Es una de las actrices cómicas más queridas de la Argentina, logró desde muy joven el éxito y la fama, pero su vida estuvo incompleta hasta cumplir el sueño de ser madre y lograr la bendición de poder adoptar: “Yo era muy feliz. Había logrado consolidarme en mi trabajo y tenía una familia maravillosa, pero me faltaba ser mamá, ese era mi deseo más profundo. Lo intenté durante años y, como te conté fui madre de un varoncito, que murió al nacer y hoy tendría 53 años, después perdí dos embarazos. Hice todo tipo de tratamientos, invasivos, no invasivos… pero los resultados no fueron los esperados. Tengo sangre del grupo “B negativo”, y ese fue uno de los inconvenientes con respecto a la pérdida de mis embarazos." Reveló Luisa aún con la voz quebrada…
Siguiendo con el relato, la actriz, continuo: “Cuando a los 52 años pierdo mi último embarazo, mi pareja me propuso que hiciera un tratamiento de fertilización asistida. Pero por mi problema físico, no estaba apta para eso y entonces le propongo la adopción. Llevábamos 10 años de pareja, pero no fue bien recibida la idea y eso devino en que nos vayamos separando de a poco. Entonces empecé un largo camino de trámites y mucha burocracia para poder lograrlo -continuó relatando la artista-. Las adopciones monoparentales toman más tiempo. Era todo más dificultoso. Todo mi proceso llevó casi nueve años. Viajaba por todo el país con carpetas diferenciadas, porque no todas las provincias tenían los mismos requisitos. Pero, cuando se quiere ser mamá, no hay trabas. Me tenía que presentar todos los años para renovar mi deseo, mis intenciones, y demostrar que no estaba arrepentida de mi decisión. Me alejé de mi trabajo, para dedicarme de lleno a lograrlo. Viajaba muchísimo, recorría el país, pero mi momento no llegaba.”
Continuando con el emotivo relato, Albinoni aseguró: “El que fuese actriz, me hizo tener a mí misma, muchos prejuicios. Me corte el pelo, ya no me maquillaba ni me pintaba las uñas de rojo. Hice todo para agradar, para que no piensen cosas raras. Es duro. Te hacen una carpeta donde te investigan a fondo. Te hacen estudios psicológicos intensos, analizan cómo es tu familia, cómo es tu casa. Te sentís como invadido, como si fueras un delincuente. Fueron años muy duros hasta que Verónica, mi hija, llegó a mi vida. Yo era madrina del hogar en el que ella estaba. El juez decretó el abandono y me llamó. No podía creerlo, la conocí cuando tenía 1 añito. Hacía siete que iba a ese hogar a colaborar, pero no sabía que iba a ser mi hija. Ella estaba allí con sus hermanitos. Tres ya habían sido adoptados y quedaba uno solo. En principio Vero vino con su hermanito. Lo intentamos, pero, desgraciadamente no prosperó la convivencia, el nene no se adaptó. Él no me quería como mamá, me quería como Luisa, su madrina. Así que volvimos a la granja. Vero tenía pánico de quedarse nuevamente allí. Fijate la diferencia entre uno y otro. Su Señoría habló con los dos para ver qué había sucedido. Yo creo que el nene, en el fondo, lo que quiso era ver dónde iba a vivir su hermana. Pero esta situación llevó a que nuevamente la Justicia tuviera que investigarme, armar nuevas carpetas… Y pasaron tres años más hasta que me dio la guarda.” Relató Luisa sobre los obstáculos que tuvo que sobrellevar.
Luego que llegara la guarda, junto con Verónica lograron la familia soñada y todo fue más que bien: “Vero es un sol, es la luz de mis ojos. Ya tiene 19 años, terminó a los 17 el colegio secundario, estudió lenguaje de señas y estudia Licenciatura en Criminología y Balística, idiomas, está haciendo un curso de enfermería y le gusta la medicina forense... Me preocupo por poder brindarle las herramientas para poder luchar cuando salga a la vida con la crueldad de la calle. No es mucho de salir a bailar. Prefiere reunirse con sus amigos en casa y eso por un lado me tranquiliza y por otro me angustia. Siento que, por la inseguridad, en esta época, los chicos no pueden divertirse como lo hacíamos nosotros en la nuestra. Me da tristeza que ellos no puedan disfrutar de todo lo que la vida les brinda, por estos temores. Pero, por suerte, ellos son felices igual.”
