"Intentaron un presupuesto de venganza contra el campo, los jueces y los que viajan"
Miércoles, 26 Octubre 2022 10:57

"Intentaron un presupuesto de venganza contra el campo, los jueces y los que viajan"

Escuchá el comentario editorial de Cristina Pérez.

Hicieron un presupuesto de venganza, con impuestos solapados para el campo, los jueces y los que viajan. Los sectores que siempre quieren castigar. Hicieron un presupuesto de persecución política a los que se les oponen, y de protección facciosa y descarada a sus cajas. El ejemplo más escandaloso es que quieran imponer ganancias a los jueces que ya pagan desde 2016 y que al mismo tiempo quieran reducir ganancias a los camioneros y como un privilegio sectorial. Máximo Kirchner no quería ni aparecer en el recinto, pero no sólo estaba saldada su alianza con Moyano sino también muy cuidadas sus cajas en las empresas del estado donde el ajuste ni toca la puerta y más bien sigue de largo. Eso sí, educación, coberturas médicas y jubilados: sin anestesia.
Cuando la inflación no baje a 60% como dice el presupuesto que votaron también habrá que guardar una cuota del recordatorio para un sector del radicalismo que asiduamente se siente notablemente cómodo en contubernios con el kirchnerismo.
Ahora fíjense sin embargo, que no es este tema del que hablan los líderes del oficialismo, que como si fueran estrellas electorales y no los políticos con peor imagen del país se dedican a debatir sobre las elecciones del año que viene.
Lo que Máximo Kirchner olvida exprofeso cuando se sorprende ante un Presidente que para buscar una reelección quiere ir a una PASO, es que en realidad, el kirchnerismo nunca permitió una PASO. Las elecciones internas les dan escozor, demasiada decisión para las bases. Pasó en 2015 cuando Florencio Randazzo se fue del espacio porque la entonces Presidenta no cumplía con su promesa de permitirle competir con Daniel Scioli. Y en un contexto de debacle electoral ella quiere preservarse el poder de mantener todos los lugares posibles mientras evita que en las internas les pasen factura. Evita la renovación, aunque sea una palabra que quede grandísima, que vendría naturalmente de un proceso interno donde los que fracasaron en el gobierno deberían darle paso a otros. El poder es de ella y sólo de ella y el poder se trata ante todo de quedarse ahí como sea.
Cuando Axel Kicillof vocifera a favor de una candidatura presidencial de Cristina sólo está actuando en defensa propia, porque no quiere saber nada con ser candidato a presidente en una contienda casi perdida y porque tampoco quiere que le arrebaten la provincia donde aún tiene chances de reelegir. Pero hay que ver hasta qué punto no le está respondiendo al propio Máximo Kirchner con quienes son silenciosos contrincantes, por ser ambos los preferidos de la señora. Dedo y dinastía fueron siempre los mecanismos de sucesión para el kichrnerismo. A la propia Cristina la eligió su marido para ser candidata a Presidenta, obviamente sin internas. Todo así de monárquico.
El Presidente que vive en su propio reality, parece un bailarín que no entiende la coreografía y corre con los saltitos para el lado equivocado. Pero no mucho más virtuoso que el resto del elenco oficial. Las amenazas recibidas por la periodista Silvia Mercado por hablar de su libro “El Presidente que no quiso ser”, vienen de personas que responden directamente a él. “Deja de hablar o andá buscando un abogado”, le escribieron mientras concedía un reportaje a esta radio. Las repentinas banderas de honestidad y democracia interna que levanta el presidente no pueden ser arruinadas por esos seres despreciables llamados periodistas. ¿Si lo que escribió Mercado es mentira por qué al presidente le preocupa tanto? ¿No bastaría con negarlo? “El Presidente traicionó a todos y no cree en nada” dice la periodista, en una síntesis que puede contener al infinito las contorsiones de un presidente que además de traiciones políticas, estafó a quienes lo votaron. Prometió llenar la heladera y unificar el país, empezó su mandato hablando de Alfonsin, y sólo se agachó ante Cristina y se alió a su autoritarismo más rancio incluyendo la genuflexión ante Putin y no condenar las violaciones a los derechos humanos en Venezuela y en Nicaragua.
Todo esto pasa en palacio, y asquea las tripas. En la calle el paisaje es lastimoso. Filas interminables se agolpan por un bono para la indigencia. El dinero que otorgan es dos veces, es menor que la línea de indigencia y que un par de zapatillas de marca. La inflación sigue su curso como reguero de pólvora y corren en las redes como broma las fotos de decenas de billetes apilados que le demanda a cualquier extranjero pagar una cena en efectivo para que no lo estafen con el tipo de cambio si usa la tarjeta.
El gobierno actúa como si no tuviera que rendir cuentas. Ni ante los jueces ni ante la sociedad. Esa embriaguez llamada impunidad fue siempre el verdadero encanto del poder para ellos. Olvidan que los argentinos están ahí, lejos de su relato, sintiendo la crisis en carne y hueso, fingiendo demencia, en todo caso, hasta el año que viene cuando el poder vuelva a sus verdaderos dueños, a la hora de votar. Serán las presidenciales de los 40 años de democracia, las que harán tronar el escarmiento para quien corresponda.