaban como rehén, advirtiéndole que como lo seguía la policía tenía que cuidarse de los disparos. Jugándose todo, Romina le dijo que ella no subiría al vehículo y cuando escuchó al ladrón irse, respiró aliviada, salió y descubrió que la policía estaba en la casa de al lado. O sea, lo estaban buscando erróneamente en la casa de al lado sin advertir lo que pasaba ante sus narices. En sólo horas también les robaron en el negocio la caja registradora que el gobierno los obliga a comprar y hace dos meses les robaron los cables de la luz.
Como Romina, son millones, las personas de bien que viven violentadas. Porque pierden por goleada en la carrera contra la inflación y hacen equilibrio para no caerse a la ciénaga de la pobreza en una pelea totalmente desigual. Encima no saben si los matan cuando salen a la calle. A pesar de todo esto intentan trabajar y hacer las cosas bien. Pero ven cómo a los que se les facilita todo en nuestro país, es a los delincuentes, no a los que hacen las cosas bien.
Este sufrimiento no está siendo registrado por el poder. O peor, lo apagan para no hacerse cargo. Lo hacen invisible. El palacio nunca quedó tan lejos de la calle.
Si no fuera así no hablarían de otra cosa. Pero hablan de cada cosa...
¿Qué hizo el gobierno hoy? En Casa Rosada, anunciaron por ejemplo, que el Presidente viaja a la Antártida.
No arruine la Antártida también señor. Realmente, están en un universo paralelo. Y la Antártida no tiene nada que ver, ni la gente que allí hace patria. Ellos sí cumplen con su deber.
La otra cuestión del día es si Cristina está proscripta. En medio de esta crisis monumental la señora elige una vez más, victimizarse ella. A esta altura, no es necesario ni perder tiempo en explicar que si quiere, puede postularse ya a lo que se le de la gana. Lo impresionante es que crea que, en medio de este desastre social, la víctima es ella. Es más que falta de empatía. Es promiscuo el nivel de desconexión que demuestran.
Hoy la noticia del día será la famosa mesa política, donde no se sentará la vicepresidenta, y que fue un triunfo coordinar cuando debería ser lo más normal del mundo. Una situación que vuelve a reflejar que esto, más que gobierno es una gran anomalía. Y donde nadie hablará de lo que le pasó a Romina o lo que te pasa a vos. Hablarán de cómo mantener el poder, hablarán de ellos.