Refiriéndose al presente de Verónica y como manejo el tema de su familia biológica, contó: “Por más que podía no hacerlo, yo quise que mi hija pudiera tener contacto con sus hermanos. Hoy ya es tía y pudo relacionarse con ellos. Para quien adopta, muchas veces es difícil, porque pensamos que si se relacionan con su familia de sangre nos van a dejar de querer. Yo, como madre, trato que tenga las menores heridas posibles y pueda sanar su pasado para poder ser feliz. Eso es lo más importante para mí.”
Luisa Carmen Russo, es su verdadero nombre, nació en el Hospital Álvarez. Creció en el barrio de Villa Urquiza y estudió en el colegio de monjas Emilia Mountier de Pirán. Aprendió desde chica canto, debutó a los 13 años como modelo, fue la superestrella de Boca en la campaña publicitaria Club Atlético Boca Juniors, pero de chica, su vocación era actuar y así lo cuenta: “En el vestíbulo, un lugar que nadie usaba en la casa, había un gran espejo; frente a ese espejo yo me pasaba horas imitando a Mirtha Legrand, a Pinky; miraba para un costado, hacia caras… hacia escenas dramáticas y lloraba sin parar. Jugaba a la tele. Eran imágenes tan fuertes, tan importantes que yo las imitaba. Soñaba con ser como ellas".
Acerca de su infancia la actriz, recordó: “vivíamos con mi papá y mi mamá en una casa hermosa. Tengo hermosos recuerdos. Fue una época maravillosa. Éramos una familia feliz. Mi papá, mi mamá, mi hermanita y yo. Mi papá era ebanista de muebles. Cantaba muy bien, le gustaba el tango. Él era el que me llevaba a las peñas folclóricas a cantar. Quiso que estudiara bombo, guitarra, todas esas cosas que a él le encantaban. Pero él nunca se subió a un escenario. Mi mamá era ama de casa y también cantaba muy bien. Era el timón, el motor que alentaba a mi papá para que fuera al frente en todo. Mi papá era un dulce, un romántico, un sonador… Ambos se me fueron muy jóvenes. No los vi viejitos. Los dos eran como novios. Toda la fuerza y el motor era mi mamá, un tana con mucha polenta. Eran muy dulces, los dos eran como novios siempre. Él la llamaba desde teléfonos público y le cantaba, para la primavera le regalaba flores… un matrimonio con mucho amor, con una historia de amor maravillosa. Mi mamá tenía 19 años, la internaron para operarla de apendicitis y se complicó. Estuvo muy mal a punto de morirse y quedó internada por mucho tiempo. El destino quiso que fuera en la misma habitación que estaba mi abuela, la mamá de mi papá, que se llamaba Luisa y era genovesa; las dos hablaban el mismo idioma. Una de mis tías le había gustado mi papa y le cuenta a mi mamá lo buen mozo que era su hijo y una vez que mi mami mejoró ya lo empezó a ver con otros ojos y allí surgió el amor. Estuvo cinco meses internada y esa fue la oportunidad para que comenzaran su historia. Fueron muy felices, fuimos muy felices. Mi papá era muy gracioso, tenía mucho humor. Le lavaba los platos a mi madre y le hacía personajes, era un loco lindo. Cuando venía de la fábrica nosotras lo agarrábamos, lo maquillábamos, le poníamos aros, le hacíamos de todo pobre viejo y él se dejaba, era un divino. Y mi mamá era un sol, ella cantaba todo el día, bailaba, era una niña más. Unos padres y una infancia maravillosa. De los dos heredé el amor al arte. A los dos les encantaba cantar. A mi mamá le encantaba la pintura, ella dibujaba y cantaba muy bien. Y de mi papá heredé el humor y el ser payasa. Era un bohemio, un loco lindo. Cuando yo decidí seguir esta profesión, mi mamá no quería saber nada, tenía miedo de este ambiente y mi papá, que era un soñador, fue quien me apoyó y empujó en esta carrera. El me llevaba a todos lados y me cuidaba." Aseguró la actriz.
