Una vez le pregunté al doctor Facundo Manes por qué criticaba con más dureza a Macri o a Larreta que al kirchnerismo. Es la misma pregunta que se impone en estas horas. La empatía de Facundo Manes parece mayor con el kirchnerismo que con Juntos por el Cambio. El doctor va incluso más allá que Morales que también suele desafiar al Pro con ciertas posiciones y ciertas cercanías, pero al mismo tiempo hace un filoso equilibrio. Casi todo el radicalismo sabe tan bien como el Pro que de la unidad depende un triunfo en los próximos comicios y que una oposición deshilachada sólo podría favorecer a Cristina. Sin embargo, la unidad no es lo que le conviene a ciertas aspiraciones personales.
¿Las declaraciones del neurólogo vinieron de un ímpetu personalista o de un secreto -y ya no tan secreto- impulso por romper la coalición opositora?
Aquí vuelven a la escena dos cuestiones. Una es de contexto y tiene que ver con coqueteos y conversaciones -por no decir conspiraciones- que unen el nombre de Manes al del gobernador de Cordoba Juan Schiaretti en busca de una oferta política en el medio del espectro. La segunda cuestión va atada a la primera. Para que esto ocurra con algún éxito deben eliminarse las Paso, en cuya interna cierto peronismo no tendría cabida y en la que hoy difícilmente se impondría Manes. Schiaretti es abierto auspiciante del fin de las Paso.
La ambición presidencial del doctor es conocida y también su autopercepción como la novedad en un escenario que considera agotado. Lo curioso, sin embargo, es que Manes no da pelea desde esa particularidad de ser lo nuevo dentro de un espacio, sino desde equiparaciones que no parecen calzar con un opositor sino más bien con un infiltrado. ¿Manes sigue siendo un outsider o impugna la idea misma de Juntos por el Cambio? Se puede decir muchas cosas del gobierno de Mauricio Macri, de sus errores en materia de gestión o del famoso gradualismo económico. Lo que no se puede decir es que fue populista. Hasta los populistas se deben haber ofendido con la acusación de Manes que los emparenta a Macri. Quizás en el único punto en que el gobierno de Macri pudo haber sido calificado de tal cosa fue en demorar el ajuste y en tomar deuda. Afirma el politólogo Luis Tonelli, que en Argentina existen dos tipos de populismos, “el populismo de inflación, -aquí estamos-, y el populismo de deuda. En ambos casos implican la postergación de decisiones difíciles en pos de un electorado contento, y luego todo termina siendo pan para hoy... Y se puede mencionar el endeudamiento y la duplicación de los planes sociales en ese sentido, más allá de discutir si fueron por una matriz populista o por falta de osadía para el cambio como el propio Macri reconoce con su mea culpa de “fuimos más juntos que cambio”. Ahora, lo que dice Manes de “populismo institucional” no existe.
Afirma el historiador Loris Zanatta que el populismo es un fenómeno casi religioso que busca “la unanimidad”, el líder mesiánico y deplora la otredad política. Una especie de vertiente autoritaria que pretende “volver a un pueblo mítico” donde no cabe otra cosa. En los populismos actuales que pueden ser de izquierda o derecha, la coincidencia apunta a la agitación de los resentimientos, a oponerse a los supuestos ricos o poderosos, a los medios, y a ejecutar un desborde institucional en nombre del pueblo, incluso a la impugnación de las instituciones porque las considera parte del entramado que busca romper, enraizado en formas de rancio nacionalismo. De Trump a Cristina, los une, el ataque a las instituciones, y el ponerse por encima de ellas. Con lo cual, lo del populismo institucional de Manes parece un oxímoron y hasta una confusión.
La otra parte de su afirmación, sí es una posición de desafío donde considera que Macri y Cristina Fernandez son las dos caras de lo mismo y deben quedar atrás para una verdadera oxigenación del sistema. No es la primera vez que un referente simplifica el agotamiento de la grieta en sus líderes más representativos. ¿No es populista Manes en autoproclamarse él el salvador en vez de apostar a la interna institucional?
Desde el Pro quien salió a contestar que había que respetar los liderazgos porque representaban a la gente que allí los coloca, fue Miguel Pichetto. ¿Se puede jubilar a Cristina y Macri por dictamen político o es la gente quien debe decidirlo?
¿Manes busca que Macri defina si será candidato y diferenciarse radicalmente de él o ya lo ve como candidato y sale a competir? ¿O, por el contrario busca directamente que el radicalismo rompa? El gobierno de Macri tiene un record que al radicalismo le conviene. Porque fue el primer gobierno no peronista que terminó el mandato luego de dos gobiernos netamente radicales que no pudieron hacerlo. Pero el Pro es también el integrante más fuerte de la coalición y que hoy incluye a los dos o tres candidatos que más chances de quedarse tienen con la interna. Bullrich, Larreta y el propio Macri. Pichetto, en base a la elección de Brasil salió a decir que aquí también deberían jugar los titulares proponiendo que el candidato sea Macri.
Para que surja un nuevo líder, sin dudas, debe tener ante todo voluntad de vencer al líder anterior. El punto es cómo. Las palabras de Manes parecen ponerlo por fuera del ideario de Juntos por el Cambio. Manes parece kirchnerista en su ataque por el supuesto espionaje que encima aterriza en una causa con sobreseimiento. La otra cuestión subyacente es la puja ideológica en Juntos por el Cambio y dónde está parado el electorado. Hasta Rodriguez Larreta, un reconocido dialoguista, a quien Macri aguijonea por esto, admite que el votante de Juntos por el Cambio está pidiendo una posición más dura y se ha corrido hacia la centroderecha. Manes no le está hablando a ese electorado sino a otro que abreva incluso en sectores peronistas. Si busca el voto peronista, ¿se quiere quedar o se quiere ir? ¿Se ve fuera o dentro? ¿Es funcional a la oposición o a Cristina? El ataque de Manes a Macri, sólo parece funcional a Cristina y ese es el punto más complejo.
La larga carrera por el poder en 2023 se enerva en la oposición y lo que ninguno debe olvidar, es que la gente en esta crisis ya tomó la delantera.
Estas escaramuzas dejan en claro lo importante que son las PASO para ordenar a la oposición y a quiénes les conviene que no haya. A Facundo Manes, por empezar. Quizás tampoco le convienen a Larreta que en el aparato la tiene más difícil y menos ríspida en la general. Lo que ninguno debe olvidar es que disolver la coalición puede derivar en una nueva alianza de Macri y/o Bullrich con Milei y ahí sí sería otra historia. El coreocentrismo de Manes por lo pronto resulta bastante sospechoso. El tiempo dirá quién está detrás de la máscara.