La denuncia fue cruda: “En el conurbano y el interior no da más la situación social”. En Twitter alguien la acompañó con una ironía. “Espero que el gobernador lea esto y haga algo urgente. Ah no, pará…”. Es que había sido el propio Axel Kicillof el que hacía el diagnóstico, como si no tuviera nada que ver. Es su gobierno, gobernador. Por más que lo intente, no se va a poder despegar. Las declaraciones no son ingenuas ni tampoco se trata de sinceridad repentina. El mandatario bonaerense dejó al descubierto la estrategia del cristinismo y su núcleo duro. Actuar como si no tuvieran nada que ver con la crisis. Como si fueran oposición. Como si todo lo que pasa fuera directa consecuencia de la guerra. Como si pudieran sin remordimientos, apoltronarse en el palco de críticos, en vez de hacerse cargo. Negar a Alberto Fernandez, como si eso alcanzara para desentenderse de la catástrofe social es algo que ya intenta aplicar Cristina que le regala libros sobre la hiperinflación. Ojo, eso sí, Axel ofrece hacer todo lo posible para ayudar al gobierno nacional y apunta a esos que buscan enriquecerse con los precios de guerra. Porque tampoco tienen nada que ver con la inflación. Difícilmente haya un gobierno de la provincia de Buenos Aires que haya recibido mayor asistencia financiera que el de Kicillof al calor de la influencia de Cristina Kirchner que tiene en la provincia su bastión principal. Eduardo Duhalde tuvo que acordar y firmar por el Fondo del Conurbano. Daniel Scioli padeció la ley seca de fondos para que no asomara la cabeza y apenas podía pagar los sueldos. Maria Eugenia Vidal tampoco fue una favorita de la chequera. El gobernador, en cambio, ha sido bendecido por todas las ventajas. Ni hablar del Plan Platita, que llovió durante la campaña electoral al ritmo de la emisión descontrolada y fue justificado con irresponsabilidad por el entonces candidato Daniel Gollan sugiriendo que puede comprarse hasta la ética y la bronca. “Con un poco más de platita en el bolsillo, la foto fe Olivos no hubiese molestado tanto”, afirmó como explicación de la derrota electoral. Al menos ese realismo brutal consideraba al presidente como propio, dirá alguno. Ahora ya no se involucran con su suerte. Ni para agradecer eso que los gringos suelen llamar, “helicopter money”, el dinero que cae de los helicópteros para endulzar las billeteras de los acólitos, que claramente no mejoraron los índices en una provincia que supera a la media en pobreza con un 42% en la mejora ya obsoleta de los datos sociales que arrojó el Indec, producida por la repartija que poco sirvió en las elecciones. Al “Ah pero la guerra”, se suman los mensajes al FMI, que no entiende español advirtiendo que no puede haber ajuste en la provincia. Y ya se sabe, esa advertencia es justamente para que al gobierno nacional y sobre todo a su ministro de economía, no se le ocurra pensar que habrá algún ordenamiento en territorio bonaerense. Esa será otra faceta del plan de Cristina. Encapsular la provincia de todo ajuste. Que lo firmado con el FMI, no trastoque los planes en su campo de repliegue para los tiempos que se vienen. “Los muchachos del Fondo, no sé si el español lo dominan, pero en la provincia no puede haber ajuste”, advierte Kicillof. No lo dice, pero entre los muchachos del Fondo, para el kirchnerismo, está también Martin Guzmán, el ministro de Economía con quien él mantiene una puja secreta, representando los lineamientos económicos que sí identifican a Cristina. Algunos hablan del ministerio de economía paralelo radicado en las usinas de La Plata. Este distanciamiento que increíblemente busca empatizar con quienes sufren la crisis sin asumir ninguna responsabilidad, es parte de un guión más amplio que está en desarrollo: el que puede derivar en elecciones desdobladas en la provincia para despegarse de la suerte del gobierno nacional en las urnas, si así fuera necesario. Capitalizar todo favor, amarrocar todo dispendio, pero resguardarse de la debacle a nivel general. Todo dependerá por supuesto de quién sea el candidato presidencial. Ese es otro de los puntos de discordia con Alberto cuyas pretensiones de reelección, aunque sean ilusorias, generan furia en el Instituto Patria. Ya se sabe que la unidad, la unidad, sólo vale, si sirve para ganar. ¿Pero sabe qué gobernador? Por más que se despegue. Por más distancia que tome. Por más que se haga el gil diagnosticando la malaria como si no tuviera nada que ver, este es su gobierno y fueron sus decisiones políticas las que se tomaron en este tiempo en la provincia. Las que dejaron sin clases a los chicos, las que abandonan a su suerte a los vecinos aterrados por la inseguridad, las que ni siquiera con un presupuesto holgado sirvieron para cambiar algo. Y es tan suyo este gobierno nacional que su ideóloga es la misma que lo hizo a usted gobernador. La misma que entronizó a Alberto, aunque ahora prefieran llamarlo “okupa”. No podrá esquivar la factura, como no la esquivaron en las elecciones de medio término. Vaya, busque las boletas electorales de 2019. Ahí está su nombre. Lo votaron a usted. Lo votaron muchos. Y por ese número se multiplicarán las recriminaciones. Hay algo para destacar sin embargo, porque al menos el gobernador ya dejó de decir Macri sistemáticamente en sus respuestas como en esa entrevista en que nombró al ex presidente unas 25 veces. Ahora la táctica es que quede claro que la crisis es de Alberto y no de Cristina. Y el resto endilgárselo a la guerra. Pero mire gobernador, están tan juntos Alberto y Cristina en la percepción pública de responsabilidades que a ella todo el tiempo la llaman Presidenta, y a él hasta la locutora se confunde y cuando lo presentan de tanto en tanto, le dicen Alberto, Fernández de Kirchner.
Miércoles, 06 Abril 2022 12:24
La editorial de Cristina Pérez: "El conurbano no da más y yo no fui, dice Kicillof"
Escuchá el comentario editorial de la conductora de Cristina Sin Vueltas.
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