Continuando con el recuerdo de su infancia, Luisa relató: “Yo era terrible desde chiquita, a los nueve meses caminaba y hablaba un idioma extraño entre castellano y genovés. A penas pude me subía a los techos, hacía desastres. Un día hasta me escape del jardín infantes y las monjas desesperadas me buscaron por todos lados. Fui Terrible, pero con una infancia muy feliz".
En cuantos a sus inicios en el mundo del espectáculo la actriz recordó: “Empecé mi carrera a los 13 años como modelo, era un palito, pesaba 46 kilos. Hice desfiles y mi papá me llevaba siempre, era nuestro momento. Él era mi ídolo, lo más grande que tuve. El modelo de hombre que nunca voy a encontrar. Una imagen que me acompañó el resto de mi vida".
Cronológicamente continuando con su historia, relató: “Seguí mi vida, terminé la secundaria, empecé a trabajar para ayudar en mi casa y quise darle la alegría a mi papá de tener un título universitario. Quise ser médico. Hice el ingreso a medicina y lo pasé, pero las practicas eran a la mañana y a la tarde y en casa se necesitaba trabajar. Así que me fui a estudiar derecho. Estudiaba de noche, salía a las ocho de trabajar y entraba a nueve y media a la UBA y paralelamente estudiaba teatro. Ahí conocí a quien fue mi primer marido, director de televisión, quien me dijo: ‘Querés ser actriz, bueno estudia’ y fue el mejor consejo que me pudo dar.”
Siguiendo con su carrera artística. Estudió teatro con Roberto Durán, canto con Nicolás Amato, vocalización y foniatría con Susana Naidich, danza jazz con Cecilia Gesualdo y Noemí Coelho y Danza Moderna con Freddy Romero y Ana Itelman.
“Desgraciadamente perdí a mis padres muy jóvenes. Mi papá tenía 56 años cuando partió yo me quede a cargo de la casa y la familia. Él siempre me decía de chica: ‘si algún día me pasa algo, vos tenés que cuidar a tu mamá y a tu hermanita. Yo siempre te voy a estar ayudando desde una estrella’ y aún hoy siento su ayuda y su presencia. Él no pudo verme triunfar, mi mamá sí. Aunque me hubiese gustado que hubiera vivido conmigo mi época de oro". Aseveró la artista.
A principio de 1980 Albinoni tuvo su gran oportunidad en cine y televisión con personajes cómicos y sexys. Su gran belleza la llevó rápidamente al cine con películas junto a grandes humoristas como Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Susana Gimenez, Javier Portales, entre tantos otros. Trabajó con Juan Carlos Altavista, Tato Bores, José Marrone, Juan Carlos Mesa, Gerardo y Hugo Sofovich, entre tantos otros. Se hizo famosa por el entrañable personaje de “Hola, mami”, en La Peluquería de Don Mateo, la repetida frase de su personaje en el programa “Operación ja ja”, que revolucionó la televisión de la época.
Comediante, actriz y vedette, continuó sonriendo desde las tapas de revistas. Con luz propia hizo sucumbir a más de uno con sus encantos en pleno regreso de la democracia. Pero ella, Luisa Albinoni, lejos de quedarse en aquel pasado, sigue más vigente que nunca. No solo está próxima a debutar en gira nacional con “Amor en las Redes” junto a Arnaldo André, sino que también da clases de actuación a adultos mayores en el Partido de Malvinas Argentina y sigue ganándose el cariño del público, como el primer día.